Problemas administrativos condenan las únicas ayudas directas a las salas de cine

«La frustración existe, y es bastante», señala Gil. «Son unas ayudas que el sector sigue necesitando. Todos sabemos que la taquilla de este año no va a superar a la del pasado. Lo más probable es que quede algo por debajo; es decir, el crecimiento que se venía produciendo se va a ver estancado y disminuido. Evidentemente, en una situación así, el apoyo económico sigue siendo muy necesario». En 2020, la partida destinada por el ICAA a los exhibidores ascendió a 13,2 millones de euros, para sufragar gastos aparejados a las medidas sanitarias frente al Covid y para favorecer la reapertura de los cines. Estas subvenciones se terminaron de resolver en 2021. Al año siguiente, la línea de ayudas fue de 10,17 millones con el objetivo de garantizar la actividad de las salas de exhibición «mientras se va recuperando el hábito de volver a las salas de cine y se superan todos los efectos adversos de la pandemia en este ámbito». En 2023, Cultura reservó 14,5 millones. Este año, nada.

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El encargado de comunicar la noticia a los exhibidores fue Ignasi Camós, director general del ICAA, en una reunión que, según fuentes consultadas por este diario, fue tensa. Algunos de los asistentes incluso reclamaron a Camós su dimisión. «La frustración, después de estar todo el año trabajando, existe», se limitó a comentar Gil, a preguntas de este diario. ¿En qué puede afectar a las salas de cine? ¿Hay riesgo de que algunas puedan llegar a cerrar? «Evidentemente, quienes pueden acusar más este tipo de situaciones son los cines pequeños».

Lo que queda claro es que las ayudas que el ministerio que dirige Ernest Urtasun está aplicando en el sector son insuficientes para los exhibidores. El cine a tres euros para los mayores, las semanas de la 'fiesta del cine', el proyecto piloto con los colegios... «Son iniciativas políticas que buscan fomentar la asistencia a las salas y que tienen un impacto en el conjunto de la industria porque todo lo que involucre a la taquilla se reparte entre distribuidores y afecta también a la producción, en términos de derechos de autor. Tienen un impacto en el conjunto más allá de que las canalice la exhibición», explica el director general de Fece. Estas ayudas directas con las que las salas de cine no van a poder contar son las únicas directas que reciben.

«Necesitamos que exista un diseño, un plan de ayudas a la exhibición como tal, igual que lo tienen el resto de subsectores de la producción y la distribución. Y que no existan trabas para acceder a esas ayudas, sino que se enfoquen desde un incentivo, como por ejemplo el tema de la cuota de pantalla», añade Luis Gil, en referencia al tiempo que deben permanecer las películas en las salas antes de pasar a las plataformas. «Tiene que ser una motivación para los cines y no una limitación, como ahora». Otra reclamación de Fece es que se desarrollen incentivos fiscales: «Si queremos seguir teniendo un parque de salas de las más modernas de Europa, necesitamos un apoyo firme y comprometido. Sería bueno que la ley del Cine reconociera estos incentivos fiscales. Evidentemente, lleva mucho trabajo porque implica también a Hacienda y tiene un impacto importante, pero debe haber el compromiso de trabajar en ello».

La ley del Cine, que Urtasun fijó como una de sus prioridades cuando asumió la cartera, sigue congelada un año después. El ministro inició una ronda de entrevistas con el sector, con la idea de llegar a un consenso entre todos antes de enviar el texto al Congreso, pero se encontró con más dificultades de las previstas. Finalmente, el Consejo de Ministros aprobó en junio el mismo proyecto de ley que aprobó Iceta en la legislatura anterior, pero seis meses después sigue sin haber avances en la Cámara Baja. A las diferencias que hay dentro del sector, se le añade una aritmética parlamentaria más que complicada para el Gobierno de coalición.

El ICAA, mientras tanto, sufre los estragos de «la escasez de medios personales y materiales». Como informó ABC, la falta de personal ha obligado a Ignasi Camós a firmar un acuerdo que amplía dos meses trámites tan ordinarios como la calificación de películas o la inscripción en el registro de las empresas cinematográficas y audiovisuales. Esas circunstancias de trabajadores insuficientes, asegura el Instituto de la Cinematografía, «se ven agravadas al finalizar el año, en el que, de manera reiterada, aumentan las solicitudes» y se hace patente la incapacidad de cumplir con los despachos adecuados. En la actualidad, el ICAA dispone de 208 puestos a cubrir, y 65 de ellos (31,2 por ciento) están vacantes. Entre funcionarios y personal laboral, la plantilla del instituto consta de 143 empleados, una cifra similar a la que había en 2017 o 2018.