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El lirio de Tosca

La ópera de Puccini vuelve al Liceo con una dirección musical decepcionante y un montaje envuelto en polémica

Tosca regresa al Liceo reivindicando la libertad creativa

Tosca, durante el aria 'Vissi d'arte' a. bofill
Pep Gorgori

Pep Gorgori

Barcelona

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La supuesta polémica generada por la producción de la ópera 'Tosca' de Puccini en el Liceo con dirección escénica de Rafael R. Villalobos podría arrastrarnos a perder de vista lo que la noche del estreno fue sin lugar a dudas lo más remarcable: lo que sucedió en el foso de la orquesta. La labor de Henrik Nánási como director dejó una huella sin duda indeleble en la memoria del público que acudió al estreno. Vaya por delante que Nánási dirigió con una lesión en el hombro, que lo ha obligado a renunciar a la mitad de las funciones para, según la nota del teatro, «no sobrecargarlo». El resto, las dirigirá Giacomo Sagripanti. Quizás esa lesión tenga algo que ver con el resultado, de modo que hay que tratar al maestro con respeto y prudencia.

ÓPERA

'Tosca' de Puccini

Imagen - 'Tosca' de Puccini
  • Música: G. Puccini.
  • Intérpretes: M. Agresta, M. Fabiano, Z. Lucic. Orq y Coro del Liceo. H. Nánási, director.
  • Fecha: 4 de enero.
  • Lugar: Gran Teatro del Liceo, Barcelona.

Aun así, hay que decir que el resultado fue de lo más decepcionante a nivel musical que se ha escuchado en mucho tiempo. No solamente ahogó a los cantantes una y otra vez —ni el grito «Questo è il bacio di Tosca», nos dejó escuchar—, sino que apuñaló buena parte de los matices que convierten a esta joya en una obra maestra. Baste fijarnos en la escena final del primer acto. En la partitura de Puccini encontramos: una escolanía entonando el 'Te Deum', el malvado Scarpia retorciéndose de deseo por Tosca y de odio por Cavaradossi, el órgano que acompaña la liturgia, los cañones del castillo de Sant'Angelo alertando de la huida del prisionero Angelotti, las campanas de la iglesia y hasta un arpa que da un toque celestial —divino y absurdo delirio— al conjunto. Nánási logró la cuadratura del círculo: no solo que la orquesta tapase a Scarpia y la escolanía, sino que además, dentro del magma sonoro informe, no se distinguiesen ni arpas ni campanas ni cañones ni nada de nada. Clamó también al cielo el aria 'Vissi d'arte', en la que la soprano Maria Agresta fue medio compás por delante mientras el director ni la seguía ni hacía ademán de seguirla, y que por tanto la frenaba constantemente. Lo dicho: memorable.

El desempeño de los cantantes protagonistas fue correcto, empezando por la propia Agresta, que a pesar de los pesares lució su bello timbre y buen gusto. Zeljko Lucic fue un buen Scarpia aun sepultado por la batuta, y Michael Fabiano resultó solvente como Cavaradossi. Más irregular fue el resto del reparto.

La dirección de escena de Villalobos es exquisita y rezuma belleza por los cuatro costados. La arquitectura romana preside la función en todo momento, actuando ora de aliada de los artistas perseguidos, ora de prisión. A ella se añaden los cuadros de Santiago Ydáñez, que no nos cansaríamos de contemplar. Establece un paralelismo entre la persecución y muerte de Cavaradossi y la que sufrió Pier Paolo Pasolini. Ello deriva en citas a su última película, que incluye la aparición de jóvenes desnudos en escena. Además, al inicio del segundo acto hace aparecer al propio Pasolini declamando un texto a favor de la libertad de expresión y flirteando con el joven con quien pasó la última noche antes de su asesinato. Una manera discutible, como todas, de abordar este título. Lo que no es tolerable, por respeto a los actores y al público que disfrutó con el montaje, es que un grupo de espectadores abuchease en ese momento, con la función en marcha.

Un ejemplo de la delicadeza con la que Villalobos trata la partitura y el libreto original es la identificación de Tosca con el lirio, símbolo de pureza. Floria aparece en escena por primera vez llevando un ramo, que deposita a los pies de una estatua de la Virgen mientras Puccini hace sonar la melodía con la que, ya en el segundo acto, ella entonará la frase «¿Por qué, Señor?». En ese momento del segundo acto, los lirios vuelven a aparecer, compartidos entre Tosca, que los despedaza, y los jóvenes desnudos que son víctimas de los abusos del poder. La pureza se ha desvanecido bajo el yugo de Scarpia. ¿Demasiado significado añadido? Quizás. Pero, al menos, nos da que pensar.

Quien sí que se va a llevar un disgusto es el público que acuda esperando encontrar escenas de sadomasoquismo y pederastia, o a Tosca cantando el 'Vissi d'arte' con la cabeza entre los muslos de un mozo en cueros, como la soprano Aleksandra Kurzak y el tenor Roberto Alagna, su esposo, argumentaron para cancelar su participación en el montaje. Desde luego, el vídeo que dijeron haber visto no era de esta producción.

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