Una noche con el Boss: mano a mano de whiskies en una fiesta privada en Madrid
El fotógrafo Domingo J. Casas recuerda la velada que pasó con Springsteen en la gira de 'The Ghost of Tom Joad'
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El veterano Domingo J. Casas, leyenda de la fotografía musical que ha retratado a tantos mitos del pop y el rock que sería imposible enumerarlos (debería bastar con mencionar a Michael Jackson, Elton John, Queen, los Rolling Stones, Amy Winehouse, Paul McCartney, AC/DC, ... Sting, U2, Prince o Bowie), se ganó el privilegio de compartir un rato de juerga con Bruce Springsteen cuando estaba en forma para travesuras. Y es que sólo él se atrevió a acercarse a charlar con el Boss en una fiesta privada en Madrid hace casi treinta años, cuando vino a tocar con la gira 'The Ghost of Tom Joad'.
«Al primer concierto de Bruce que asistí fue en Barcelona, en 1981, y flipé», contextualiza el reportero gráfico. «Ya hacía fotos, pero estaba empezando en el oficio y no me acreditaron. La siguiente vez fue en 1985 en Montpellier presentando el disco 'Born in the USA', tampoco hubo suerte con el photo-pass, pero tiré de 'oficio' que se dice, y las hice desde el público. En 1988 ya le pude hacer fotos 'oficialmente' y acreditado para el Diario Ya. Pero fue el 8 de mayo de 1996 cuando lo conocí en persona».
Aquella noche, Springsteen tocó en el Palacio de Congresos y Exposiciones del Paseo de la Castellana, presentando el álbum 'The Ghost of Tom Joad' «en un sitio relativamente pequeño para lo que es él», señala J. Casas. «Pidió que el público no hablara durante la actuación, y si tu vecino de butaca hablaba le podías mandar callar. Esto nos pareció un tanto extraño, pero como era un concierto acústico se podía entender. Lo que no entendimos los fotógrafos es que no se nos permitiera hacer fotos, no era para nada lo habitual. Nos fastidió, pero nos acreditaron para poder disfrutar del show».
Domingo se sintió «un privilegiado» por poder asistir al que probablemente fue el último concierto íntimo de Springsteen en España. Pero fue al salir del recital, con el sabor agridulce de no haber podido culminar la velada haciendo su trabajo, cuando los hados de la noche madrileña encaminaron sus pasos hacia el encuentro con la estrella del rock. «No poder hacer fotos en un concierto, para un fotógrafo es difícil de llevar», dice entre risas. «Así que nos fuimos unos cuantos a quemar Madrid por los cuatro costados. En uno de esos garitos que hay cerca de la plaza de Manuel Becerra, entró un buen amigo y nos dijo que venía de montar las luces y el sonido para una fiesta privada del 'Boss'. Había cenado en el restaurante Samarkanda dentro de la Estación de Atocha de Madrid y tenía ganas de fiesta. Nos agenciamos unas invitaciones para el privadísimo sarao y hacia allí nos fuimos. Íbamos como aquella canción de Obús, 'muy bien, borrachos como cubas ¿y qué?'».
Los afortunados reporteros entraron en una sala donde no habría más de veinte personas y, como era de esperar, «todo el mundo alucinó al vernos», asegura Domingo. «Pero teníamos invitación oficial para el evento así que no nos podían echar, aunque lo intentaron. Yo fui el más osado y enfilé hacia Bruce y le expliqué, entre otras cosas, que me había hecho fotos con todos los grandes del rock menos con él. Le hizo gracia. Nos fuimos a la barra, seguimos 'repostando', y ya con él de por medio no hubo ningún problema. Bebió con nosotros y me habló del por qué de la gira, del disco, de los silencios. Y de las 'no fotos'. En fin, era una persona sensible, cercana y sencilla. Muchas veces, en situaciones como estas, proteger en exceso al personaje le aísla y nadie se atreve ni a mirarlo, ni a hablarle mucho menos».
A las seis y media de la mañana, con el sol asomando por el horizonte madrileño, la velada llegó a su fin. «La fiesta se acabó en cuanto el Boss dijo 'tengo sueño'. Pero lo pasamos de miedo. Nosotros habíamos empezado con ventaja etílica, pero nos alcanzó. Cardhu versus Chivas. Y perdimos todos. Al salir había un grupo de fans y yo me acordé de que me faltaba la dichosa foto con él, culpable de todo lo acontecido. Hice cola y al final nos la hicimos y me firmó la famosa invitación».
Años más tarde, Springsteen y Domingo J. Casas volvieron a coincidir en algunos conciertos, «él sobre el escenario y yo en el foso desde donde se hacen las fotos». Y en 1998, dos años después de aquel mano a mano de whiskies, se vieron en una rueda de prensa en el Teatro Real. «Nos cruzamos las miradas y los dos alzamos los pulgares», dice el fotógrafo con orgullo y nostalgia. «Vino a presentar 'Reunion Tour', con el que tocaría el siguiente año en la Peineta, el 7 de junio de 1999. Lo recuerdo perfectamente porque fue el último concierto que nos dejó hacerle fotos en el foso o debajo del escenario. Es decir, de cerca». Este viernes, Domingo volverá a hacerle fotos a Bruce. En la distancia, pero con una sonrisa por los viejos tiempos.
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