¿Una niña? Polémica en torno a la estatua togada de Pompelo
La experta alemana Carmen Marcks-Jacob explica las claves que apuntan a una estatua femenina del siglo I d.C.
Otros investigadores discrepan: «Hay argumentos de todo tipo que invalidan esta propuesta»
Giro en la novelesca historia del 'Togado de Pompelo': representa a una niña, no a un varón

«¿Habrán mirado debajo de su túnica?». Carmen Marcks-Jacob responde con humor a la broma que corre desde que ayer se conocieron las conclusiones de su investigación sobre el hasta ahora denominado 'Togado de Pompelo', que apuntan a que representa a una niña ... y no a un varón como se creía. «No, no», dice esta experta alemana de la Universidad Humboldt de Berlín, que basa la propuesta que ha presentado con Hans Rupprecht Goette al Gobierno de Navarra en las características iconográficas de la estatua romana de bronce.
«Hay dos argumentos importantes (que indican que es una representación femenina). La estatua lleva una túnica larga hasta los pies bajo la toga y solo se representaba así a figuras femeninas, a niñas o a mujeres. Por fuentes escritas (cita a Propercio 4,11, 33-35 y a Cicero en su discurso contra Verres 2.1.113), sabemos que la toga praetexta que viste sobre la túnica la llevaban las niñas, solteras y nacidas libres, o sea las que tenían la ciudadanía romana, hasta la pubertad o hasta que se casaban», subraya en conversación telefónica con ABC. Según su explicación, las adultas llevaban una estola ('stola') sobre la túnica y los niños, al convertirse en hombres adultos, vestían la toga 'virilis', sin la franja roja sobre una túnica corta. «En la estatuaria romana hay varios ejemplares de niñas representadas con la toga praetexta», remarca, porque esta estatua es «¡única en bronce entre las estatuas de niñas particulares, no en mármol!», aclara. Por la vestimenta y la altura de la estatua, de 1,27 metros, la especialista alemana calcula que representa a una niña de entre 10 y 12 años.
La profesora recuerda que «cuando se encontró la estatua a finales del siglo XIX, se dijo que era femenina» y el historiador Julio Altadill la identificó entonces con la diosa Ceres. La figura togada, ahora expuesta en el Museo de Navarra, sostiene en la mano derecha unas espigas de trigo que «se relacionan siempre con Ceres, la diosa de la fertilidad, o con Proserpina, su hija, que fue raptada por Júpiter y entró en el Hades, el mundo de los muertos. Las amapolas y las espigas de trigo eran un atributo muy usual en estatuaria femenina», continúa esta experta, que rechaza que la figura sostenga un paño denominado 'la mappa' o un 'aspergillum', como han propuesto otros estudiosos. Dice que se sabe cómo era este utensilio para rociar con agua en ceremonias religiosas «y tampoco se corresponde».
«Por su tipología», esta doctorada en la Universidad de Colonia, con una tesis sobre la representación estatuaria de particulares en Hispania, data la pieza en la primera mitad del siglo I d.C., antes de lo que se había fechado hasta ahora. Argumenta que el aspecto actual de la estatua no es el original. Cuando se encontró durante unas excavaciones en Pamplona en 1895, «tenía tres agujeros grandes, que en los años 80 se taparon, pero por una fotografía de 1911 sabemos dónde estaban esos orificios y que su drapeado tenía como un lazo que caía por delante del vientre. No es el tipo de toga que se reconstruyó, llevaba otro tipo de toga, otro drapeado. Por sus partes originales, por los pliegues y por cómo cae la túnica sobre los pies, la estatua es de la primera mitad del siglo I d.C.». Marcks-Jacobs se inclina a pensar que data «del periodo 1-37 d.C, de época tardoaugustea-tiberiana».
