Raymond Aron, profeta de Europa
El próximo 9 de junio tenemos una nueva cita con las urnas: hay elecciones europeas. El gran patriarca del pensamiento liberal francés nos ayuda a comprender la encrucijada en la que se halla inmerso el Viejo Continente
Tras la devastación de los museos y las bibliotecas: la guerra secreta de Putin en Ucrania
La guerra imperial de la Rusia de Vladímir Putin contra Ucrania, el riesgo de alejamiento de los EE.UU., la emergencia de China como gran supervivencia 'cómplice' de Moscú y el crecimiento de ultraderechas europeas, cómplices de Putin, con frecuencia, modificando profundamente ... la cultura política continental, son algunos de los rostros de la encrucijada histórica de la civilización europea y de su empantanada ambición política, la Unión Europea (UE).
Encrucijada que tiene una profunda dimensión cultural. Los grandes líderes europeos y trasatlánticos comentan, informan y toman posiciones, nacionales, las más de las veces, sobre ese campo de minas multinacionales. Pero Europa, la civilización europea, quizá necesiten de una visión global y cultural para poder comprender la gravedad del primero de los problemas: la identidad europea, solo comprensible a través de la historia del pensamiento, la filosofía de la historia.
En lengua inglesa, desde los EE.UU., incluso en la escena mundial, Henry Kissinger domina todos los elementos esenciales. Desde 1970 a un año antes de su muerte, las reflexiones kissingerianas han puesto el dedo en todas las llagas y heridas de Europa.
Es legendaria la anécdota, verídica o 'imaginaria', de Kissinger dudando de la unidad y la identidad diplomática de Europa, preguntándose: «¿Alguien conoce el teléfono donde llamar para discutir sobre el futuro de Europa?». Cuarenta años más tarde, el mismo Kissinger se preguntaba: «¿Existe Occidente todavía?«. Y llegaba a una conclusión realista: «Si Europa desea seguir existiendo deberá buscar el camino para independizarse o ser menos dependiente de los EE.UU. para poder defender su propia independencia y seguridad».
La guerra de Putin contra Ucrania, las 'vacilaciones' de Biden y el riesgo de una presidencia Trump subrayan la profundidad trágica de la amenaza evocada por Kissinger. Sin embargo, el antiguo secretario de Estado americano no ofrece 'alternativas' ni sitúa ese problema existencial en la historia del pensamiento.
En lengua inglesa, desde el Reino Unido, Roger Scruton, el más grande, quizá, de los pensadores ingleses del último medio siglo, fue un partidario activo del Brexit. A su modo de ver, Europa, y las elecciones europeas del 2014, eran una 'maquinaria' hostil al hombre europeo. Scruton fue un defensor emérito de las libertades individuales, desde la óptica del liberalismo conservador, pero, en su caso, muy alejado de cualquier tentación europea.
En lengua alemana, Jürgen Habermas y Peter Sloterdijk, dos de los pensadores europeos más importantes de nuestro tiempo, han escrito mucho bien sobre Europa. Sloterdijk escribió un libro con una tesis importante: Europa debe 'despertar' para evitar el riesgo de su salida de la historia. Habermas publicó hace años un libro sobre la «indispensable constitución de Europa». Obra fundamental, finalmente fallida. El gran pensador invoca las grandes razones que debieran forzar o relanzar la empantanada construcción política de Europa. Hace un año, coincidiendo con el primer aniversario de la guerra de Putin contra Ucrania, Habermas volvió a 'descarrilar' (como lo hizo durante las guerras de la descomposición de la antigua Yugoslavia), publicando un ensayo en el que pedia la negociación con Putin. Tesis que fue interpretada como un riesgo de capitulación ante el imperialismo putiniano.
Ante tan breve y muy parcial recuerdo del vacío que amenaza a Europa en un terreno capital para su incierto futuro, la figura de Raymond Aron (París, 1905-1983), el gran patriarca del pensamiento liberal francés, heredero de Alexis de Tocqueville, se percibe como un patriarca de la Europa de ayer y de hoy, un profeta de la Europa por venir.
'L'Europe selon Aron' (Calman Lévy) es un magnífica antología compilada por Joël Mouric, que permite revisar, de manera muy pedagógica, el puesto central de Aron como analista del proceso histórico de la construcción política de Europa, estratega que instala ese proceso en la historia de las relaciones internacionales, y pensador, filósofo de la historia, recordando la encrucijada histórica en la que se encuentra nuestra civilización: ser protagonista activa de su futuro; o ser un actor pasivo de la historia que otros escriben por nosotros.
