que corra el aire (Vi)
Rozalén: «El verano es el tiempo de la fruta fresca en la boca y de usar las cerezas como pendientes»
que corra el aire (vi)
En pleno ecuador del verano, la albaceteña lleva ya media España recorrida con su disco 'El abrazo'
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Dulce, directa, sencilla, fresca. La cantautora Rozalén es lo que proyecta. Bien mandá para subirse a una mesa, batir el abanico o cantar unas coplas. En pleno ecuador del verano, la albaceteña lleva ya media España recorrida con su disco 'El abrazo'. Comprometida ... con lo que piensa y lo que siente, la intérprete no rehúye las preguntas, tampoco escatima las sonrisas. El aire con ella pasa fácil y fresco. Así lo demuestra en esta conversación.
—¿Qué es el verano para usted?
—Ahora lo asocio al trabajo. Antes, la vida era el verano. La infancia era el verano. Estaba siempre deseando que llegara. Ahora es mi trabajo, pero, como me gusta tanto trabajar, lo llevo muy bien. El verano es único. Las noches al fresco. Tener una conversación viendo las estrellas. Meter los pies y bañarte en agua fría. ¡Me encanta el verano!
—¿Cuánto ha cambiado la Rozalén de los veranos que hay entre un disco y el otro?
—Muchísimo. El primer disco, por ejemplo, era todo frescura. Nunca pensé que mis canciones las escucharía la gente. Entonces, esas canciones están hechas desde lo que realmente me salía muy de adentro. Ahora soy más madura. Tengo más nostalgia que antes.
—¿Por qué?
—Porque me hago mayor. Por ejemplo, en el último disco, que he perdido a muchos seres queridos, pues ahí vuelvo más a la infancia. Me acuerdo mucho más de los veranos, que siempre son como la alegría, es cierto, pero ahora en verano también me acuerdo mucho de los que no están. Siempre nos íbamos al pueblo. Era el momento de compartir y estar juntos.
—¿A qué suena el verano?
—Depende de la etapa de tu vida. También lo relaciono mucho con el contraste respecto a la tranquilidad absoluta, o sea, al silencio, el sonido de la naturaleza, de los ríos, de los mares. Y luego, también, es como la verbena, escucharlos hits del verano. Las canciones de siempre. Pasa en las giras y festivales. Es el cambio, de de la calma total cuando estás al sol o bañándote en el agua, o cuando estás, pues eso, desenfrenada, bailando como una loca.
—¿Hay alguna voz de algún intérprete, o incluso algún sonido, que defina el verano?
—Quizá los ritmos latinos. La música electrónica. Más movida. El pumba, pumba, pumba...
—¿Cuál es su primer recuerdo del verano?
—Madre mía. Desde pequeñita me ocurre esto de pensar que el verano es ese momento de ponerme las cerezas como pendientes. Eso para mí es verano, ¿no? Coger mora, la fruta fresca en la boca. Las fresas. Creo que sí, que es de las primeras cosas que recuerdo. Y eso, como soy de un pueblo y de mucho río, pues es justo eso.
—Ha creado un festival en su pueblo
—Sí, el Leturalma.
— ¿Qué tiene de especial la Sierra de Segura en verano?
—Las pozas de agua natural. Es como estar siempre metida en agua. Hasta en los lavaderos me metía yo. Y las siestas son parte del verano. Con ese calor, ¿no? Y de repente se te queda la baba caída ahí, a gustito debajo de una sombra.

—¿Qué es mejor para componer, la calma o el vértigo?
—Necesitamos vivir para contar. Vivir para cantar. Pero, fíjate, mis primeras canciones y todo eso, sobre todo nacían en verano. Porque era ahí cuando yo tenía el tiempo y el espacio. Leía una barbaridad. En todos los veranos estaba siempre devorando libros. Entonces yo ahí escribía más que nunca, tocaba más la guitarra que nunca. Por eso la mayoría de mis primeras canciones nacen en el verano.
—¿En una gira se puede componer?
—A veces no me da la vida. Pero conforme arranca y todo fluye , como encima te van pasando cosas, que son inspiradoras, las cosas van asentándose. Pero sí me pasa que cuando llego a casa y ya he descansado como un día o dos, es cuando ya me sale como escribir.
—Pensando en que corre el aire, ¿qué la hace sentir sin aire?
—El cambio climático, las olas de calor. Lo soporto fatal. Me cuesta mucho estar en un sitio de mucho calor. Soporto mucho mejor el frío. Es algo que llevo muy mal y que me preocupa.
—Anímicamente, ¿qué la agobia?
—La velocidad del momento. Todos están enfocados, y de alguna forma también pretenden enfocarnos al resto, a esto de 'venga, venga, venga, produce, produce, produce'. Incluso soy yo la primera, encima, que genero esa velocidad. Y cuando me doy cuenta de eso, pues también me preocupo. Porque creo que es insano.
—¿Hay algo que deseara con fuerza para este verano?
—Tenía muchas ganas de trabajar. Lo bonito de las giras en verano es que de repente tú llegas a un sitio que es súper mágico, súper maravilloso. Y en un día puedes meter los pies en el mar, comer rico, por la noche poder bailar debajo de las estrellas. Si al día siguiente no tienes concierto, y eso te lo provoca también el verano, pues en los festivales puedes compartir con más artistas. Te encuentras a otro compañero con el que no te sueles ver y tienes una conversación maravillosa después de cantar. Deseo que mis conciertos provoquen todo eso bonito que quiero transmitir. Y que me regale momentos de calma y de calidad.
