Paul Auster, desde la 'tierra del cáncer', admite que 'Baumgartner' puede ser su último libro
El novelista combate la enfermedad, que apareció hace un año, cuando finalizaba su última novela, publicada este otoño
Siri Hustvedt revela que su marido, Paul Auster, tiene cáncer
![Paul Auster](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/12/15/paul2-RsUyPZSR2n1THGxlftAcYxM-1200x840@abc.jpg)
«Cuando llega a la primera casa y llama a la puerta, el capítulo final de la saga de S.T. Baumgartner comienza». Esa es la última frase de 'Baumgartner', la novela más reciente de Paul Auster, publicada este otoño. Podría ser su ... último libro. El escritor y cineasta estadounidense, a sus 76 años, lucha contra el cáncer desde hace un año, una enfermedad que anunció su mujer, la también escritora Siri Hustvedt, el pasado marzo.
«Mi marido ha sido diagnosticado con cáncer en diciembre, después de haber estado enfermo varios meses antes», escribió Hustvedt en su cuenta en Instagram. «He estado viviendo en un lugar que he dado en llamar Cancerland ('la tierra del cáncer', en inglés)», prosiguió, antes de detallar que Auster estaba siendo «bombardeado con quimioterapia e inmunoterapia».
Casi un año después de su diagnóstico, el cáncer no ha desaparecido. Ni Auster ni Hustvedt han dado detalles sobre el tipo de enfermedad que padece ni sobre su gravedad. Pero el novelista teme que esa frase sobre el protagonista de su novela, un final abierto para un Baumgartner con muchos paralelismos con el propio autor -septuagenario, intelectual, judío, de New Jersey, agraciado con una relación sentimental que se alarga durante décadas- sea la última que salga de su literatura poderosa.
«Siento que mi salud es lo suficientemente precaria como para que esto pueda ser lo último que haya escrito», confiesa sobre la novela en una entrevista reciente con 'The Guardian'. También explica que la lucha contra la enfermedad le ha forzado a dejar de escribir: «El tratamiento ha sido constante y realmente no he trabajado».
La última vez que se le vio en público a Auster en Nueva York, su ciudad, fue en agosto del año pasado, en la escalinata de la Biblioteca Pública, en un acto de solidaridad con Salman Rushdie, que acababa de ser apuñalado por un radical islamista. Y la última foto de Auster la publicó en abril Hustvedt, también en su red social. El cáncer, como cualquier otra enfermedad, «es parte de la historia de una vida, y la vida siempre está cambiando», escribía entonces la pareja del novelista. Auster aparecía con un gorro de lana sobre una cabeza «casi calva», decía Hustvedt, con gafas de sol y bañado del sol de primavera en el patio de su casa en Park Slope, el barrio de Brooklyn en el que vive desde hace décadas.
La imagen la sacó su yerno, Spencer Ostrander, con quien Auster había publicado pocos meses antes su anterior libro, 'Un país bañado en sangre'. Es una obra corta, a medio camino entre el ensayo y las memorias, sobre la violencia con armas de fuego en EE.UU., con fotos de Ostrander.
Novela concisa
'Baumgartner' también es concisa, una novela de apenas doscientas páginas, lejos de tochos monumentales recientes como '4 3 2 1' -casi mil páginas que fueron candidatas al premio Booker en 2017- o 'Burning Boy', la biografía del poeta Stephen Crane que ocupó otras ochocientas. Pero en ella entran muchos elementos repetidos en la literatura de Auster: la memoria, el azar, la coincidencia, el dolor, la obsesión. También, el sentido de la vida y de la muerte.
Quizá Auster mira ahora a esta última a la cara. Pero nunca le ha sido ajena. Su abuela mató a su abuelo de un disparo, un episodio que Auster no desveló hasta 'Un país bañado en sangre'. En la adolescencia, en un campamento de verano, un chico que estaba a su lado murió por el impacto de un rayo, lo que le marcó para siempre. La tragedia fue desoladora con su primer hijo, Daniel, que caminó desde la adolescencia sobre el precipicio de la droga. En noviembre de 2021, su hija, nieta de Auster, falleció con solo diez meses. Daniel se había inyectado heroína y se quedó dormido al lado del bebé. Cuando despertó estaba muerta y le inyectó Narcan, un medicamento contra las sobredosis. La causa de su muerte fue intoxicación por heroína y fentanilo y fue acusado de homicidio imprudente. En abril del año pasado, pocas horas después de que fuera soltado por primera vez en libertad condicional, Daniel apareció tirado en el suelo de una estación de metro de Brooklyn, inconsciente, con sobredosis. Murió seis días después.
La muerte, presente
El fallecimiento de su hijo y de su nieta y el diagnóstico de su cáncer coincidieron con el alumbramiento de 'Baumgartner'. Es difícil calibrar el impacto en la novela, pero la muerte tiene una presencia constante en S. T. Baumgartner, el protagonista, un profesor de Princeton. Un evento absurdo, una ola, acabó con la vida de su mujer, Anna, diez años antes de cuando se sitúa la acción de la novela, entre 2018 y 2020. Baumgartner detalla la amputación vital que supone la pérdida de su mujer, por la que el protagonista siente una devoción que hace recordar a la de Auster y Hustvedt.
La muerte accidental de Anna, escribe Auster, hace que Baumgartner encuentre la religión «o lo que se entiende por religión para un hombre que no tiene ninguna y que no cree en nada más que en la obligación de encontrar buenas preguntas sobre lo que significa estar vivo, incluso aunque sepa que él nunca será capaz de responderlas». Y, sobre la imposibilidad de recuperarse de la muerte de la persona amada: «Vivir es sentir dolor, se dijo, y vivir con miedo al dolor es negarse a vivir».
Es evidente que el dolor es un compañero en 'Cancerland', la 'tierra del cáncer' que ahora habita Auster. El último mensaje en el que Hustvedt da detalles de la enfermedad de su marido es de finales de agosto, poco antes de que la escritora viajara a España para ser investida como doctora 'honoris causa' por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander.
«He estado en silencio porque el territorio aquí en 'Cancerland' ha sido confuso y traicionero», contaba Hustvedt sobre la enfermedad en un mensaje que acababa con luz sobre su marido: «Fuerte y sin quejas, con el humor intacto, ha hecho de el tiempo pasado con su enfermedad, que ha durado casi un año, algo bello, no feo».
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