Penélope, el éxito con la melena suelta
la dorada tribu
Suena para un Oscar, por su papel en 'Ferrari', pero su celebridad se reavala, porque la vida es lo que va por ahí pasando, entre premio y premio de la madrileña, que aúpa la cotización con cambiar de peluquero
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Penélope, nominada a los premios del Sindicato de Actores por 'Ferrari'
Penélope Cruz es el éxito con el pelo suelto, que es como decir que es muchas noticias en una: estrenos, hijos, casorio, reestrenos, Oscar y pósteres de la española que más funciona. Eso, y la evidencia de que en España la envidia es el rayo ... que no cesa. No voy ahora a discutir aquí si Penélope es o no es Emma Thompson, pero nos cuesta un trabajo reconocer que si alguna famosa de verdad tenemos por el mundo, ésta es Penélope. Ahora vuelve de reina de la cosa, mientras suena para un Oscar, por su papel en 'Ferrari', pero su celebridad se reavala, porque la vida es lo que va por ahí pasando, entre premio y premio de Penélope, que aúpa la cotización con cambiar de peluquero.
Penélope no nos da nada más que disgustos. Hasta tiene la Insignia de Caballero de las Artes y las Letras, entregada en Francia. Le hice la primera entrevista, siendo ella adolescente, y desde entonces le tengo ley fija y devoción rotunda. Cuando yo la frecuentaba, antañazo, venía siempre reatareada de carpetas, guiones, apuntes y más artesanías del bachillerato de sí misma, que era más o menos lo que estudiaba. Era como quedar con tres estudiantes en una. Yo le sacaba siempre el tema de sus urgencias extremas, y ella siempre me salía con lo mismo:
—Pues vas a tener razón. Parece que voy a apagar un incendio.
Nació en Alcobendas, y se ha llevado un Oscar, compartiendo escenario con Sofía Loren. En su momento, Woody Allen vio en Penélope un voltaje erótico o sexual, mayormente cuando va despeinada de melenón salvaje y libre de escotazo de chica que merienda alegría. Eso mismo ya lo vio en su día Fernando Trueba, y Bigas Luna, todavía antes. El personal va equivocado, ya, en el empeño de ver a Penélope sólo de protagonista de portada, porque por encima o por debajo de estos carteles de la fama, navega su carrera de actriz, con esplendor irreversible.
Una estrella de Hollywood
No es fácil salir del barrio madrileño, como ella, con sólo un hatillo de ilusión, y acabar posando pronto, con naturalidad escalofriante, junto a Bob Dylan, o acabar metida en la cama con Charlize Theron, aunque sea por exigencias de guión, y aún mejor si es así. No me gusta la práctica del odio al talento, porque quien admira se hace mejor, pero yo aprecio aún un odio entornado a Penélope, que ha empleado su vida aún en hacer una carrera, y no en fingirla, que es lo que hacen otros u otras. Aquí, a menudo, los malvados, que son también malvadas, han querido abreviarla en Pe, con ironía fácil de chismosos, pero Pe es Penélope Cruz, el nombre de la chica de Alcobendas que posaba con un Oscar propio, entre Kate Winslet y Sean Penn, para la foto histórica y planetaria del momento.
Almodóvar ha descubierto en ella una novia para toda la vida, y ella en Pedro tiene a un consorte otro, más allá o más acá de Bardem. Sólo Antonio Banderas y ella pasean por las alfombras de Hollywood como por su barrio. Antonio se ha hecho rico sin necesidad de convertirse en Rambo. Penélope tampoco ha parado, y aquí las jóvenes de su gremio, y de otros, quieren ser como ella, aunque no lo digan. Que sí lo dicen. Ya no parece que vaya a apagar un incendio. Pero sí que vive en vísperas del siguiente premio. Previa visita al peluquero.
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