El Museo Egipcio de Barcelona devuelve a la vida el Libro de los Muertos
Una exposición reúne una reproducción a tamaño real del papiro de Ani y 70 piezas de la colección del museo para desentrañar los misterios del manual de los antiguos egipcios para llegar al más allá
El sarcófago de granito de Ramsés II acabó a los pies de monjes coptos
![Detalle de una de las piezas de la exposición con el papiro de Ani en segundo plano](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/05/31/muertos2-R1tlWG5v8yXpVQJ0j80KpNJ-1200x840@diario_abc.jpg)
Lo primero era encaminarse, o más bien desplazarse en cuerpo y alma, a la necrópolis. Ser acogido en la tumba, neutralizar la amenaza de Apofis y solarizarse en el mundo osiriano. A partir de ahí, la regeneración, con el ritual de la apertura de la ... boca; la transfiguración y el Juicio Divino; el viaje en barca por el mundo subterráneo; y al final, si todo sale como Osiris manda, el edén, la salida al día. Porque, por más que con los siglos los egiptólogos lo hayan acabado bautizando como Libro de los Muertos, los papiros egipcios que reunían el tránsito del mundo de los vivos al de los difuntos, ese manual de instrucciones para llegar al más allá y solazarse en la vida eterna entre ríos caudalosos y montañas de trigo, eran en realidad otra cosa. «Los egipcios lo llamaban 'El libro de la salida al día', lo que explica muy bien cuál era su función», apunta la directora del Museo Egipcio, Maixaixa Taulé.
A su alrededor, fraccionado en tres paredes, una reproducción a tamaño natural de los 23,6 metros de escritura jeroglífica del papiro de Ani, uno de los ejemplos más espectaculares y sobresalientes de Libro de los Muertos (sí, como marca comercial lo de 'Libro de la salida al día' flojea un poco) y joya del British Museum desde que Ernest Wallis Budge se lo llevó de Egipto como por arte de butrón y birlibirloque. «Es un manual para superar las adversidades y renacer en el Campo de las Felicidades», subraya el comisario y conservador del museo, Luis Manuel Gonzálvez, encargado de anotar el papiro de Ani e incorporar descripciones y explicaciones de las escenas clave como la procesión funeraria; la sala de la Doble Verdad, con el pesado del corazón y la pluma; la confesión negativa y los 42 mandatos; el viaje a bordo de la barca solar con el dios Thot como timonel; y la identificación del alma del difunto con el dios Sol, prueba definitiva de la vida después de la muerte, ya que si algo muere y nace cada día es precisamente es el astro rey.
Un lío, sí, aunque precisamente por eso el museo barcelonés se ha animado a devolver a la vida el Libro de los Muertos. «Es algo que no se estudia a fondo a no ser que no seas egiptólogo, así que hemos querido explicar de manera sencilla y comprensible los textos más famosos», asegura Taulé. Y para conseguirlo, además de reproducir de forma didáctica y amena el papiro de Ani, la exposición 'Salir al día', en cartel hasta febrero de 2025, reúne también más de setenta piezas de la colección Clos relacionadas con el tema.
Destaca, por ejemplo, un fragmento del Libro de los muertos de la dama Bary con uno de los capítulos menos frecuentes, el de las ofrendas; y otro fragmento de otro libro también fechado entre el 1307 y el 1196 a. C. que reproduce uno de los momentos cruciales: la confesión negativa. En la pieza se intuyen jeroglíficos con declaraciones de inocencia como «No he robado, «No fui un parlanchín» y «Mi única riqueza fueron mis bienes», «No he sido malo, no he hecho el mal»... Y así hasta casi medio centenar de maneras diferentes de decir que uno es apto para la vida eterna.
En las vitrinas, ejemplares variados de 'ushebtis', ojos de Horus con propiedades protectoras, amuletos de la lapislázuli con el Nudo de Isis, reposacabezas de alabastro, la máscara de una momia de cocodrilo, el ataúd de una musaraña. una caja para guardar las vísceras y un juego de herramientas para llevar a cabo el ritual de la apertura de la boca. Y en el centro, la tapa de de un sepulcro de los años 525-332 a. C. que conserva fragmentos de un Libro de los muertos grabado en la piedra; una exquisita cabeza de Osiris de oro; y una obertura de momia tratada con pan de oro.
Piezas todas ellas relacionadas con alguno de los 194 capítulos que los egipcios tenían para elegir a la hora de confeccionar su Libro de la salida al día. «No todos podían tener un libro de los muertos. Dependía de su capacidad económica y cultural», matiza Gonzálvez. Así que el 'todo incluido', sepulcro y momificación al margen, estaba reservado a una parte muy pequeña de la población. A gente como Ani, escriba que encargó el suyo con todo lujo de detalle en el 1250 a. C.
Lo más normal era que los egipcios de a pie se hiciesen enterrar con un solo capítulo sin decorar, pero el de Ani suma 67 y está ricamente ilustrado con textos jeroglíficos. «Aparece todo menos el veredicto final de Osiris», desliza el comisario.
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