Iggy Pop, terremoto en la Costa Brava
El cantante de Detroit exhibe leyenda volcánica y furiosa en una memorable actuación en el Festival de Porta Ferrada
Iggy Pop, un punk a tiempo parcial en el Teatro Real
Iggy Pop,75 años y energía suficiente como para abastecer un par de centrales nucleares y alimentar turbinas y dinamos ahora que el precio de la luz anda por las nubes. Iggy Pop, superviviente de casi todo, especialmente de sí mismo, haciendo saltar sismógrafos y desafiando las más elementales reglas de la evolución humana. Porque a estas alturas, a años luz de los días de mugre y furia de los Stooges y con la mayoría de sus socios y colegas de aquellos tiempos de excursión por el más allá, el de Detroit debería ser ya un venerable anciano y no un pirómano que va de pueblo en pueblo con un bidón de gasolina y una caja de cerillas. Pero ser una reliquia, claro, no es tan divertido.
«¡'Fun House', motherfuckers!«, brama de pronto Iggy. Más fuego. Más gasolina. Punk braseado y rock al punto. Vuelta y vuelta. Fuerza bruta aunque, lástima, 'Raw Power' se quede en el camerino.
Las crónicas llegadas desde San Sebastián y Madrid en los últimos días hablaban de unas actuaciones demoledoras y casi legendarias. Lo nunca visto en el Kursaal. Una sacudida de impresión en el Teatro Real. En el Festival de Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols, única parada de James Newell Osterberg, Jr. en Cataluña, La Iguana no defraudó y, con un bidón de gasolina en cada mano, se retorció de placer mientras le prendía fuego a su arrolladora y desmedida leyenda.
Ni siquiera hizo falta esperar a la energía de 'T. V. Eye', manotazo de acero y hormigón forjado en los días de gloria de la Motor City: a los treinta segundos de la inaugural 'Five Foot One', el público ya había perdido la cabeza y la compostura y no quedaba nadie sentado en el Guíxols Arena. Iggy, arrugado como un viejo mapa de carreteras pero con una voz en sorprendente buena forma, tampoco se anduvo por las ramas y a los pocos minutos lanzó volando la americana y, a pecho descubierto, se lió a puñetazos con 'The Endless Sea' y 'Loves Missing'.
Acompañado por una robusta banda de siete músicos, vientos y teclados incluidos, Iggy Pop alternó material en solitario con los textos sagrados de los Stooges, Piedra Rosetta del punk, y recordó aquellos años, a mediados de los sesenta, en los que era «joven, pobre y sucio». «¡Aún sigo siendo sucio!», vociferó justo antes de agarrar «I'm Sick Of You», su canción favorita de los Stooges, y desatar un furioso aquelarre eléctrico. Fue, sin duda, uno de los picos de intensidad de una noche marcada por la chispa de 'Lust For Life' y 'The Passenger', las brasas de la reciente 'James Bond' y las llamaradas abrasadoras de 'Gimme Danger', 'Death Trip' y 'I Wanna Be Your Dog'.
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Con 'Mass Production' y 'Sister Midnight', funk robótico con vistas al Berlín de la Guerra Fría, el cantante evocó su alianza con David Bowie y cedió parte del protagonismo a los músicos, pero fue ese volcánico final con 'Fun House' y 'Search & Destroy', todo guitarras atropelladas, distorsión a chorro y brazos sacudiéndose como molinos de viento espasmódicos, lo que, seguro, se quedará grabado a fuego en la memoria de los fieles del de Detroit. Aplastante y fabuloso. Un auténtico terremoto en la Costa Brava.
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