La masa madre de Josep Pla
Xavier Febrés publica una antología del 'Calendario sin fechas' que el escritor ampurdanés publicó en el semanario Destino
![Josep Pla](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/12/02/pla-Ry0wrPFprbPYfhIuclC27GK-1200x840@abc.jpg)
'Calendario sin fechas' se llamaba la sección que Josep Pla inauguró el 24 de febrero de 1940 en 'Destino'. Millar y medio de artículos hasta que Jordi Pujol compró el semanario: el director, Baltasar Porcel, le echó en 1975 por sus críticas a ... la 'revolución de los claveles' portuguesa.
En sus 'Notes del capveprol' ('Notas del crepúsculo'), Pla recordaba el episodio: «Josep Vergés, en uso de su perfecto derecho, vendió Destino a un engreído de gran ambición política llamado Jordi Pujol, de la Banca Catalana. Este señor, riquísimo, que primero propugnó para este país la implantación del socialismo sueco –en este país los suecos son escasos– y después ha demostrado tener una ambición desmesurada y pública, propia del típico político ignorante, prohibió un artículo mío sobre Portugal…»
Pujol acabó de matar Destino, que en abril de 1978 cambió de propiedad. Pla volvió al agónico semanario: la sección pasó a llamarse 'Calendario sin fecha' (en singular) y el ampurdanés octogenario añadió cuarenta y ocho artículos, hasta 1979.
En aquella serie, que Xavier Febrés espiga en su selección de 'Calendario sin fechas' (Destino), está la masa madre de una obra que se recicló en catalán para la 'Obra Completa' que Josep Vergés publicó desde 1966. La antología se completa con la publicación, por Sílvia Coll-Vinent, de 'Periodisme i llibertat', la correspondencia de Pla con Joan Estelrich entre 1920 y 1950.
Selección
Aunque Pla se incorpora a Destino el 30 de septiembre de 1939 con el artículo 'La sonrisa española', no reaparece hasta el 24 de febrero de 1940, ya con su 'Calendario sin fechas'.
No explica Febrés que la idea de 'Calendario sin fechas' fue de Ignacio Agustí, como desvela Pla en 'La huida del tiempo' (1945): «Algunas veces me he preguntado qué es lo que quiso decir el director de este semanario, nuestro amigo don Ignacio Agustí, al rotular la sección que desde hace dos años está a mi cargo 'Calendario sin fechas' ¡Calendario sin fechas! ¿No es un rótulo raro? Un calendario sin fechas ¿no será algo así como un arroz con pollo sin pollo o una sopa de ajo sin huevos estrellados? Previendo, sin duda, mi temperamento un poco desencuadernado, Agustí pensó que yo me sujetaría a duras penas a escribir de las sucesivas efemérides del calendario, y así me dio, en el rótulo, la holgura de movimiento necesaria».
Ninguno de sus libros adoptó el título de la sección periodística, subraya el antólogo: «Sin embargo, muchos de los artículos de aquella rúbrica fueron aprovechados parcial o totalmente en sus obras». Firmados como José Pla, en un castellano repleto de giros catalanes, los 'calendarios' nutrieron 'Viaje en autobús', 'Humor honesto y vago', 'Las ciudades del mar', 'La huida del tiempo', 'Viaje a pie', 'Lo infinitamente pequeño'…
En el medio centenar de 'calendarios' seleccionados hallamos las descripciones prodigiosas, el 'genius loci' ampurdanés, el escritor viajero, el canon literario o la amarga reflexión sobre el oficio: «Yo estoy en el periodismo y la literatura como podría estar en la tintorería o en los ultramarinos. Aunque –y se lo voy a decir ahora que estamos en familia– donde yo debería estar es en el honorable estamento de los rentistas, para poder ir de paseo con una flor en el ojal y un bastoncito».
Devastación moral
El solitario de Llofriu observa un Cadaqués invernal de posguerra: «Las luciérnagas del alumbrado público son una agonía amarillenta». Hijo del convulso siglo XX, pertenece a una generación de «envejecidos prematuros» que cumple la cincuentena con la dentadura «devastada» y el hígado maltratado: «Lo que no tiene remedio es la devastación de la dentadura espiritual y el estado del hígado moral», sentencia en 1947.
Entre los retos literarios, escribir un artículo «inteligible» sobre el color de Roma: «Hace más de cuarenta años que tengo la obsesión de escribirlo y por el momento no lo he logrado», confiesa en 1965. Toda una vida. El Pla incómodo en un partido de fútbol vespertino Barcelona-Real Madrid alaba el congrio con guisantes y sigue batallando por el matiz de las pequeñas cosas.
En 1970, tres décadas de 'Calendario sin fechas', el Pla septuagenario reitera la conciencia de las limitaciones que aprendió de Montaigne: «Escribir un papel sencillo, claro y hasta donde sea posible inteligible, ha sido para mí un verdadero tormento… Tengo que beber para llegar al fin seis o siete cafés y una determinada cantidad de whisky…» Dos años después de aquellas líneas, Pla sufre un infarto que le aparta unas semanas de su sección.
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Su conservadurismo suena políticamente incorrecto en la España antifranquista que bendice el comunismo. Sus experiencias en la Alemania inflacionaria le hacen temer «el descenso del precio de la moneda con su inevitable consecuencia: la transformación de una sociedad consolidada y normal en una jungla de mala gente». Socialismo y comunismo representan «la igualdad en la miseria mantenida por la policía del Estado». «Releer en la actualidad aquellos artículos, no tiene nada de ejercicio de nostalgia ni de prospección arqueológica», concluye Febrés. Pla palpita en sus calendarios sin fechas.
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