Qué revela -y qué no dice- la mano de Irulegi sobre los vascones
Diversos expertos analizan el significado y la repercusión de este hallazgo arqueológico que ha suscitado reacciones de todo tipo
![La mano de Irulegi, durante el proceso de limpieza](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/12/30/LamanodeIrulegienprocesodelimpieza.Carmen.Usua.-RwRAOcx09quI9kBn0rsNZQJ-1200x840@abc.jpg)
Cuando hace un año comenzó su limpieza, la restauradora Carmen Usúa no se imaginaba el revuelo que iba a desatar esa antigua lámina de bronce desenterrada en junio de 2021 en un poblado prerromano ubicado en el monte navarro de Irulegi, ante la entrada de ... una vivienda. El equipo de arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi que dirige Mattin Aiestaran creyó que se trataba de un aplique para un casco y la pieza fue llevada con el resto de monedas, fíbulas y otros materiales recuperados a los depósitos del Gobierno de Navarra.
Cuando llegó a las manos de Usúa seis meses después, esa pieza cubierta de sedimento le pareció «una palmeta», recuerda. Con extremo cuidado, la experimentada restauradora fue retirando las concreciones y empezó a ver unos puntos. Pensó que el aplique - aún no había descubierto las uñas de los dedos que revelaban que era una mano derecha- estaba decorado, pero al avanzar en su limpieza, vislumbró unos trazos y sin perder tiempo avisó a los arqueólogos. «¡Aquí hay escritura!», les dijo interrumpiendo una reunión.
Desconocía entonces que había sido la primera persona en ver «el testimonio escrito más antiguo en lengua vascónica» hallado hasta el momento, según sostienen los expertos Javier Velaza, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Barcelona, y Joaquín Gorrochategui, catedrático en Lingüística Indoeuropea en la Universidad del País Vasco. En esos 40 signos que forman cinco palabras distribuidas en cuatro líneas, los lingüistas descifraron la palabra 'Sorioneku' (de buena fortuna).
![Inscripción de la mano de Irulegi](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/12/30/fotografiaconlatranscripciondelapiesa.S.C.Aranzadi-U03173685887YMm-624x350@abc.jpg)
La presentación en sociedad el pasado noviembre de esta mano de bronce de 14 centímetros de altura y 12 de anchura y casi 36 gramos de peso ha suscitado un aluvión de reacciones de todo signo: desde valoraciones políticas sobre el origen del euskera y la identidad de los vascones que van más allá de este hallazgo arqueológico, ya de por sí excepcional, a interpretaciones que rechazan los argumentos de los lingüistas y hasta dudas sobre su autenticidad, suscitadas por las famosas falsificaciones de Iruña Veleia. Unos recelos que el Servicio de Patrimonio Histórico de Navarra refuta con contundencia a ABC, defendiendo que la cadena de custodia de la pieza ha sido impecable.
«La mano de Irulegi se conserva desde el 13 de julio de 2021 en los Fondos de Arqueología del Gobierno de Navarra. Para su custodia se siguen los protocolos habituales en las piezas metálicas, de tal forma que está depositada en la sala de conservación controlada y se manipula por personal técnico de acuerdo con los protocolos establecidos que garantizan la custodia y conservación de cualquier pieza del patrimonio arqueológico de Navarra», asegura su directora Susana Herreros.
Un fósil que llena un vacío
Para Velaza, «la mano de Irulegi es un hallazgo extraordinariamente importante que dice lo que dice y no dice más que lo que dice». Según este experto en lenguas paleohispánicas, el documento arqueológico revela que en el año 72 a.C., en ese lugar de la Cuenca de Pamplona hoy conocido como Irulegi, que fue destruido durante las guerras sertorianas, «vivían los vascones -algo que ya sabíamos por fuentes clásicas-, que hablaban lengua vascónica y que, además, la escribieron».
En algunas monedas se había identificado un signo diferenciador en este territorio vascón, una 'T' que no usaban los iberos en su escritura y que comparece también en la mano de Irulegi, apoyando la idea de que estas gentes tomaron prestado el signario ibérico y lo adaptaron para fonemas propios de su lengua vascónica. Si algunas monedas apuntaban a que hubo un uso oficial de esta lengua, ahora, gracias a este objeto «sabemos que en un ámbito privado alguien supo emplear la escritura», explica el lingüista.
«Eso es lo que dice la mano de Irulegi, no desde cuándo se hablaba esa lengua ahí, ni cuál era su extensión, ni qué pasó después. Esto no soluciona la historia de la lengua vasca. Solo nos da una foto fija de que en ese lugar concreto y en ese momento se hablaba la lengua vascónica«, añade el experto, que resalta el concepto de «lengua vascónica» y no vasca. «No sabemos cuál es la relación de esa lengua con la lengua vasca que tenemos documentada desde el siglo XV» y «no podemos decir que la lengua vasca es directa derivación de la lengua vascónica, solo que hay una relación de parentesco«, remarca.
«Es como si fuera un fósil», compara Gorrochategui, al que ahora tuvieran que relacionar con una especie animal actual. Para este especialista, esta pieza, singular tanto por su soporte -«no tenemos ninguna inscripción sobre una mano entre las varios miles de paleohispánicas halladas»- como por su ya famosa escritura, «llena un vacío en el mapa».
