Mariza: «La música es una parte fundamental de mi catarsis; cuando canto, me limpio...»
La exquisita cantante portuguesa canta el domingo 24 en el Teatro Real dentro del Festival Fado Madrid
Mariza: «La pandemia me ha dejado sin inspiración»
![La cantante Mariza, durante la entrevista](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/09/22/mariza-Rzt5wVvyTiqm4AJPAKAzK1O-1200x840@abc.jpg)
Que la exquisita cantante portuguesa Marisa dos Reis Nunes –artísticamente conocida como Mariza– ponga en primer lugar la comida como una de las razones para sentirse bien en nuestro país no tiene nada de extraño. Sí sorprende un poco –aunque demuestre su buen ... gusto– escucharle decir, a la hora de la siesta y el café: «Me encanta el chuletón». Ya borrada de su rostro la picardía en su sonrisa, continúa: «Tengo muchos amigos en Madrid, me gusta mucho la ciudad –cuenta la artista, que ofrecerá el domingo 24 un concierto en el Teatro Real dentro del Festival Fado Madrid–. Mi relación con España viene de lejos, pero –ella misma se desmiente–, no hablo castellano... Hablo portuñol», ríe.
—Pero sigue habiendo más portugueses que hablen español que españoles que hablen portugués, ¿no?
—Tal vez, pero cada vez más españoles visitan Portugal. En verano, en Semana Santa... E intentan conocer, entender las costumbres...
—Aunque usted no sea una cantante puramente folclórica, sí que hace una música muy de raíz, ¿no?
—Tengo raíces musicales muy diferentes. Mi madre, africana, me enseñó un mundo musical diferente, que no tiene que ver con nada: música de Angola, de Mozambique, de Cabo Verde, de Guinea; además de la música que le gustaba de Brasil, de las Antillas... Toda esa música me cambió mucho la mentalidad. Siempre busco en la música el ritmo, cómo se puede bailar, cómo la voy a sentir, y es una forma muy diferente de entender la música. Por eso, cuando me preguntan: ¿tú eres fadista? respondo que no. Yo entiendo otra cosa, escucho otra cosa. No me pueden encasillarme, limitarme... ser solo una cosa...
La forma de cantar fado ha cambiado mucho, porque es música urbana, y la música urbana se mueve y respira como la ciudad. Lisboa ha cambiado muchísimo, y ese cambio se traduce también en la forma de cantar
—Hoy en día las influencias son mayores...
—Hoy en día todo camina a la velocidad de la luz. El mundo ha cambiado muchísimo y es todo muy más directo. En la época de mi papá lo que pasaba en Lisboa se conocía un mes después en Oporto y en Madrid un año después. Era completamente diferente. También ha cambiado mucho la forma de cantar fado, porque es música urbana, y la música urbana se mueve y respira como la ciudad. Lisboa ha cambiado muchísimo, y ese cambio se traduce también en la forma de cantar, principalmente en la música de raíz de Lisboa, que es el fado.
—¿Qué características tiene el fado? Es difícil de definir, sí, pero si tuviera que utilizar tres o cuatro palabras que lo definieran, cuáles serían?
—En primer lugar, el fado habla de la vida, de los sentimientos de la vida, pero tiene un lado melancólico; no triste, sino melancólico, que se acentúa en la forma de cantar. Los melismas se usan de manera diferente a, por ejemplo, el flamenco... Pero, sobre todo, está la relación del fado con la saudade; no se puedes disociar esta palabra de esta música. La saudade es cuando tú sientes la falta de algo o de alguien, que está en tu cabeza; la mayor parte de los cantantes la usan para alimentar la forma de cantar y cuentan una historia. La saudade, de alguna manera, se refleja en nosotros, y nosotros lo reflejamos en la música. Y hay otro elemento definitorio del fado, que es la guitarra portuguesa: es única no existe en ninguna parte. Caminan juntas, es la dama de compañía del fado.
—¿En qué se diferencia la guitarra portuguesa de la guitarra española?
—Hay músicos que dicen que la guitarra portuguesa viene de la guitarra inglesa y otros del laúd árabe. Es un instrumento que ha ido sufriendo transformaciones a lo largo del tiempo y que tiene una afinación completamente diferente. Son seis cuerdas dobles, doce en total, con una sonoridad muy específica. Y tiene algo increíble para mí: es como una mujer llorando y cuando canto caminamos juntas. Me pregunta y yo respondo. Yo canto, y me responde ella. Es un instrumento fundamental cuando cantas fado.
—¿El fado podría haber nacido lejos del mar?
