Las Vegas: de cementerio de elefantes a mina de oro del pop
Adele factura dos millones de dólares por noche y U2 se muda la Ciudad del Pecado este otoño para hacer saltar la banca
'Modo Ryanair': el polémico sistema que amenaza con inflar los precios de los conciertos
![La cantante Adele, durante una de una de sus actuaciones en Las Vegas](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/08/11/adele-fuego-RP7y5L0b7msuFYBYi6AkVuI-1200x840@abc.jpg)
La última vez que Adele pisó un escenario español, allá por 2016, la cantante británica, todo desparpajo dicharachero y risotadas como de central termonuclear, sorprendió al público relatando con pelos, señales y alguna que otra traza de escatología, una de sus antaño ... legendarias cogorzas. Dentro cita. «La última vez que canté en Barcelona, la noche antes del concierto, me tomé ocho pelotazos de sangría y me llevé dos botellas de vino al hotel. En esa época me lo bebía todo. Al despertar, la habitación estaba bañada en sangre. Luego supe que vomité a lo bestia y la sangría quedó esparcida por toda la habitación», explicó. Y acto seguido, tachán, cantó 'Skyfall' como los ángeles. La risa, vamos.
No consta que la de Tottenham siga aireando intimidades como esta sobre el escenario aunque, en realidad, la única manera de descubrirlo ahora mismo es volar a Las Vegas, soltar un buen puñado de billetes en la taquilla del Caesars Palace y, si hay suerte, conseguir una localidad para la segunda residencia de la cantante inglesa en la ciudad, una tanda de conciertos que arrancó a mediados de junio y se extenderá hasta el próximo mes de noviembre. La primera, 30 actuaciones entre noviembre de 2022 y marzo de 2023, facturó más de 70 millones de dólares y confirmó que Las Vegas hace tiempo que ha dejado de ser un cementerio de elefantes, un refugio de 'crooners' caducos y divas en horas bajas, para convertirse en una mina de oro para el pop.
Vicio y perdición
Lejos quedan los días en que la ciudad de los casinos era (sólo) vicio, perdición y decadencia vestida de etiqueta. Un gigantesco neón alumbrando carreras que se precipitaban al vacío, 'big bands' con la pajarita ladeada y, vaya, Sammy Davis Jr. cantando 'Mr. Bojangles' y 'Begin The Beguine' en el Bally's Grand y el Caesars Palace por millonésima vez. «Las Vegas es el lugar al que vas a morir, ¿verdad? Es el cementerio de elefantes», que decía sir Paul McCartney en 2020, hace la friolera de tres años. Pero eso, parece, es historia antigua; un bache en el camino de un paraíso artificial que las estrellas del pop vuelven a tener en el punto de mira. ¿Objetivo? Hacer saltar la banca. Literalmente.
Se estima que, por cada uno de los conciertos de este año, Adele se embolsará dos millones de dólares. Lanzó su último disco, '30', en 2021, actuó dos noches en Hyde Park en 2022 y directa a Las Vegas. ¿Su última gira mundial? Ahí la tienen, en el cada vez más lejano 2017. Como para acordarse de la sangría y de las borracheras de cuando actuaba ante 500 personas. «La enormidad del espectáculo y su éxito es tan impactante que llora un poco antes o incluso después de los espectáculos», reconocía hace unos días una fuente cercana a la cantante a 'The New York Post'. Lo de ver la cuenta corriente crecer y multiplicarse, quién sabe, quizá también tenga algo que ver.
Habrá que preguntárselo a Kylie Minogue, una de las últimas en subirse a la locomotora de Las Vegas con una residencia que la llevará al Voltaire, el nuevo teatro del resort The Venetian, a partir de noviembre. O, ya puestos, también a U2, quienes décadas después de rodar en las calles de La Vegas el videoclip de 'I Still Haven't Found What I'm Looking For', regresan el 29 de septiembre a la ciudad con 'UV Achtung Baby Live At Sphere': 25 noches en el Sphere, un futurista escenario de 20.000 localidades construido especialmente para la ocasión también en The Venetian. ¿El precio de las entradas? A partir de los 130 dólares y subiendo. «Got a whole lot of money that's ready to burn / So get those stakes up higher», que cantaba Elvis Presley, el más ilustre embajador de la Ciudad del Pecado, en 'Viva Las Vegas'.
