Hans Zimmer, el hechizo sin imágenes
El famoso compositor alemán autor de grandes bandas sonoras actuó anoche en un WiZink a rebosar con una súper banda de más de 30 músicos
Hans Zimmer: «En Hollywood creí que tendría los mejores estudios... ¡y eran de la Edad de Piedra!»

Hans Zimmer no tiene nada que demostrar. Ya ha hecho historia como uno de los mejores compositores de bandas sonoras de grandes películas. Por ellas ha recibido múltiples premios, entre ellos dos Oscar por 'Dune' y por 'El Rey León'. Su música ha acompañado filmes como 'Gladiator', 'El Último Samurai', 'Dunkerque', 'Top Gun', 'Rain Man', 'Thelma & Louise' o 'Piratas del Caribe', entre muchísimas otras. Su manera de recoger y acompañar la acción de las imágenes es infalible, así como la forma en que da vida e imprime carácter a los personajes. Música e imágenes se funden en algo único, en completa armonía. Una cosa es eso, y otra la que ofrece Hans Zimmer Live. Su música hechiza, desde luego, el público estaba entregadísimo, pero sin estar acompañada de la fuerza de las imágenes para las que fue ideada, parece como que le falta algo. Porque sus piezas fueron creadas para acompañar imágenes y dar vida a personajes. Su gira europea recaló anoche en Madrid, y lo hizo con un lleno absoluto en el WiZink. Dado el éxito de la presente gira ya hay confirmadas dos fechas para 2024, el 24 de abril en el Palau de Sant Jordi y el 29 de abril, de nuevo en el WiZink.
Su espectáculo funciona para el gran público. Es de esos espectáculos de entretenimiento dirigido a un público familiar, con todas las connotaciones que eso conlleva. Bajo mi juicio el resultado se alarga en exceso, con una duración de más de dos horas. El diseño de luces resulta eficaz y resalta los cambios de estado y las pulsiones musicales. El sonido es de impacto y bastante jugoso para tratarse de un gran espacio como el WiZink. Pero las visuales fallan a veces por su toque naif, por la falta de fuerza o sencillamente por no acompañar demasiado bien. Aunque a veces resulten (en 'El Último Samurai', en 'Interstellar' o con James Bond) en otras ocasiones quedan forzadas o poco convincentes ('El Rey León', 'Piratas del Caribe'). Le acompaña una banda impresionante de más de 30 músicos entre cuerdas y metales, percusiones, teclados, cantantes, entre los que destaca los guitarristas Guthrie Govan y Nile Marr (hijo de Johnny Marr, de The Smiths), la chelista Tina Guo, el flautista Pedro Eustache o las vocalistas Loire Cotler y Lisa Gerard. Y tienen un sonido impecable.
Es indudable que sus clásicos de 'Dune', 'Gladiator', 'Piratas del Caribe', 'Wonder Woman', 'Interstellar', 'Top Gun: Maverick', 'El Rey León' o de James Bond (John Barry mediante), 'El Último Samurai' o 'The Dark Knight' funcionan a la perfección pero el resultado se hace bola cuando estira las composiciones o recurre en exceso a golpes de efectismo obvio: a solos de guitarra eternos como si de un guitarrista heavie se tratara, a esos subidones y bajones o a una épica sobada. Claro que sus piezas son universales desde el momento en que consigue transmitir emociones, actos y pulsos vitales. Pero no por ello debería caer en algunos momentos en la reiteración de fórmulas o de recursos, que sí bien funcionan pueden llegar a saturar. Y algo de eso me ocurrió anoche. Esto desde luego no quiere decir que no valore el mérito de la obra de Zimmer y del apogeo musical que consigue en vivo con sus músicos. Porque Zimmer ha conseguido llevar lo clásico al gran público con éxito, y mezclarlo con la música popular. Y eso resulta digno de elogio. Pero las más de dos horas se me hicieron un poco eternas.
Por otro lado, me convenció la humanidad desprendida. Zimmer me ganó con su sencillez y con su humildad, y con su discurso, o con hechos como que haya contratado a músicos ucranianos, su solidaridad con el pueblo venezolano, la gratitud expresada con sus músicos o la despedida con un saludo a todos sus músicos. Y me conmovieron muchos momentos, especialmente 'First Step'. El colofón ideal al espectáculo Hans Zimmer Live fue una pieza que él mismo calificó como «muy especial para mí», 'Time' de la película 'Inception', donde la partitura gana en detalles y el pulso crece hasta el apogeo. Sin duda, una experiencia potente que hechiza pero a la que le faltan imágenes.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete