¿Por qué tanta gente odia a Pearl Jam?
El libro 'Not For You. Pearl Jam, vivir en presente' plantea un nuevo y divertido enfoque para repasar la carrera del último superviviente del grunge

Cuando elegimos a un grupo como 'nuestro favorito' no sólo estamos expresando nuestras inquietudes artísticas, también nos estamos posicionando ante el mundo, nos estamos definiendo. Y especialmente durante la adolescencia, en esa decisión influye muchísimo lo cómodos que nos sentimos en sus conciertos. Si la gente que tienes a tu alrededor te parece molona y el ambiente hace que te sientas parte de algo, la elección se convierte en un juramento vital. Pero si vas a ver en directo a tu banda predilecta y los que tienes al lado son dos tipejos de Silicon Valley amantes del lacrosse y seguidores de Trump, tus convicciones se precipitan hacia el abismo.
Eso es lo que le pasó al crítico de música clásica Ronen Givony, y lo que le movió a escribir 'Not for you. Pearl Jam, vivir en presente (ed. Alianza)', un libro que traza una biografía de los últimos supervivientes del grunge pero no desde una perspectiva periodística, sino estrictamente fan. «Eran dos tíos blancos, altos y musculosos, con pantalones militares, gorras de béisbol y chanclas, a los que les gustaba Dave Matthews. Dicho de otro modo, la clase de gente que ves a montones en los conciertos de Pearl Jam», ironiza el autor, que desde aquella noche se pasó varios meses intentando comprender cómo podía ser eso posible. «Es fácil ridiculizar a esta gente, no son personas muy profundas», continúa Givony. «Sin embargo, me dio que pensar. Cómo explicar que, con todas nuestras diferencias políticas, laborales, educativas, durante dos horas y media estaríamos juntos, cantando, desafinando y creyendo, de manera poco lógica, que el mundo tenía solución (...) La respuesta es sencilla: eso es lo que ocurre en los conciertos de Pearl Jam, y para mí, en ningún otro sitio».
Paradójicamente, según Givony eso es también lo que hace que haya tanta gente que odia a Eddie Vedder y compañía. «Son como Poison. No es un grupo del que presumir en público. Una banda como Journey genera menos pitorreo, es mejor defender a Def Leppard», asegura exhibiendo sus dotes para provocar a los lectores, no sólo a los fans sino también a los 'haters'. Especialmente a los seguidores de su gran rival de Seattle. «Pearl Jam eran mejores que Nirvana», escribe con aparente convicción: «Mejores que Rage Against the Machine, que Fugazi, Sleater-Kenney o Pavement (...) Nadie en todos esos años grabó nada a la altura de 'Ten', 'Vs', 'Vitalogy', 'No code' y 'Yield' (...) Pearl Jam fue la bandas más famosa, influyente e imitada de los años niegan», dice pasándose de frenada por completo, como si en realidad quisiese meternos el dedo en el ojo para que los odiemos un poquito más.

A lo largo de este tocho de cuatrocientas páginas, Givony traza una biografía repleta de interesantísimas intrahistorias de cada una de las etapas del grupo, intercalándolas con recuerdos de las cincuenta y siete veces que ha ido a verlos actuar. Los retrata como unos defensores de la clase trabajadora, señalando que «en casi todos los conciertos hay un momento en el que Eddie se dirige al público de las localidades baratas y actúa para ellos», y demostrando que «con su música presentaban a sus seguidores temas como el racismo, la violencia policial, el derecho al aborto o los privilegios de ser blanco». Pero sobre todo divierte su perfil como caballero protector de su hinchada, explicando a fondo el conflicto que los enfrentó a Ticketmaster por el encarecimiento de las entradas, y hagiografiando algunos de sus más memorables éxtasis de solidaridad rockera, como este que presenció en Cleveland: «La música se ha apoderado de varios asistentes y algunos intentan subir al escenario mientras suena 'Porch', se suma más gente y los de seguridad empiezan a emplearse a fondo. Sin interrumpir la canción, Eddie ordena que los dejen en paz con un grito que podría oírse a kilómetros de distancia, '¡eh, dejadlos! ¡eh!'». No se corta vendiendo que el cantante es Jesucristo en la tierra, un tío de puta madre, equilibrado y comprometido, y se explaya al compararlo con su némesis Kurt Cobain. «Salta a la vista que Kurt y Eddie tenían cosas en común: eran autodidactas, de clase trabajadora, con padres divorciados. Eran líderes indecisos pero sabían promocionar su imagen, tenían ambiciones y principios, y también eran generosos, inteligente, sensibles y desprendidos. Y sin embargo las diferencias eran significativas. Más allá del drama fuera del escenario, Nirvana y Pearl Jam, y sobre todo sus cantantes, se mostraban en todo momento como polos opuestos. Las diferencias son sutiles y superficiales, íntimas y profundas. Kurt era guay por naturaleza, desprendía caos, glamour y cierta altivez, mientras que Eddie aparecía serio, complaciente y solemne».
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Entre las mil y un anécdotas que caben en el volumen hay momentos para la carcajada («¿cuál es la mejor forma de provocar una discusión entre fans de Pearl Jam? Preguntar cuál ha sido su mejor batería»), la sorpresa (resulta que Flea y Vedder se conocieron en una excursión por el parque Yosemite antes de ser estrellas) y la erudición, detallando al milímetro qué hacía cada miembro antes de formarse el grupo y cómo se conocieron. Pero lo mejor de este 'Not for you' ('No es para ti') es que nadie podrá escribir jamás un libro sobre Pearl Jam que sea ni remotamente parecido.
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