—¿Cómo se percibe, cómo es para un creador, ver que lo que hace tiene un efecto directo en la gente?
—Es una responsabilidad y una satisfacción también.
—Usted es especialmente reivindicativa
—Siento una enorme responsabilidad, precisamente por eso. Porque yo vengo de la psicología social. Es lo que estudié. Entonces para mí todo tiene un sentido. Todo está súper ligado. Cada vez veo más la psicología en lo que escribo. Para mí es súper importante que mis valores estén reflejados en lo que escribo.
—¿De qué forma?
—Este disco tiene canciones sociales. Hay una en la que hablo precisamente del odio en las redes. Al mismo tiempo, es más emotivo que nunca. Y eso creo que también es una manera de reivindicar. Cuando estamos ahí reivindicando el abrazo y el cariño. Y por ejemplo, echando de menos a los ausentes. O hablando del verano o de la infancia. Cuando abrazamos esas ideas se calma el ambiente. La ternura te hace estar mejor.
—¿Qué la inspira?
—Leo, veo y escucho cosas súper diferentes. Pero sí que me han influido más los músicos y con estilos muy distintos, además. He escuchado mucho rock, mucho punk, mucho hip hop. Pero a la vez vengo del folklore, porque toco la bandurria desde los 7 años. Mi madre me cantaba coplas. Mi padre a los cantautores. Entonces, claro, yo tengo una mezcla ahí. Por eso creo que mis discos son tan eclécticos. El elemento en común en mis influencias es es que casi todos los artistas solían estar comprometidos.
—Es uno de los rasgos por excelencia del cantautor
—Lo que yo escuchaba me hace pensar como pienso ahora o hacer lo que hago. Un artista no puede permanecer ajeno al mundo en el que vive ni en el que está. Tampoco puede no expresar sus sensaciones. O sus opiniones. Por ejemplo, todo el tema de las redes sociales puede llegar a ser un gran trampolín para colocar un mensaje bueno o para desmontar lo malo. Todo se puede usar para bien. Lo tóxico no va conmigo. Si quiero que conmigo la gente sea amorosa, primero tengo que darlo yo.
—¿Hay alguna línea roja, algo que nunca haría?
—¿A qué te refieres?
—Artísticamente hablando
—No puedo decir 'de esta agua no beberé'. Antes podía decirlo un poco más. Ahora no quiero decirlo, porque la vida da muchas vueltas. Ahora mismo te podría decir, pues mira, yo creo que nunca mostraría ciertas partes de mi cuerpo. Claro, claro. Pero es que a lo mejor dentro de dos años me apetece. Entonces, no quiero tener prejuicios ni etiquetar nada. Y nunca sé qué va a ser de mí, ni cómo voy a pensar. Nunca voy a decir nunca.
—¿Algún cantante o músico al que le gustaría llevarte de viaje un verano?
—¿Vivo o muerto?
—Pueden ser ambos
—Janis Joplin, Amy Winehouse, Chavela Vargas. Ese tipo de mujeres artistas que ya no están, a mí me generan una curiosidad brutal. También pienso en Violeta Parra, Víctor Jara.
—¿Se imagina una gira con Janis Joplin? ¡Qué estrés!
—Y con Amy… ¡bueno! ¡Es que eso tenía que ser! Todas son personajes muy fuertes. Yo no tengo eso. Yo creo que soy una tía muy normal. La verdad es que me iría con tanta gente a cantar o a tocar música. Aunque no tuviésemos cosas en común, estoy segura de que aprendería mucho.

—¿Qué música tiene en su playlist para este verano? ¿O qué libros por leer?
—Estoy leyendo varios libros a la vez 'El infinito en un junco'. También un libro de psicología sobre una teoría de la aceptación y el compromiso. Leo también libros de poesía.
—¿Y la música?
—He hecho una playlist para antes de los conciertos. Y es curiosísima. Porque empiezo con el Robe de extremo. Paso eso. Hay canciones como de rock y de punk muy locas. De repente, pues está De La Porte, Rodrigo Cuevas, Lola Flores. O sea, mis playlists son súper, súper variadas. Silvia Pérez Cruz. No sé, hay de todo, Hasta cosas, claro, como muy divertidas de Ojete Calor. Necesito todos esos tan distinto, porque por el día las personas pasamos por muchos estados.
—Dicen que la música amansa a las fieras. ¿Alguna recomendación?
—La música de verdad calma. Lo tengo comprobado. Bueno, mira, yo creo que cualquier canción que nos haga cantar y bailar. Hay que bailar y cantar más. Es algo que nos unifica a todos. Lo vemos en las fiestas. La gente se junta.
—¿Tiene miedo a la cancelación en algún momento?
—Siempre he dicho lo que opino, pero creo que lo digo con mucho cariño. No busco la bulla ni nada de eso. O sea, creo que soy bastante cuidadosa en la forma. Aunque entiendo la rabia perfectamente, creo que con la caricia consigo más.
—¿Qué le diría a la Rozalén de hace cinco veranos?
—Que nada es tan importante, que descansara más y diera más abrazos. Todo pasa, como una tormenta de verano.
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