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De Rock-Ola a la Juilliard School

El compositor español Ricardo Llorca estrena hoy en San Petersburgo su ópera «Las horas vacías»

De Rock-Ola a la Juilliard School ERNESTO AGUDO

susana gaviña

Ricardo Llorca asegura que marcharse a Nueva York, hace ya la friolera de 24 años , fue la mejor decisión que ha tomado. Allí sigue estando su cuartel general, en la Juilliard School de Nueva York , una de las escuelas de música más prestigiosas del mundo, en la que ingresó primero como alumno y continuó después como profesor. “Me fui a estudiar con John Corigliano porque aquí los conservatorios no tenían orquestas». «Me costó más de un año poder entrar”, recuerda Llorca, que también imparte clases en el Queen Sofía Spanish Institute , actividades que compagina con la de compositor en residencia de la New York Opera Society .

El músico alicantino ha pasado por Madrid, antes de viajar a San Patersburgo donde hoy se presenta, dentro del Festival “Tardes de España ”, su ópera “Las horas vacías”, dirigida por Alexis Soriano , fundador del evento, que contará con la participación de la pianista española Rosa Torres-Pardo.

Poco presente en la actividad musical española, últimamente su nombre ha comenzado a sonar algo más gracias al encargo realizado la pasada temporada por el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), que dio como fruto la obra “ Borderline (para batucada y orquesta)” , estrenada el 4 de Junio.

Una doble vida

A pocos metros del Teatro Real , y tras una divertida sesión de fotos, ABC ha conversado con el compositor que comenzó sus estudios musicales precisamente entre las paredes de este edificio, cuando acogía el Conservatorio Superior de Música. Entonces Ricardo Llorca llevaba una doble vida: de día era un estudiante de música clásica y de noche tocaba con su banda en el emblemático Rock-Ola , centro neurálgico de la Movida madrileña.

“Yo estudiaba en el colegio Estilo, de donde salieron todos los integrantes de la movida, entre ellos, Jorge Berlanga, del que era muy amigo. Así surgió la idea de montar el grupo Línea Vienesa ”, explica. Corría entonces el año 1981, y Llorca se encargaba de los teclados. Completaban el grupo Ramón García del Po mar, en la guitarra; Patricia Alvarez de Lorenzana , en el bajo; y Mavi Margarida , en la voz y la caja de ritmos.

«Compatibilizar el pop y la música clásica era una rareza en España»

Reconoce que aquello resultaba “una rareza” en España, compignar ambos mundos, pero también que fue una etapa muy divertida de su vida, aunque finalmente se decantó por la música cl ásica . “Si estás trabajando duro no es para quedarte tocando en un grupo pop, que están bien si ese es tu objetivo, pero yo quería aprender mucho más”, afirma.

En cuanto a sus influencias musicales, siempre le ha interesado más lo que se hacía al otro lado del Atlántico -J ohn Adams, Steve Reich, Philip Glass, Meredith Monk... - que lo que sucedía en Centroeuropa. Respeta otras formas de composición pero exige su derecho a tomar su propio camino. “Creo que el tiempo me ha dado la razón, y que lo mejor que pude hacer es salir de España porque me abrió mucho la mente ”.

Raíces españolas

Allí conoció a compositores, como Corigliano “que tiene varios Oscar, hace música para cine, tiene su ópera, sus obras sinfónicas...” Eso es lo que a Llorca le atrapó de Estados Unidos, en general, y Nueva York, en particular. Una ciudad efervescente , que no tiene complejos a la hora de presentar en una misma programación espectáculos de circo, con música contemporánea o tecno, mientras el público se toma una copa. Algo que ocurre en lugares como Galapagos Art Space o el local abierto por el español Ángel Orensans , una antigua sinagoga en el Lower East Side.

«Mi ópera está impregnada de música renacentista española»

Sin embargo, Llorca no renuncia a sus raíces a la hora de componer: “Mi música es muy española. Nuestra música vernacular es muy rica, es inigualable. Toda mi base es española, pero creo que de una manera inconsciente”. Una tradición que se aprecia en su ópera “Las horas vacías” . “Ahí sí lo hice de manera consciente -admite-. Toda la obra está impregnada de música renacentista española, en la que sí he utilizado una técnica de orquestación muy americana”.

Llorca puede presumir de haber sido profeta en su tierra pues su ópera fue estrenada en su pueblo natal, Benidorm, en la misma iglesia en la que fue bautizado. “Fue una iniciativa de todo el pueblo -recuerda- y resultó fantástico porque participó todo el mundo”. Aquello marcó el punto de partida de la carrera internacional de la obra, que de allí saltó a Berlín, donde se presentó en la Catedral, para viajar después a las Naciones Unidas. Su última parada ha sido el Lincoln Center de Nueva York, y el año pasado fue grabada por el sello Columna Música. Ahora le espera San Petersburgo.

La ópera, para soprano, actriz, y orquesta de cámara, está inspirada en una historia real «que ocurrió hace años en el village neoyorquino». Trata de una mujer, adicta a internet, que vive a través de crear su propia fantasía.

Mortier en Nueva York

Desde su atalaya en la Gran Manzana, la Juilliard School, Llorca vio de cerca la fugaz aventura americana de Gerard Mortier con la Ópera de la Ciudad de Nueva York . “Nadie sabe lo que sucedió allí -bromea-. Yo personalmente creo que Mortier está acostumbrado al sistema de trabajo europeo y a contar con mucho dinero del Estado para sus producciones. Estados Unidos no es así, tienes que luchar mucho para conseguir que tal o cual persona te de dinero para tus proyectos”.

Llorca no se plantea volver a instalarse en España. “Llevo casi 25 años y los que me queda. Allí te abren las puertas y se alegran cuando tienes éxito. Cada vez me reafirmó más en que lo mejor que pude hacer en 1988 fue irme de aquí». Y concluye: «Solo con escuchar mi música está claro cómo pienso”.

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