![Parte de la transcripción del texto](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/12/30/transcripciondeltexto.S.CAranzadi-U23024065062aUm-624x350@abc.jpg)
Hasta ahora no se habían encontrado escritos indígenas en lengua vascónica como éste en el territorio que, según las fuentes clásicas, habitaban los vascones en torno al cambio de era y que comprendería buena parte de la Navarra actual con una salida al Cantábrico por Irún, así como parte de La Rioja y del norte de Aragón, casi hasta Zaragoza.
El historiador romano Tito Livio fue el primero que habló de los vascones, precisamente en el contexto de las guerras sertorianas en las que se enfrentaron las fuerzas de Sertorio y Pompeyo y en las que el poblado de Irulegi, que debió de tomar partido por uno de los dos bandos romanos, fue destruido.
Etiquetados por los romanos
«Lo que sabemos sobre los vascones es lo que cuentan los autores latinos de la antigüedad (Tito Livio, Estrabón, Plinio y posteriormente Ptolomeo), que son los que ponen la etiqueta de vascones a una serie de gentes que vivían en ese territorio», comenta Javier Andreu, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Navarra y codirector de las excavaciones en Santa Criz de Eslava, también en territorio vascón.
No todas las localidades citadas por los clásicos como vasconas han sido identificadas. «Igual Irulegi es alguna de las que aún no se han situado», comenta por su parte Aiestaran, esperanzado en que este yacimiento que despierta tantas expectativas por quedar encapsulado tras su destrucción arroje luz sobre los vascones.
Los pocos datos que se tienen sobre ellos son los dados por los autores latinos, con una mirada desde fuera, y «desconocemos si esa imagen se corresponde con la identidad que los vascones tienen de sí mismos», subraya Andreu, porque «no hay ninguna persona que se proclame vascona en la epigrafía, como sí hay gentes que se dicen iberos o celtas».
Dado que la arqueología no ha hallado nada distintivo en su cerámica o en la forma de trabajar el metal, ni en sus patrones de asentamiento, se cree que ese elemento singular que los diferenciaba debía de ser su lengua. «Aunque esa percepción que Roma tiene de un territorio vascón tan amplio no parece apuntar a una zona en la que toda la población hablara ese paleovasco», añade el profesor de la Universidad de Navarra.
«Ese área era un crisol de lenguas y de gentes», secunda María Jesús Peréx Agorreta, exdecana de la Facultad de Historia de la UNED y autora del libro 'Los vascones. (El poblamiento en época romana)' que explica que el territorio con más indicios vascónicos se sitúa en la zona media de Navarra hacia las Cinco Villas de Aragón. «Una zona atravesada por importantes vías de comunicación, que no daba problemas a los romanos», añade esta veterana arqueóloga, que excavó en diversos puntos de Navarra.
A su juicio, una de las razones de que los vascones mantuvieran su lengua fue «porque no se enfrentaron a Roma». Y remarca: «No hay ni un solo dato en las fuentes clásicas que hable de un conflicto bélico entre Roma y los vascones».
Al contrario, Peréx recuerda que en el bronce de Áscoli, donde se inscribieron en el 89 a.C. en latín los nombres de jinetes del valle del Ebro que lucharon en la península itálica durante la Guerra Social, figuran algunos caballeros de Segia (la actual Ejea de los Caballeros) con nombres vascónicos. «Y en las legiones romanas hubo cohortes de vascones y várdulos», añade.
Sin paralelos
«Por indicios y material bien contrastado y bastante abundante suponíamos que los antecedentes de la lengua vasca se encontraban en la zona aquitana», relata Gorrochategui, refiriéndose a la zona francesa comprendida entre los Pirineos, el río Garona y el Atlántico, donde se han encontrado referencias sobre la lengua aquitana, que estaría emparentada con la vascónica. Pero todas las inscripciones halladas en Aquitania son textos onomásticos escritos en latín, como los también abundantes encontrados en Navarra, y los más antiguos, ya del siglo I d.C., más de un siglo después de la mano de Irulegi.
![Infografía del hallazgo](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/01/05/infografiadeldescubrimiento.JOsebaLarratxe-U61131448406die-624x350@abc.jpg)
Los escasos testimonios sobre los que se ha debatido su relación con la lengua vascónica son unas monedas acuñadas en territorio vascón, aunque se desconoce en qué cecas, y escritas con lengua celtibérica en signario ibérico, pero con esa 'T' característica. También se cita una pequeña pieza de bronce de unos cuatro centímetros que se cree que procede, como la mano de Irulegi, del valle navarro de Aranguren. Con texto por las dos caras, está tan mutilada que no resulta imposible de leer, como tampoco en la piedra que apareció en Olite, también muy fragmentada, en la que apenas se conservan tres letras que no se entienden ni desde el ibérico ni desde el celtibérico.
