Niño de Elche: «Hace cien años ya existía la paranoia de que el flamenco se iba a perder, pero al menos no había psicosis por los cánones»
El cantaor publica 'Cante a lo gitano', una aproximación sui generis al repertorio Manuel Torre (1880-1933)
Los (peores) viajes oníricos y psicodélicos del Niño de Elche
![Niño de Elche](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/11/08/1-nino-RK3CFmogPlQhGra48Yj87AM-1200x840@diario_abc.jpg)
La obra de Niño de Elche se mueve tan grácilmente en la tensión que genera paradojas insólitas. Su nuevo álbum, uno de los más jondos dentro de la heteróclita amalgama de su discografía, quizá sea a la vez el más pop de todos. O ... dicho de otra manera más gráfica, puede que sea el más disfrutable y menos intrincado, el que mejor seduzca a un perfil más amplio de públicos a pesar de su minimalismo militante. «Es algo que ya me han dicho. Es curiosa la efusividad que está despertando este disco, me está llamando mucho la atención porque es un trabajo a priori más austero, con una pretensión menos espectacularizante», dice el artista respecto a 'Cante a lo gitano', capítulo final de la trilogía que conforman 'Memorial de cante en mis bodas de plata con el flamenco' (2021) y 'Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte' (2022).
El decimoséptimo disco del ilicitano es una aproximación sui generis al repertorio que el mítico Manuel Torre (1880-1933), de joven Niño de Jerez, dejó recogido en diferentes grabaciones con su austera pero particular personalidad artística. Cuenta con las colaboraciones de las voces de Rocío Márquez en 'Fandangos Abandolaos' y Perrate en la estremecedora 'Seguiriyas de la casa', además de cuatro sustantivas aportaciones instrumentales: la guitarra de Yerai Cortés en la exquisita 'Guajirillas', la percusión de Eric Jiménez (Los Planetas) en 'Saeta de los golpes', la gaita de Andrés Rodrigues en la sorprendente 'Farruca asturgalaica' y la electrónica de Ylia en ese aquelarre final titulado 'Ppppppppetenera'.
A pesar de ser un disco hondo, al escucharlo transmite mucho divertimento, una palabra que tiene esta acepción en la RAE: «obra artística o literaria de carácter ligero». Pero de ligero, nada.
(Risas) No, de ligero nada. Es verdad que la diversión es primordial, pero es un disco-puzzle, hecho poco a poco, con piezas que he ido grabando sin ninguna pretensión de reunirlas en un disco. Los textos hablan de dolor, son tremendistas, pero es verdad que un amigo me dijo: «Se nota que hay mucha diversión detrás».
Manuel Torre no es de esos cantaores a los que se llega enseguida al entrar en el universo flamenco, al menos como aficionado.
A mí me lleva acompañando bastante tiempo, ha sido muy referencial para mí. No ha sido un cantaor que se admirase en mi generación, ni mucho menos. Sobre él se han volcado muchos prejuicios, ideas mistéricas, mitos, y todo eso me interesa para recrearme y generar cosas diferentes. A generaciones anteriores a la mía también les genera cierta incomodidad, se solía decir que era un cantaor que grababa borracho, que desafinaba, pero yo siempre he reivindicado que no, que lo que hacía era saber cantar con disonancias.
Cuando uno cree que sabe algo de flamenco, es cuando se da cuenta de que no sabe casi nada.
Siempre se descubren cosas nuevas, la escucha es móvil, como la lectura, la comida o el sexo. Incluso con obras ya conocidas se sienten cosas nuevas según el contexto vital que tengas, y eso a mí me fascina y me parece maravilloso.
El flamenco de comienzos del siglo XX, ¿es el más libre?
El más liberado, desde luego. Liberado de lo canónico. Cuando escuchas las primeras grabaciones se nota que cada artista tenía una forma muy particular de abordar cada estilo. A partir de los años cincuenta o sesenta el flamenco se antologiza, y el título de mi disco 'Antología del cante flamenco heterodoxo' era un guiño irónico a los delirios que eso generó. A comienzos del siglo XX ya existía esa paranoia de que el flamenco se iba a perder, eso nos ha acompañado siempre, pero al menos no existía la psicosis por los cánones.
Si hay cante a lo gitano, hay cante a lo payo.
No sé si gitano sería lo contrario a payo o a gachó. Siempre se han visto como contrarios, pero no sé hasta qué punto se puede ser contrario si entendemos lo gitano como yo lo planteo en este disco. Descodificar esta palabra es parte de mi juego. A partir de ahí... tienes a gente como Antonio Mairena, que también hacía la división entre cante flamenco andaluz y cante gitano andaluz (risas). Esos adjetivos son delirios interesantes para jugar con ellos, pero no para generar debates críticos más allá del whisky de la barra de bar.
¿En directo vestirá el traje que lleva en la portada? ¿A qué simbolismo obedece?
El traje lo ha hecho Ernesto Artillo, con quien ya trabajé en el disco anterior. Me parecía la persona ideal para darle otra lectura a toda esa estética. Se basa en lo dorado por esa fascinación gitana con lo dorado, no con el oro, sino con lo dorado, y además es que a Manuel Torre también se le conocía como El Faraón del Cante. También juega con esa cosa egipcia, ese imaginario que señala a Egipto como origen de los gitanos.
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En estos últimos años han brillado nombres como Rocío Márquez, Rosalía, Califato 3/4, La Plazuela... ¿Qué papel diría que tuvo su disco 'Voces del Extremo' (2015) en la destrucción de barreras que allanó el terreno para todos ellos?
Bueno, fue la apertura de otra rejilla más. Ese disco y 'Raverdial'. Cuando fuimos al Sónar mezclando los verdiales con la rave, ahí si reconozco que se vio como algo rompedor. Pero como digo, todos esos proyectos que has mencionado han participado en el proceso de ampliación de la escucha.
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