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Dexys: caída y auge de los últimos rebeldes del soul británico

La histórica banda de Kevin Rowland, antiguamente conocida como Dexys Midnight Runners, publica 'The Feminine Divine' y actúa en Madrid el 18 de octubre

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La actual formación de Dexys, con Rowland de rosa, en una imagen promocional Sandra Vijandi
David Morán

David Morán

Barcelona

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Fueron gángsters con trompetas, dandis kamikazes del soul (Kiko Amat dixit) con zapatos Oxford bicolores, trajes Brook Brothers y boinas extragrandes. O, según el disco y el momento, rudos estibadores y andrajosos vagabundos con petos vaqueros, banjos y violines. Un escuadrón suicida que agarró el último coletazo del punk de los setenta y lo anudó a las turbinas del soul de los sesenta. Jackie Wilson y Geno Washington a velocidad de plusmarquista olímpico. Bill Withers con los dientes apretados y ganas de jaleo. Apetito voraz, ganas de comerse el mundo, y tierra quemada a su paso.

El nombre ya lo decía todo. Dexys Midnight Runners. Anfetaminas a la carrera. Deprisa, deprisa. «El plan original del grupo se dividía en tres años. En el primero haríamos un disco que se vendería muchísimo y nos haría famosos. El segundo rodaríamos una película en la cual nosotros mismos seríamos actores. El tercero entraríamos en política«, llegó a asegurar Kevin Rowland, líder de la banda, en una entrevista de 1982.

Nada de todo eso ocurrió, claro, salvo la parte del éxito. Porque lo de 'Geno' y 'Come On Eileen' fue colosal. Así que soltaron un par de bombazos, combatieron la languidez de los primeros ochenta con una pasión arrebatada y se esfumaron. Algo así no podía durar y, en efecto, no duró. Tres discos, un millón de peleas, y se acabó. Hasta que volvieron. Primero con discreción, con un par de canciones deslizadas tímidamente a principios de los dosmil; y luego ya a lo grande, con pintas y formación renovadas y un disco, 'One Day I'm Going to Soar', que los puso de nuevo en circulación en 2012.

O, mejor dicho, que reflotó a Rowland, ya que Dexys, que es como se hacen llamar ahora, es en realidad, siempre ha sido así, el vehículo musical, emocional y estético del británico. Un monoplaza que atravesó enloquecido los primeros ochenta, salió de la carretera haciendo trompos en los noventa y reaparece ahora con el inesperado y sorprendente 'The Feminine Divine'. Inesperado porque Rowland aseguró en 2016, poco después de lanzar el disco de versiones 'Let the Record Show: Dexys Do Irish and Country Soul', que se retiraba de la música; y sorprendente porque el de Wolverhampton sacude el avispero pop echando mano de electrónica susurrante, funk tórrido, spoken word afrancesado y, claro, fogoso soul setentas.

Genio y desconcierto

La portada, sí, es un espanto, pero el contenido es puro Dexys: apasionado, audaz y también confuso. Generoso en ganchos melódicos, valiente a la hora de explorar y mezclar estilos, y algo desconcertante en su acabado. Lo mismo que ocurrió, salvando las distancias y varios estadios de genialidad, con 'Don't Stand Me Down', disco de 1985 con el que Rowland laminó a conciencia su popularidad entre canciones de nueve minutos, soul parloteado y unas letras implacables. Un suicidio artístico y comercial que, con los años, ha pasado a celebrarse como una de las grandes cimas creativas de los ochenta.

Es poco probable que eso ocurra con 'The Feminine Divine', pero si algo consigue este disco con el que Rowland hace palanca con las filosofías orientales para, asegura, reevaluar su actitud hacia las mujeres y sus ideas sobre la masculinidad; si algo logra el tercer disco de esta segunda encarnación de Dexys, es recuperar a uno de los personajes más interesantes y apasionados que ha dado la música británica.

Rowland, al frente de los Dexys Midnight Runners que calcinaron radios de medio mundo con 'Come On Eileen' ABC

Un tipo que fue cantante de la banda punk The Killjoys, fumador precoz, vendedor de trajes y sombreros en Dunn and Co., skinhead primigenio, habitual de los juzgados antes incluso de cumplir los 15 años y, en fin, alma perdida con la moda y la música como únicas tomas de tierra. «I'm kicking out, I'm coming back again», canta ahora con su voz de válvula de olla a presión en 'Coming Home'. Los viejos rebeldes del soul, de nuevo en el cuadrilátero, aunque con menos golpes y más abrazos.

Tenemos que hablar de Kevin

Manejando la batuta, el escurridizo y ubicuo Rowland; un tarambana que creó Dexys Midnight Runners para comerse el mundo y tras el primer bocado ya no supo muy bien qué hacer: para cuando 'Searching for the Young Soul Rebels', su asombroso debut, llegó a las tiendas en 1980, la banda ya había empezado a desintegrarse. Ahí estaba Rowland, alimentando su leyenda negra (robo de másters y zurras a periodistas incluidas) y comportándose como un auténtico cretino.

A su mano derecha, Kevin Archer, incluso le 'sugirió' que se cambiara de nombre (sólo había sitio para un Kevin) y le birló la idea de lo que sería el giro sonoro de 'Too-Rye-Ay', su segundo disco. A saber: violines, soul celta y look de gitanos errantes. La mitad del grupo abandonó el barco y Archer fundó The Blue Ox Babes, pero 'Come On Eileen' arrasó. Medio mundo la bailaba con la corbata en la cabeza y Rowland, claro, apretó el botón de autodestrucción. Otra vez.

Kevin Rowland, con su 'look' 2023 ABC

Su siguiente disco, 'Don't Stand Me Down', fue la puntilla. El hundimiento más hermoso jamás grabado. ¿Y luego? Lo de siempre: drogas a paletadas, bancarrota, discos en solitario mediocres, un 'My Beauty' con versiones de 'Thunder Road' y 'Daydream Believer' que espantó a los pocos que aún le seguían el ritmo, meditación en Tailandia, coqueteo con una secta religiosa... El menú completo, vamos.

El cambio de siglo, sin embargo, le ha sentado francamente bien y aquí está de nuevo, preparando la que será su primera gira por Estados Unidos en cuarenta años (antes pasará por Europa: en Madrid tocan el 18 de octubre) y combinando la presentación de 'The Feminine Divine' con la celebración del 30 aniversario de 'Too-Rye-Ay'. «I'm kicking out, I'm coming back again», canta un Rowland que ya no busca pelea, pero sigue corriendo. Y de qué manera.

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