El estigma de la decadencia
«U2 no ha tocado en directo desde diciembre de 2019 y necesitamos volver al escenario y ver de nuevo las caras de nuestros fans. ¡Y qué escenario tan único están construyendo para nosotros ahí fuera en el desierto!», aseguró la banda irlandesa al anunciar una tanda de actuaciones en las que no estará Larry Mullen, batería de la banda, por motivos de salud. «Hay una especie de idea, no quiero llamarlo estigma, de lo que te ocurre si vas a Las Vegas, pero algunos de mis artistas favoritos lo han hecho, así que no lo veo como algo negativo», justificó hace unas semanas The Edge, guitarrista de la banda.
![Elvis Presley: Viva Las Vegas](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/08/11/efe2-U02222422554Spm-624x350@abc.jpg)
Lo mismo han debido pensar Elton John, Lady Gaga, Cher, Rod Stewart, Bruno Mars, Keith Urban y Britney Spears, protagonistas de algunas de las residencias más lucrativas de los últimos años. El autor de 'Rocket Man', por ejemplo, facturó 300 millones de dólares sumando las dos tandas de 'residency show' que realizó entre 2004 y 2018. «Las Vegas es como un segundo hogar para mí», llegó a decir el inglés. ¿Cómo no iba a serlo cuando la primera gran estrella de la ciudad fue, allá por 1944, el excesivo y extravagante pianista Liberace, antecedente más o menos directo el británico? Él fue el primer rey de los casinos y el que abrió camino a todos los demás.
A la vuelta de la esquina esperaban Louis Prima, Mel Torné, Edith Piaf, Maurice Chevalier, Tommy and Jimmy Dorsey, Benny Goodman, Dinah Shore y, claro, Frank Sinatra,el auténtico capo de Las Vegas. A su lado, el infatigable Rat Pack. Y a su espalda, un Elvis Presley que, exprimido y maniatado por su mánager, convirtió en International Hotel en su base de operaciones y en el ombligo del mundo. 636 conciertos entre 1969 y 1977 y un desencanto creciente que acabó de la peor manera posible: con un cóctel de codeína, diazepam, metacualona y fenobarbital y un infarto letal el 17 de agosto de 1977.
También ahí nació la imagen de Las Vegas como lujosa necrópolis, cementerio de estrellas fugaces al que se enviaba a pastar a Wayne Newton, Barry Manilow y Engelbert Humperdinck, mientras los turistas se jugaban la pensión en las mesas de 'blackjack'.
Los récords de Céline
Pasaron los ochenta, también parte de los noventa, y la reputación musical de Las Vegas no remontaba. Al contrario. Firmar un contrato ahí suponía enterrarse en vida. Tom Jones, fijo en la parrilla del Flamingo y el Caesars Palace durante casi tres décadas, sobrevivió, pero fue una de las pocas excepciones. Eran otros tiempos, una época en la que los músicos quedaron relegados por magos, humoristas y acróbatas de circo. «Tocar en Las Vegas es algo que he estado tratando de evitar toda mi vida», resumiría Paul McCartney.
![Céiine Dion, la reina de Las Vegas](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/08/11/celine2-U80222050457dDQ-624x350@abc.jpg)
Todo cambió con el fin de siglo, cuando Barbra Streisand despidió 1999 con el concierto más exitoso de la historia de The Strip y Céline Dion, plusmarquista del pop superventas, plantó bandera en el Caesars Palace en 2003. La canadiense fue, de hecho, la gran culpable de que la gente (y quien dice la gente dice la industria) dejase de ver a los artistas con residencia en Las Vegas como a leprosos a las puertas de un villorio. ¿Sus números? Poca cosa: 1.141 actuaciones en dieciséis años, 4,5 millones de entradas vendidas y más de 680 millones de dólares recaudados.
«Todo el mundo pensaba que estábamos locos, Las Vegas es el tipo de sitio la que vas en el ocaso de tu carrera», recordaba el promotor John Meglen en 2019, cuando se anunció el punto y final de una residencia con la que la intérprete de 'My Heart Will Go On' ha batido todos los récords imaginables.
Será por eso que, cada noche antes de salir a escena en Las Vegas, Adele repite el mismo ritual: besar un póster de Céline Dion que hay de camino al escenario.
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