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Muere a los 96 años Harry Belafonte, el rey del calipso

El cantante y actor dedicó gran parte de su vida a la lucha por los derechos de las personas negras

Harry Belafonte, en una foto de archivo REUTERS
Javier Villuendas

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Harry Belafonte ha muerto a los 96 años, según ha informado un portavoz de la familia a 'The New York Times'. El cantante, actor y activista por los derechos de las personas negras marcó época en los 50 cuando rompió barreras en un mundo en el que los jamaicanos y las personas de color eran discriminados. A ritmo de sones caribeños, el realmente neoyorquino llegó a lo más alto de los 'charts' musicales y se eternizó como el rey del calipso.

Belafonte nació en 1927 en Harlem, hijo de una madre jamaicana y un padre de Martinica. Quizá tenía que haber nacido blanco, decía nuestro Manuel de la Fuente ya que su abuelo paterno y progenitora así lo eran. Pero ganó papá. Y el chaval nació negro y dedicó su vida a luchar por los suyos, en una época, hasta 1956, en la que había segregación racial incluso en los autobuses.

Su carrera musical se extendió seis décadas, iniciándose, tras su paso por la Marina y aquel macroevento llamado Segunda Guerra Mundial, por distintos garitos neoyorkinos. Cuenta la leyenda que una e importante vez, en un curro de mayordomo, le regalaron unas entradas para el teatro y quedó tan extasiado por lo que vio que acabó pidiendo trabajo allí de lo que fuera, el caso era estar cerca de las tablas.

Belafonte dio clases de actuación junto a Marlon Brando, Tony Curtis, Walter Matthau y Sidney Poitier mientras trabajaba en el 'American Negro Theatre Workshop' y, tras su actuación en 'Carmen de fuego', de Otto Preminger, película cuyos intérpretes eran todos de raza negra, empezó a la par a emerger en el que sería un auténtico reinado musical, primero hay que decir dando aroma a clásicos del jazz o folk hasta dar con el susodicho calipso, lo más de los más en los 50.

Volcado en el estruje del género, un tipo de música caribeña que combina elementos africanos y europeos bajo el sometimiento de un ritmo alegre, Belafonte se coronó. Canciones como 'Banana Boat (Day-O)', obrera y racial al cantar a unos trabajadores jamaicanos que esperan tras haber cargado un barco de plátanos durante la noche la paga para volver al casa; o 'Jump in the Line', mítico calipso que va de aquello que iba el rock en sus inicios: ser felices. Y un hito enorme: su tercer álbum, de 1956, titulado 'Calypso', cómo no, se convirtió en el primer LP que vendió más de un millón de copias en Estados Unidos. Aquel incluía 'Jamaica Farewell', otro de sus himnos.

En 1957 protagonizó la película 'Una isla al sol', en la que interpretaba a un político negro en una isla ficticia que era amante de Joan Fontaine, blanca blanquísima, lo que motivó amenazas de incendios en los teatros del sur de Estados Unidos. La cosa estaba calentita, y Belafonte dio la cara por los derechos civiles desde sus inicios. Poco después, grabó otro de sus grandes álbumes, 'The Midnight Special', en 1962, que contó con un don nadie llamado Bob Dylan abriéndose paso como músico de estudio, en este caso a la armónica.

En esta veta pionera, Belafonte fue el primer actor negro en ganar un premio Emmy importante, en 1960, por su 'The Revlon Revue: Tonight With Belafonte', un especial de variedades de CBS de una hora de duración donde se gozaba y aprendía con estilos llenos de negritud, como el gospel, el blues y jazz, animado todo por nuestro anfitrión 'calipsónico'. También ganó varios premios Grammy en 1960, 1965 y recibió el honorífico en el 2000, expresando su frustración por los límites de los artistas negros en el mundo del espectáculo. En 1994, le dieron también la Medalla Nacional de las Artes.

Además de su carrera artística, Belafonte fue un concienzudo y concienciado defensor de los derechos civiles y humanos, trabajando codo con codo con Martin Luther King y otros líderes raciales en aquel movimiento social en Estados Unidos a principios de los 60 tan relevante.

Dos décadas después, en 1985, fue el motor de la canción 'We Are the World', repleta de estrellas (Michael Jackson, Stevie Wonder o Bruce Springsteen), que recaudó millones de dólares para aliviar el hambre en Etiopía. Fue galardonado con varios premios por su trabajo social y humanitario, y viajó por todo el mundo como embajador de buena voluntad de Unicef.

Casado tres veces y padre de cuatro hijos, incluida la actriz y modelo Shari Belafonte, el artista muñidor de 'We Are the World' dijo, como ya dijera Johnny Rotten, de los Sex Pistols, lo de 'la ira es energía' como modo de vida. En su caso expresó una variación muy definitoria: «La ira es un combustible necesario. La rebelión es la salud».

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