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Despedirse de Paul McCartney

Los compases finales de su gira, que recala en la capital estos días con aforo completo, devuelven a la escena a un mito de 82 años que hace presente el repertorio de los Beatles y los Wings

La prueba de sonido a precio de oro del exBeatle: 1.000 euros por una hora

El concierto, en imágenes

Paul McCartney durante el primero de sus dos conciertos en el Wizink Center de Madrid este año Ángel de Antonio
Edu Galán

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Despedirse de Paul McCartney no sólo significa despedirse de Paul McCartney. Significa despedirse de los Beatles, de la contracultura, del hippismo, de la posguerra británica, de aquel Liverpool, del 'Swinging London', de los sesenta, del pasado común, de yoquésécuánto. Crecimos escuchando su voz, su ... bajo, su piano, su batería. Su todo. Y hasta aquí hemos llegado: él cumple pronto 83 y a nosotros nos gustaría alcanzar esa edad con sus mismos átomos tan vivos. McCartney no sabe escribir partituras aunque desde su cabeza haya compuesto la segunda mitad del siglo XX y el arranque del XXI. Sus canciones nos tintinean en aquel constructo ficticio que Jung llamó «inconsciente colectivo» y nos obligan a enamorarnos, bailar o soñar de una determinada forma. Gracias, él sigue entendiendo que ese «nos» resulta indivisible de su obra. Porque McCartney forma parte de nosotros, resulta tan duro -y va la primera contradicción- tan alegre a un tiempo acercarse al Wizink Center de Madrid a decirle «adiós». A decirle «te queremos».

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