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EL JUKEBOX DE LA HISTORIA

Kristofferson, el vaquero peregrino

La carrera del músico y actor texano es una de las más personales e intransferibles de la canción popular de los últimos 40 años

Kristofferson, el vaquero peregrino ABC

MANUEL DE LA FUENTE

A finales del pasado verano le abríamos la puerta de este humilde y peculiar saloon a cinco forajidos de leyenda, cinco tipos que nunca se ajustaron a los cánones y a los que nunca gustaron las órdenes: Johnny Cash, Waylon Jennings, Merle Haggard, Kris Kristofferson y Willie Nelson , cinco artistas que han llevado el género campero más allá de los a menudo estrechos y conservadores márgenes de Nashville.

Cualquiera de ellos se merece unos minutos en solitario en esta modesta gramola histórico-musical. Y puestos a empezar, lo vamos a hacer con el que además de en la canción también es conocido por sus incursiones en el cine, el señor Kris Kristofferson . Con sus 75 años (los cumplirá el 22 de junio), Kristofferson podía ser ahora perfectamente general en la reserva , pues fue soldado durante una parte de su vida, pero sin embargo, le cogió el gusto a las tonadillas y hoy por hoy, aunque su discografía no sea abundante, vale su peso en oro, trufada de un buen puñado de clásicos como «Me and Bobby McGee», «Sunday Mornin comin down» y «Help me make it through the nigth». Kris también podía ser catedrático emérito, pues bajo ese rostro que parece curtido bajo el sol del desierto de Mojave de este hombre nacido en Texas y criado en California se esconde todo un graduado en Literatura Inglesa por Oxford . Y allí podía haber seguido si en unas vaciones de Navidad no se cruza en su camino una vieja novieta del terruño con la que se casa.

Piloto de helicópteros

Había, pues, que mantener a la familia y siguiendo la tradición familiar decide ganarse las habichuelas en el Ejército como piloto de helicópteros. De paso aprovecha para organizar la orquestina del campamento. Incluso, acabará como profesor en West Point , insólito en un tipo cuya presencia a menudo está asociada a los efluvios del planeta hippie. Finalmente, la música tira más y se marcha a la Meca de la música campera, Nashville. Allí, su labor como compositor (hoy por hoy sus canciones las han cantado más de 450 artistas) siempre estará por delante y por encima de la de intérprete. Pero se las va apañando con los primeros éxitos como la ya mencionada «Me and Bobby McGee», todo un bombazo en la voz de Roger Miller, habitual del sonido honky-tonk. Como cantante, Kris también asoma la cabeza gracias al apoyo de Johnny Cash que lo llevó al Festival de Newport del 69 y a su programa de la tele. Personalmente, Kristofferson se divorcia y, por fin, en abril del 70 publica su primer álbum, que presentará en uno de los grande festivales hippiosetes del momento, el de la isla de Wight.

Consigue algún premio de asociaciones de música country y en 1971 y cuela en «Pearl», disco póstumo de Janis Joplin, su «Me and Bobby McGee» que se convierte en número 1 dos meses después. Un año más tarde gana un grammy a la mejor canción country por «Help Me Make It Through the Night» (memorable la versión de Cash y June Carter) y en 1973 vuelve a casarse, esta vez con otra cantante, Rita Coolidge , de origen Cherokee. También se convierten en pareja artística y graban a dúo álbumes de éxito, que los grammy vuelven a reconocer. Incluso, Kris, en 1976 protagoniza al alimón con Barbra Streisand una nueva versión de «Ha nacido una estrella» que a Kristofferson le vale un Globo de Oro al Mejor Actor.

Billy el Niño y Dylan

Para entonces, ya es habitual en películas que serían consideradas de culto como «La última película», de Dennis Hopper, y dos títulos de Sam Peckinpah: «Traedme la cabeza de Alfredo García» y «Patt Garret and Billy The kid» (Kris era Billy el Niño), también conocida por ser la cinta que albergaba una de las canciones más populares de Bob Dylan, «Llamando a las puertas del cielo», y película en la que el propio Dylan hacía un estrambótico papel bajo el nombre de Alias. También participaría en una bellísima película, «La puerta del cielo», de Michael Cimino, uno de los grandes fracasos comerciales de la historia del cine.

Los primeros 80 no fueron buenos para el texano. De nuevo se divorció, y aunque seguía grabando álbumes no llegaban muy arriba. Pero los bolos no le iban mal, sobre todo cuando formó un cuarteto de forajidos de relumbrón con Waylon Jennings, Jonnhy Cash y Waylon Jennings. Se hacían llamar Los Salteadores de Caminos . No les fue mal. Y entre bolo y bolo, Kristofferson se ponía otra vez delante de la cámara en títulos como «El callejón de los sueños», de Alan Rudolph, y la impresionente «Lone star», de John Sayles, ya en 1996.

«This old road» (2006) y «Closer to the bone» (2009) son las dos últimas lecciones que ha dictado el maestro Kristofferson. Discos reflexivos, austeros, introspectivos, pero realmente hermosos, un trago para apurar con calma, como debe hacerse con las caldos bien curados y entrados en años. Kris Kristofferson, el peregrino de la música vaquera, un jinete solitario que prefiere el trote de la emoción al galope fugaz del éxito.

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