En el terreno más inmediato, incierto y crucial: el futuro de la guerra en el corazón geográfico de Europa, amenazado por las ambiciones imperiales rusas, Aron comparte con Kissinger un puesto capital en la historia del pensamiento y la filosofía de la historia. Su obra sobre Clausewitz, el gran teórico de la guerra, es un monumento. A partir de ahí, nos recuerda la antología de Mouric, Aron también analiza las sucesivas batallas donde estuvo hipotecado el futuro de Europa: del rearme de Alemania a la batalla de los euromisiles, tan actual.
Con medio siglo de antelación, Aron nos ayuda a comprender la encrucijada militar donde se juega el futuro de Europa. Y el puesto esencial de las armas nucleares… Cuando no está nada claro que Biden o Trump pudieran responder a Putin con una respuesta o amenaza atómica, el arma nuclear francesa pudiera ser la matriz de una futura disuasión europea contra cualquier chantaje ruso. Ha sido la respuesta de Emmanuel Macron, que Aron sugirió con varias décadas de anticipación.
El arma nuclear francesa, posible pilar de una futura defensa europea, independiente y asociada a la OTAN, los aliados trasatlánticos, si Washington fallase o dudase en un momento crítico para la seguridad de nuestra civilización. Pero ¿qué civilización europea?
Desde su descubrimiento de la Alemania de la República de Weimar, como estudiante, hasta su muerte, Aron fue un defensor intachable de una Europa unida políticamente. ¿Para qué…? Para defender un modelo de sociedad libre, con elecciones, instituciones y valores comunes. Proyecto que hoy denuncian algunos miembros de la UE (Hungría), proyecto que no siempre comparten las ultra derechas que son la fuerza política ascendente en toda Europa.
La antología realizada por Mouric recuerda con mucha precisión la actualidad siempre ejemplar del pensamiento de Aron, «práctico y conceptual». Nunca olvida las diferencias y tradiciones económicas y políticas muy diversas de los Estados europeos. Aron tampoco se embarca en recetar conceptos teóricos. Nos ayuda a pensar lo esencial:
-Solo la economía liberal, abierta el mundo, y unida con un proyecto común, puede permitir la producción de riqueza por distribuir. En esas estamos, cuando las tentaciones 'iliberales' son una amenaza bien real para el futuro de la UE.
-Solo las instituciones liberales, abiertas y reformables, con consenso, permiten defender la economía de mercado. Proyecto que denuncian las extremas derechas ascendentes en Alemania, Francia, Hungría, entre otros países. Que esas mismas extremas derechas sostengan una indulgencia bien real hacia la Rusia de Putin devuelve al pensamiento de Aron su primera fuerza profética.
Desde la óptica aroniana, solo el diálogo, asociación y cooperación entre Estados libres e independientes permitirá confirmar a unos y otros esos valores esenciales donde se fundó la civilización europea, heredera de Atenas, Roma y los primeros constructores de catedrales. Detalle muy actual y decisivo, quizá. La Rusia de Putin es heredera de las ambiciones imperiales de la Rusia de los zares y la Rusia comunista de Lenin y Stalin.
Esa diferencia de culturas entre la Rusia siempre imperial y la Europa liberal, hoy, que también tuvo muchas tentaciones imperiales, es la matriz primera de una reflexión única de Aron, entre los grandes estrategas y pensadores de la guerra. Meses antes de morir, Aron publicó varios textos esenciales sobre «el declive relativo de Europa». Y subraya un punto muy importante. Las instituciones liberales, la economía de mercado, la defensa militar, común, son las matrices del orden europeo, falto, quizá… dice Aron, «de un pequeño detalle: la cultura«.
Tras una larga vida y una obra muy fecunda, esencial, en la historia del pensamiento francés y europeo, Aron llega a esta conclusión primera: la economía y la producción de riqueza son esenciales para el progresos de una sociedad libre; el libre mercado se completa con instituciones políticas propias de la diversidad y la defensa de la vida en común de los pueblos europeos. Queda por construir la Europa de la cultura, la unidad cultural de nuestra civilización.
A juicio de Aron, Europa puede perecer y está amenazada si sus pueblos, sus gobernantes, no son capaces de construir una Europa de la cultura. Muchos otros dirigentes y pensadores han insistido en ese defecto, esa falta. La virtud propia del pensamiento aroniano es instalar esa evidencia en el marco y encrucijada histórica donde hoy se encuentran los pueblos europeos, con muchos problemas propios, nacionales, y muchas amenazas comunes. En solitario, recuerda Aron, ningún pueblo, ningún Estado, puede afrontar los inquietantes problemas comunes, de la guerra, en Ucrania, a las migraciones de masas, desde África y Oriente Medio.
En vida, Raymond Aron fue víctima del ostracismo sectario de las izquierdas políticas y culturales. Décadas más tarde, las izquierdas políticas y culturales están en decadencia en toda Europa y el pensamiento de Aron tiene mucho de profético para el futuro de nuestra civilización.
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