En su opinión, es posible que la estatua togada fuera una representación en un monumento funerario para una niña. «Se halló en el Casco Viejo de Pamplona, no en una necrópolis, pero las estatuas de bronce se llevaban para fundir al centro de las ciudades en época antigua tardía. Quizá fue lo que pasó y la estatua escapó de ese destino de ser fundida», comenta.
Sin embargo, la experta cree más probable que formara parte de «un monumento honorario familiar, erigido en el foro julio-claudio de la ciudad, que se trasladó al foro flavio cuando éste se construyó y reemplazó al primer foro». Según explica mencionando las excavaciones dirigidas por María García-Barberena, a finales del III d.C. hubo un gran incendio que afectó al foro de Pompelo y los habitantes de la ciudad lo desmantelaron después. «La estatua se encontró entre los restos de ese foro flavio, aunque es más antigua. Quizá quedó a finales del III d.C. entre los escombros del foro flavio y así sobrevivió», señala la investigadora, que dio cumplida explicación de todo y mostró ejemplares de niñas representadas con toga praetexta en una conferencia este lunes en Pamplona, que podrá verse pronto en Youtube.
La arqueóloga García-Barberena confirma a ABC que «debió de existir un foro comercial, no jurídico», anterior al construido en época flavia, cuando la población promocionó como municipio, ya que se han hallado restos estructurales reutilizados. Indica que estaría ubicado «bastante más al este de la zona donde apareció la estatua togada». La pieza de bronce se encontró «en el contexto del derrumbe del foro flavio», por lo que cree más probable que datara de esa cronología, más aún si representa a un particular. «Hay muchos interrogantes, muchos matices que no se han resuelto», opina.
«Problemas jurídicos e iconográficos»
«Esta hipótesis no es nueva. Marcks-Jacobs la mantiene desde 2005» y «ninguno de los expertos en estatuaria romana en España la comparte por todos los graves problemas que implica desde el punto de vista jurídico e iconográfico», comenta Luis Romero, investigador Juan de la Cierva en la Universidad Complutense de Madrid, citando la intervención de la investigadora en la V Reunión de la Escultura Romana en Hispania, que se publicó en 2008 con el título 'Las estatuas femeninas en Hispania: consideraciones acerca del concepto de ciudadanía visto a través de los signos externos'.
Gracias al estudio 'A rediscovered «togatus» from Pompelo' que este arqueólogo e historiador publicó junto a Rubén Montoya en los 'Cuadernos de Arqueología' de la Universidad de Navarra en 2015, la estatua regresó a Pamplona en 2022 como préstamo y fue finalmente adquirida por el Gobierno foral en 2023. El propietario de la obra, un coleccionista estadounidense, leyó el artículo y se puso en contacto con Romero, que avisó al Servicio de Museos del Gobierno de Navarra. Llevaba más de un siglo en paradero desconocido.
En aquel estudio, Romero indicó que se trata de una estatua masculina de bronce de un personaje togado, uno de los trece conservados en todo el mundo (en la península Ibérica únicamente se conoce otro, el togado de Periate), datado en la primera mitad del siglo II. Así sigue pensando años después.
«Es verdad que la estatua presenta iconográficamente aspectos particulares, como el objeto de la mano y el tratamiento final de la túnica, que tapa completamente los pies. Se aleja de la típica representación togada», señala este experto. «Pero en fuentes clásicas como Cicerón y Suetonio «tenemos atestiguada la túnica talaris, una túnica masculina larga y con manga cortaC, remarca el historiador. Aunque Marcks-Jacobs apunta al respecto que «la túnica talaris no se combinaba con la togaV
Romaro fue el encargado de presentar la estatua togada a los especialistas que participaron en la XI Reunión de Escultura Romana en Hispania celebrada el pasado 17 de octubre en el Museo de Navarra y organizada por la UNAV y recuerda que «Goethe fue el único que alzó esta voz discordante y dio su opinión en petit comité». En opinión de este investigador, «hay argumentos de todo tipo para invalidar esta propuesta». La principal es que «la toga es el símbolo del ciudadano romano» y si «los hijos de ciudadanos romanos vestían toga praetexta, llevaban un colgante, la bulla, para que quedara claro que aún no eran ciudadanos romanos». «Una niña no podía vestir la toga, no puede ser una niña», afirma.