—No. La magia también de la historia del fado está en los marineros, en las estrellas, cantando la saudade de volver a casa, la saudade de sus amores, de aquellos que no han venido... Y el mar está siempre muy presente, no consigo imaginarme el fado sin el mar.
—¿Ha podido evolucionar el fado hasta convertirse en una música contemporánea, de hoy en día, o sigue viviendo en el pasado?
—No, y le voy a explicar por qué. Tiene que ver con la mentalidad de los portugueses. Aquí en España, ocurre algo, lo resuelven y pasan página. En Portugal, no. Todo se demora mucho, se duda mucho. Queremos dar pasos adelante, e intentamos darlos, pero nos frena la tradición. No es fácil...
—Hablando de tradición... En el fado hay un nombre por encima de todos, Amalia, a la que usted incluso dedicó un disco... ¿Qué le hace tan grande?
—¡Uf! ¡Todo! Si viviera, Amalia tendría ahora más de cien años. Pero escuchas un disco suyo de cuando tenía cuarenta años y te sigue sorprendiendo la voz, la forma de cantar... Incluso el repertorio. Es increíble poder escucharlo hoy. ¡Qué gran cantora! Amalia era una gran cantora, pero portuguesa. Lo tenía todo. Y supo rodearse de los mejores compositores, los mejores poetas, los mejores letristas... Eran épocas diferentes, claro... Yo no la conocí, pero por lo que he leído, por lo que he oído, sé que era una mujer muy especial.
Durante el covid tuve una depresión, y pensé mucho en lo que hacía, en lo que quería, en por qué estoy aquí y qué quiero hacer con mi vida. Tomaba pastillas para todo, hasta que mi madre dijo: ¡Se acabó!
—¿Por qué cree que ahora no existe esa unión entre los grandes poetas, los grandes compositores, y el fado? Aquí ha pasado lo mismo con la danza española, por ejemplo.
—La separación ocurrió con la Revolución de los claveles. El fado volvió a ser apartado, las élites renegaron de él y volvió a la pobreza del barrio.
—¿Y ahora?
—Está empezando a volver... Pero no hay que olvidar que hay una nueva generación, y la élite es diferente... No tiene nada que ver. Eran personas que hablaban francés correctamente, que leían, que se alimentaban unos con otros... Hoy no, mandan Instagram, Facebook... Hoy la vida está en constante movimiento: todo es correr, correr, correr. El fado es música urbana, y se mueve y respira como la ciudad, como el mundo que le rodea.
—Y en este mundo, usted publica un disco que se titula 'Amor'...
—También tiene que ver con este momento. Yo, durante el covid, tuve una depresión, y pensé mucho en lo que hacía, en lo que quería, en por qué estoy aquí y qué quiero hacer con mi vida. Fue una época de reflexión profunda sobre mi vida, mis emociones y mis sentimientos... Voy a cumplir cincuenta años, ya no soy una niña. Y llegué a la conclusión de que cuando yo canto al desamor, en el fondo estoy cantando el amor. Puede ser el amor que no ha ocurrido, pero que está ahí. La felicidad de sentirlo es grande; luego viene la tristeza, pero antes está la esperanza. Durante esta etapa yo tomaba pastillas para todo: para comer, para dormir. Pastillas, pastillas, pastillas... Y mi madre un día me dijo: «¡Se acabó! ¡No más pastillas! Yo te ofrezco amor. Si quieres tomar algo, toma amor. Si quieres ser feliz, toma amor. Si estás triste, aquí tienes amor...» Ella es un ser increíble. Mi padre ha cumplido hace unos días 84 años; es once años mayor que ella y tiene alzheimer, está atravesando una fase difícil. Pero para ella es su primer y único amor. Es una cuidadora increíble, solo dándole amor. Y me ayuda además con mi hijo. Le cuento todo esto para decirle que durante todo el proceso de reflexión del que le hablaba me llegué a preguntar si yo me amaba a mí misma. Si me amo. Y es una pregunta muy difícil de responder. Porque no estamos, yo por lo menos, habituada a hacer ese ejercicio. Mírate en el espejo. ¿Te amas con todos tus defectos, con todas tus cargas? ¿Qué amas en ti? ¿Qué quieres? ¿Qué es ese amor que dices? Y es un proceso muy difícil, de todos los días. Y hay días en que sientes un gran dolor en el pecho; es como un dardo. Pero tener conciencia, saber, es algo increíble. Por eso el disco se tenía que llamar 'Amor'.
—La música es una ayuda a ese ejercicio de cuestionarse...
—Sí, sí, sí. Es una parte fundamental de mi catarsis. Cuando canto, me limpio...
—¿Y ahora está bien?
—Estoy feliz. He encontrado las herramientas correctas para entenderme, que es lo que me faltaba.
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