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ABC Cultural

Eels deslumbra con sus tragedias cotidianas

La banda de Mark Oliver Everett fascina en el Teatre Grec de Barcelona

Eels deslumbra con sus tragedias cotidianas INES BAUCELLS

david morán

A Mark Oliver Everett, el hombre que se esconde entre las tragedias domésticas de Eels y que fijó su terrible historia familiar en la autobiografía «Cosas que los nietos deberían saber», se le acusa últimamente de repetirse, de recrearse demasiado en sus miserias, pero anoche sus lamentos cobraron sentido a la sombra de ese magno escenario que es el Teatre Grec.

Si en su anterior actuación en la ciudad Mr. E y sus secuaces llegaron luciendo impecables en chándal y con ganas de rocanrolear, ayer tocaba etiqueta e intimidad. Trajes grises, melodías crepusculares y, en fin, los ánimos por los suelos. Un territorio en el que el estadounidense, crecido en la adversidad y especialista en convertir en gozos las miserias, se maneja como nadie. Así que fueron cayendo «Parallels», «Mansion Los Feliz», «My Timming Is Off» e «It’s a Motherfucker» y quedó claro que no sería una noche de electricidad y rock desbocado, sino de emociones a flor de piel, suaves letanías acunadas por el piano y pinceladas de xilófono, melódica y trompeta. Una maravilla para rubricar uno de los grandes conciertos que dará el Festival Grec esta temporada.

Poco amigo de quedarse quieto en un mismo sitio demasiado tiempo, el músico estadounidense rehizo por enésima vez «Fresh Feeling» y «My Beloved Monster», aflojó el nudo de la garganta con una energética versión de «Birds» y, justo cuando el público andaba despistado tarareando el estribillo, asestó un nuevo golpe maestro con la trémula y espectral «Gentlesman’s Choice». «Si un perdedor como yo ha llegado hasta aquí, cualquier cosa es posible», dijo antes de bordar «Where I’m Going» y de saltar a las butacas para abrazarse al público.

Un lujoso broche a una mágica noche que se elevó aún más alto con las emocionantes versiones de «Can’t Help Falling In Love» de Elvis y «Turn On Your Radio» de Nilsson, despedia y cierre de una velada con la que Eels confirmaron, una vez más, que sus penas son nuestras alegrías.

Eels deslumbra con sus tragedias cotidianas

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