«Decir que una mujer romana puede vestir una toga crea un problema jurídico» porque «no hay ninguna fuente clásica que hable de mujeres que lleven toga, ni registros arqueológicos», continúa este experto. A su juicio, Marcks-Jacobs entra en contradicciones porque «se basa solo en iconografía y por otra parte dice que es un 'unicum', que no hay nada parecido».
Romero admite que el elemento que porta la estatua podrían ser espigas, «pero es extraño que porte varias que estén unidas» y también discrepa con el cambio de cronología de la pieza. «Es imposible que sea del siglo I por los contextos arqueológicos», sostiene, dado que la estatua se encontró durante unas excavaciones en la calle Navarrería, «probablemente en el número 16, y a pocos metros, en la plaza de la Navarrería se excavó el muro de aterrazamiento del foro, muy bien datado en época flavia».
Para este historiador no hay duda de que la construcción del foro es de época flavia (del 69 al 96 d.C). Aunque «hay contextos anteriores en otros puntos de Pamplona, no en esta zona» y «desconocemos si hubo un foro anterior», añade Romero, que espera a la publicación de las investigaciones de Marcks-Jacobs para argumentar su respuesta en otro artículo.
Tampoco Javier Andreu, catedrático de Historia Antigua y director del Diploma en Arqueología de la Universidad de Navarra, está de acuerdo con la interpretación del estudio de Marcks-Jacobs, ni tampoco «la mayor parte de la opinión autorizada». En la XI Reunión de Escultura Romana, «sólo hubo una voz discordante, la de Hans Goette, a la propuesta general de interpretación: un togado masculino, eso sí, con un raro acabado en la parte inferior de la toga y con un objeto difícil de identificar en una de sus manos. Pero nadie dudó que se tratase de una representación varonil», señala.
En dicho encuentro, Andreu recuerda que colegas como el profesor Pedro Rodríguez Oliva, de la Universidad de Málaga, o Isabel Rodà, de la Universitat Autònoma de Barcelona, plantearon que el objeto que lleva en la mano la estatua fuese, efectivamente, una espiga de trigo -y no un aspergilum para ceremonias rituales- «y que la representación, al ser varonil, fuese la de un genio, una divinidad de la protección y de la prosperidad que, a veces, lleva este tipo de atributo». Asegura que tanto Romero como él ha hablado con algunos «y se reafirman en que una mujer no es».
Andreu coincide con Romero en los problemas que suscita la datación en la primera mitad del siglo I, dado el contexto flavio en que se encontró la estatua. También en el argumento jurídico que, en su opinión, invalida la propuesta. «Si a los varones no se les permitía llevar toga antes de los 16 años, ¿realmente es posible que se les permitiera llevarla a las niñas? Además, falta la marca del pecho bajo la toga, que suele ser un elemento habitual como atributo de las representaciones femeninas. Piénsese que la romana es una sociedad marcadamente masculina y en la que las marcas de distinción social -en este caso de condición ciudadana- eran bastante rígidas, así como la separación del modo de vestirse las mujeres -con stola- de los varones -con toga, si eran ciudadanos-».
«Con razón apunta Carmen Marcks que se trata de un unicum, sin paralelos. Porque es imposible que los haya... », añade el profesor, que afirma que en las fuentes faltan alusiones a ese uso femenino de la toga praetexta, esencialmente masculino. «Todo procede de una interpretación de las representaciones iconográficas que ella considera femeninas. Pero en las fuentes (Suetonio, Plinio) hay noticias de procesos contra individuos que usurpasen la toga». A su juicio, la lectura femenina de la toga «es la lectura más difícil posible».
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