Nacho Duato, despedida y cierre
La Compañía Nacional de Danza dice adiós en la Zarzuela al que ha sido su director durante veinte años
Hoy vuelve al teatro de la Zarzuela la Compañía Nacional de Danza. No es, sin embargo, una actuación más ya que, si no sucede nada inesperado, será la última del conjunto con Nacho Duato al frente; el coreógrafo valenciano concluye el día 31 de julio su contrato, y ese día pondrá fin a veinte años de luces (muchas) y sombras (alguna) en el conjunto dependiente del Ministerio de Cultura.
El teatro de la Zarzuela —el mismo escenario donde se produjo su presentación, en diciembre de 1990— acogerá a la CND hasta el próximo 4 de julio. El programa es un ejercicio de nostalgia, ya que se cierra con la misma obra que sirvió a Duato como carta de presentación: «Arenal», una hermosa pieza creada a partir de las canciones de María del Mar Bonet; como entonces, la cantautora balear las interpretará en directo. Otra emblemática obra de Duato —«Remansos», sobre música pianistica de Enrique Granados— y un estreno absoluto —«Aksak», del albanés Gentian Doda— completan este especial programa.
«No espero hacer una revolución ni a establecer nada —dijo Duato a ABC al día siguiente de su nombramiento, en diciembre de 1989—; lo que quiero, simplemente, es que el Ballet se desarrolle poco a poco, que cambie de imagen, de estilo. Vengo, en buena medida, por los bailarines».
Se equivocaba. Sí hubo revolución. Duato se tuvo que enfrentar en sus primeros meses de mandato a la ressistencia de una parte de la Compañía que se sentía discriminada —se hablaba entonces de «blancos» y «negros»—, soportó una huelga y escuchó voces críticas contrarias al golpe de timón estilístico dado por el conjunto. El coreógrafo valenciano resistió las embestidas y consolidó su proyecto apoyado en el prestigio y el éxito internacionales de la compañía, en la indiscutible calidad de su trabajo y de sus bailarines, en un favorable entorno «intelectual» (que se ha ido diluyendo con los años) y en la aprobación de los sucesivos ministros de Cultura (y de sus equipos).
Es mucho lo que Nacho
Duato ha conseguido en estos veinte años con la Compañía Nacional de Danza, a la que ha llevado a escenarios importantes —el colofón serán sus actuaciones, del 26 al 30 de julio, en el Bolshoi de Moscú— y a la que ha convertido en una de los principales conjuntos dentro del panorama de la danza contemporánea. Su haber, por tanto, es grande, pero en el debe ha de anotarse un creciente personalismo, traducido a menudo en declaraciones destempladas (para esta despedida, sin embargo, ha optado por el silencio) y la conversión de la CND —un conjunto público con sus exigencias propias— en prácticamente una compañía de autor. De hecho, más de la mitad del repertorio del conjunto lo componen obras de Duato. Llevan su firma cuarenta y seis coreografías, frente a las cuarenta y tres creadas por los dieciséis coreógrafos invitados. Llama la atención que en veinte años Duato haya considerado que sólo dos coreógrafos españoles (Ramón Oller y Yoko Taira) estaban capacitados para entrar en el selecto club de invitados de la CND.
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