El peor viaje de Aura Garrido... y las amistades peligrosas
Ahí estaban Aura Garrido y su amiga, en un crucero entre Helsinki y San Petersburgo. Años después, se perdieron en Saint Vincent. Hay compañeras de viaje que son sinónimo de aventuras aseguradas
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La actriz Aura Garrido es una viajera nata. «Me encanta, viajo mucho por trabajo y viajo mucho por placer», asegura. De ahí que no sea capaz de pensar en algo que sea remotamente parecido a un «peor viaje» de su vida: «En realidad también ... cuando estás viajando, al final te lo pasas bien, aunque tengas alguna mala experiencia entre medio, ¿no?». Porque claro, siempre se puede sacar algo bueno incluso de lo peor. Es, definitivamente, su caso. Y eso que anécdotas no le faltan.
Por ejemplo, la del crucero entre Helsinki y San Petersburgo, con una amiga que había ido a estudiar a Suecia. Tenían algo más de veinte años y pensaron que era una buena idea, eso de viajar por mar entre ambas ciudades. Algo chirriaba, pero a los veinte años, ¿quién se para a pensar que una travesía de una sola noche entre dos ciudades gélidas difícilmente puede llamarse crucero? El caso es que ahí estaban Aura Garrido y su amiga, dispuestas a vivir aventuras, y se encontraron un panorama digno de Foster Wallace cuando escribió 'Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer'.
El caso es que ahí estaban Aura Garrido y su amiga, dispuestas a vivir aventuras, y se encontraron un panorama digno de Foster Wallace cuando escribió 'Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer'
«No, no tenía nada que ver con un crucero, en plan siete noches por el Caribe», pero ellas eran estudiantes y el pasaje salía muy barato. «Iba más despacio que si fueras nadando y al llegar a San Petersburgo te dejaba allí un par de días y luego hacía el mismo viaje, pero de vuelta». Una vez a bordo se dieron cuenta del percal: era un barco pensado para que los estudiantes se pegaran las juergas de su vida mientras iban a visitar la ciudad rusa. «Era todo surrealista, como estar en 'Alicia en el país de las Maravillas'», se ríe. «No daba crédito con aquel lugar, era un barco gigante lleno de posadolescentes, que en realidad iban de fiesta y a comprar alcohol barato».
Con la misma amiga, años después, se fue a hacer un viaje algo menos barato, a la isla de Saint Vincent, cerca de las Barbados. «Nos perdimos con el GPS, y aparecimos mi amiga y yo con el coche, en un sitio que no sabíamos dónde estábamos». Como ando justo de geografía, he mirado en Google y veo que Saint Vincent es una isla más bien pequeñaja, y con una sola carretera que la atraviesa de punta a punta, en línea más o menos recta. «Sí, sí, pues en esa nos perdimos», se ríe.
«Empezamos a dar como vueltas en círculo. Nos metimos por un sitio en dirección prohibida porque no vimos el cartel. De repente estábamos en una carretera estrecha y con un precipicio, y nos aparece una fila de coches viniendo de frente. Tuvimos que tirar marcha atrás y dar la vuelta, y luego casi nos atropella un autobús». Salieron indemnes.
Le hago notar que a lo mejor su compañera de viaje es un poco peligrosa. Y lo admite sin arrepentimiento alguno: «Este tipo de cosas nos suelen pasar mucho, sobre todo cuando viajamos ella y yo juntas. Cosas muy locas. Pero es que a mí me fascina. estos viajes me encantan».
Su último 'viaje' es la película 'Amanece', de Juan Francisco Viruega, en la que precisamente un trayecto de una madre con sus dos hijas es el hilo conductor de la historia. La rodaron en Almería: «La primera parte en otoño, con menos horas de luz, con mucho frío en el desierto». La segunda y la tercera, «en primavera, medio año después, con muchas más horas de luz y muchísimo calor en el desierto». Y es que ese paisaje acaba siendo un personaje más de la cinta, que «atraviesa las vidas y las situaciones de estas mujeres, es absolutamente sobrecogedor, de una belleza absoluta y además es muy sensorial, con el olor, el mar, la sal, el calor extremo, el frío extremo, el viento…»
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