Oppenheimer, el genio que sintió manchas de sangre en su destino
'tierra trágame'
El padre de la bomba atómica tuvo que lidiar interiormente contra las consecuencias de su invento para cerrar la Segunda Guerra Mundial: cien mil muertos en Hiroshima. No era tan seguro que Japón no se fuera a rendir
El after más caro de la historia: resacón en Las Vegas de internet

#Se acabó, este es nuestro hashtag sobre el que se pretende levantar el #Metoo español, un repello múltiple de cal viva al muro de la vergüenza si lo hubiere (lol) en los ámbitos laborales nacionales desatado por el caso Rubiales. Un #SeAcabó que valdría ... para otro acabose: Hiroshima y Nagasaki.
Porque se acabó la Segunda Guerra Mundial. Y, quizá, la inocencia. Podemos aniquilarnos, un gran hito científico (sin ironía alguna). Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica, un 'Tierra trágame' complejo, le dijo al presidente estadounidense Truman: «Siento que tengo las manos manchadas de sangre». El otro le dijo que él más, como consuelo. El copiloto del Enola Gay tras lanzar el artefacto escribió en su bitácora: «Dios mío, ¿qué hemos hecho?». En Hiroshima, con 245.000 habitantes, murieron cien mil personas. A sumar otros cien mil heridos.
Unas cifras con las que no contaba el genio del Proyecto Manhattan. Tampoco se previeron los efectos de la radiación. La 'cencia', que dicen los trolls de Twitter. Y sus secuelas: bebés de cabezas más pequeñitas, y al resto anemia, envejecimiento acelerado, debilidad de por vida, problemas sexuales… y eso entre quienes sobrevivieron a la bomba y a la radiación inicial, ojo: los hibakushas.
Como corría el peligro de que la Alemania nazi desarrollara la gran bomba, los científicos Albert Einstein y Leó Slizard alertaron al Gobierno de Estados Unidos, que creó un equipo comandado por Oppenheimer para adelantarse (los otros ni la consiguieron). No por ello, Alemania acabó derrotada. Y Hitler se suicidó. Hay historiadores, tras posteriores desclasificaciones documentales, que defienden, que se sabe, que Japón buscaba rendirse realmente, antes de Hiroshima y Nagasaki, y que, por tanto, aparte de dar carpetazo brutal al gran asunto de golpe y bombazo, contener bajas propias, también era un aviso de lo grande que la tenían a la Unión Soviética, que entraba por Manchuria, dando inicio a lo que se llamó Guerra Fría.
Oppenheimer creyó que la bomba garantizaría la paz. Y, luego, no fue partidario de desarrollar la Bomba H e hizo conferencias por Europa avisando de los peligros de los hongos atómicos. ¿Se arrepintió de su labor? ¿Importa? Su frase más histórica y equívoca fue: «Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos», extraída del hindú 'Bhagavad Gita', justo cuando vio el resplandor silencioso en la prueba de Los Álamos. Se trata de una conversación entre el guerrero Arjuna, que no quiere luchar contra sus hermanos y mancharse de sangre fraterna, y el dios Krishna, que es quien pronuncia verdaderamente la cita y convence a Arjuna Oppenheimer para ejercer su rol en este casó de luminaria de la física teórica, que no puede desviarse de su destino, por ser superior a él mismo.
En 1946, se publicó en 'The New Yorker' el probablemente reportaje periodístico más famoso de la historia, 'Hiroshima', de John Hersey, que se inicia así: «Exactamente a las ocho y quince minutos de la mañana, hora japonesa, el 6 de agosto de 1945, en el momento en el que la bomba atómica relampagueó sobre Hiroshima, la señora Toshiko Sasaki acababa de ocupar su puesto en la oficina de planta y estaba girando la cabeza para hablar con la chica del escritorio vecino...». También leemos en esta narración del abismo: «Cuando entró en los arbustos, se dio cuenta de que había unos veinte hombres en el mismo estado de pesadilla: sus caras completamente quemadas, las cuencas de sus ojos huecas, y el fluido de los ojos derretidos resbalando por sus mejillas (debieron estar mirando arriba cuando estalló la bomba)». ¿Lo leería el científico? ¿Y Christopher Nolan? ¡Boom! Una bomba a tu conciencia, a la conciencia del mundo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete