M-Clan: «No hay tradición rockera en España»
La banda murciana, que anuncia la grabación de un directo en 2013 para celebrar sus veinte años, regresa con su décimo disco, «Arenas movedizas», por el que se vuelve a mover en el terreno soul

Al otro lado de la ventana se encuentra el artista de moda . Aquel que con su sola mirada derrite a sus miles de seguidoras, la mayoría adolescentes. Es Pablo Alborán , que a sus 23 años cotiza ilusiones y éxitos por donde ilumina su sonrisa. Al otro, en la cafetería de un hotel céntrico de Madrid están los dos miembros originales de una de esas bandas que, pese a no estar de moda, también cosechan grandes números en las listas de ventas.
M-Clan ha acostumbrado a sus fieles seguidores a un disco cada dos años. Lo ha cumplido casi a rajatabla. La banda murciana regresa con «Arenas Movedizas», décimo disco que anticipa a un esperado festival para celebrar sus veinte años. Pero eso será el próximo año y, para ello, está previsto la grabación de un álbum en directo para el que estarán rodeados de amigos («hacer algo simbólicamente importante»). Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez han mutado ahora de murciélagos a otra especie animal, la de «lobos solitarios» para este nuevo trabajo, nuevamente producido por Carlos Raya y su varita mágica.
«Es un álbum intenso, denso y pantanoso», explica el guitarrista Ruipérez. Mientras se pueda, en formato físico. Taladrados por mp3 e internet, la banda sigue apostando por el disco compacto y el vinilo («para los ultrafans»), aunque en plataformas de descargas vía «streaming» como Spotify ya se puede escuchar. «De momento sí vale la pena -editar un disco-, seguimos vendiendo discos, pocos, pero seguimos vendiendo: La gente quiere tenerlo», alude.
Las canciones están ahí porque pasaron una criba de 71 composiciones y pruebas. Las letras de estas nuevas diez perlas repletas de rock y soul, con vientos y metales que se cuelan en su instrumentación, versan sobre despedidas, huidas y desesperaciones. Ese es su hilo conductor. «La verdad es que hay un tema muy recurrente en las letras que hacemos, la despedida y el adiós. Tenemos como ese trauma infantil», bromea Tarque al tiempo que llena su vaso de agua. «Está presente, es melancólico, es blues, el desarraigo, lo nómada, que forma parte de nosotros», apunta el vocalista.
«Arenas movedizas» forma parte de una trilogía, que dio comienzo hace cuatro años con «Memorias de un espantapájaros» y su giro hacia el soul. Pero este nuevo «tiene algo más sólido y exagerado». Dice Ruipérez que lo que es rock es más rock, lo que es soul es más soul: «Hicimos una selección de lo mejor de cada estilo». En su interior, hay diez canciones, algunas como «Rock and roll del siglo XXI» que son una «declaración de principios» para demostrar que este género sigue siendo una música enérgica «para la que está cayendo».
«El rock está vivo igual de vivo que siempre», añade. «No es una música que en este país se diga que es de mayorías, no como en Latinoamérica. El rock que hay en España viene todo más de Leño, Extremoduro, Marea... pero también es una burbuja. La gran mayoría va a ver a Pablo Alborán». Ambos recuerdan algunas de las actuaciones de Robe Iniesta y sus chicos, éxito de taquilla. «Sí, pero desaparece eso y ya no hay más rock». Una posible razón apunta para explicar este fenómeno: «No hay tradición rockera en España».
Letras más reflexivas y maduras son otras de las constantes en la última etapa de la banda. «Uno cuando hace una letra es pretendida, porque pretende hacer algo, pero tampoco hay una dirección exacta. Salen las letras que salen y el momento en el que estamos es ese. Depende de lo personal y espiritual», apunta el cantante por un lado mientras enlaza con el pasado: «Quizá no se le prestaba tanta atención -a las letras compuestas hace más de diez años-. Escribes conforme eres en la vida y cuando pasa el tiempo tienes más cosas que contar».
Pero se niegan a mirar atrás, como reza la canción. «Cuando intentamos recuperar algún tema del pasado son cosas que ya han sucedido. Te puedes reconfortar ahí pensando, pero no las vives igual. ¿Pesan tener que interpretar clásicos como «Llamando a la Tierra» o «Carolina», dos de las canciones más reconocidas por el público? «No más que otras», insiste Tarque, «son canciones muy buenas porque estás en un concierto y la gente algo parada las tocas y hacen 'flum'. Y dices 'hostias, qué arma tengo'. No puedes decir que estás harto de ellas».
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