El texto más interesante, en opinión de Velaza, es un mosaico descubierto en 1993 en Andelo (Mendigorría, Navarra) con una inscripción escrita en signario celtibérico que a su juicio podría ser vascónica. Sin embargo, la frase consta de nombres de persona y de lugar. «Solo una palabra parece un verbo» dice.
La mano de Irulegi, con cinco palabras completas en cuatro líneas, supone un salto cualitativo. «Estábamos deseando que apareciera un texto vascónico y ahí está, pero es muy difícil de descifrar porque no tenemos paralelos», comenta Gorrochategui.
Escrita en dos fases, una con esgrafiado y otra con punteado, algo insólito en una misma pieza, y en un soporte, el bronce, que no solían usar los ibéricos sino los celtíberos, la transcripción de la palabra 'sorioneku', que resalta sobre el resto al ocupar toda la primera línea como si fuera un título, tiene sentido en una mano que, según los expertos, estuvo colgada en la entrada de una vivienda como elemento protector.
Celtibérica sí, celtibérica no
El arqueólogo profesional Guillermo Gómez, de la empresa soriana Estudio Arqueológico, sostiene en varios artículos publicados en su web que la mano de Irulegi es una tésera de hospitalidad celtibérica y que en su encabezamiento no se lee 'Sorioneku', sino 'Berioneku', en celtibérico. Gorrochategui y Velaza refutan esta lectura. «Hay algunas cosas que sabemos con seguridad y una de ellas es que no es celtibérico», aseguran.
«No tiene nada que ver con una tésera de hospitalidad celtibérica», añade con rotundidad Velaza antes de explicar que aunque estas antiguas garantías de un pacto de hospitalidad mutua y de protección podían tener forma de manos volumétricas, «no estaban destinadas a ser colgadas y eran documentos mucho más pequeños, porque eran transportables». Los firmantes las llevaban para poder compararlas con su gemela e invocar ese pacto. Precisamente en el último número de la revista 'Palaeohispanica', este catedrático publica junto a Javier Armendáriz un estudio sobre dos nuevas téseras celtibéricas halladas en La Custodia, un poblado de la misma época que Irulegi y situado a pocos kilómetros, en Viana (Navarra), aunque berón.
«La mano de Irulegi no es una tésera de hospitalidad porque es un soporte plano, destinado a ser colgado. Es totalmente diferente y desde luego la lengua no es celtibérica», remarca Velaza. De haber sido una tésera en lengua celtibérica, asegura que la habrían entendido «en buena parte».
La transcripción del término 'Sorioneku' también ha suscitado algunos recelos. «Nos dicen que es muy extraño que entendamos tan bien la primera palabra y el resto no, pero ¿por qué es muy extraño?», se pregunta el lingüista, que pone por ejemplo la primera frase de la Eneida de Virgilio en latín, el antecesor del castellano («Arma virumque cano, Troiae qui primus ab oris»), y en la que cualquiera entiende el término 'arma', pues ha permanecido inalterable.
«La situación no es insólita. ¿Qué hubiéramos esperado, que la lengua no hubiera evolucionado en siglos? ¿Era más esperable que no hubiéramos entendido nada? Pues igual tampoco porque si hay una relación genética tendríamos que encontrar alguna palabra parecida. La situación es la más esperable», sostiene. Como también resulta lógico que los vascones tomaran en préstamo la escritura de sus vecinos iberos y se vieran influenciados por los celtíberos en el uso del bronce o el punteado.
Los lingüistas continúan estudiando la mano de Irulegi. «Hemos dado una transcripción y una lectura del punteado, pero no del esgrafiado y aunque en más del 90% coinciden, hay unas pequeñas diferencias y es otro punto que tenemos que investigar», avanza Gorrochategui.
![Extracción en área en el interior de la vivienda excavada en Irulegi](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/12/30/Extraccionenareaenelinteriordelavivienda.MattinAiestaran.-U80830221062RzP-624x350@abc.jpg)
También los arqueólogos de Aranzadi prosiguen con su análisis de las piezas rescatadas en el poblado de Irulegi, que al quedar encapsulado tras su destrucción se presenta como el yacimiento más prometedor para saber más sobre los vascones. Aún desconocen si Irulegi es una de las ciudades vasconas que citó Ptolomeo y que todavía no han podido ser ubicadas, pero sí que «está en el centro del territorio vascón» que mencionan las fuentes clásicas. «Los límites de ese territorio no están nada claros, pero está fuera de toda duda que la Cuenca de Pamplona está en el centro», asegura Mattin Aiestaran.
Allí han hallado desde metales, como clavos, a cereales carbonizados, elementos arquitectónicos de adobe, útiles de piedra y de hueso, restos de fauna que comieron sus habitantes, molinos y cerámica de todo tipo. «Los materiales que estamos encontrando son los usuales en poblados de la Edad del Hierro, pero sí estamos viendo que la arquitectura no es la misma que en el valle del Ebro, que las proporciones de distintos tipos de cerámica tampoco son iguales… Aunque eso no tiene por qué ir ligado a la identidad, puede deberse a que en la Cuenca se tienen que amoldar a los recursos que tienen», remarca Mattin Aiestaran. De momento, está en proceso de estudio. La arqueología, recuerda este experto, necesita su tiempo.
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