Zorras de ayer y de hoy
«La lista de hembras valientes como Eulalia de Barcelona ha sido muy larga y, aunque la sociedad las ignora, las catedrales y lo museos todavía las contienen»
Nebulossa: «No nos preocupan las críticas: no tenemos 20 años»
![Nebulossa, durante una actuación](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/02/15/zorra-benidorm-U501617583820sWC-RabaC5keE1CwqQ0qUA2wF7M-1200x840@abc.jpg)
Siempre que puedo y encuentro una excusa, me escapo un fin de semana a Barcelona, consciente de que tal vez un día no muy lejano no me resulte tan fácil, por razones que la razón no entiende, cruzar fronteras o hablar nuevos idiomas. El caso ... es que esta vez me cundió, y después de retar a duelo de esgrima a Jacinto Antón, visitar las librerías de viejo que aún quedan en pie como trincheras del refinamiento y la cultura que siempre caracterizaron a esta ciudad; leer a Vila-Sanjuán y tomarme un coctel en Boadas con Eduardo Mendoza y Guillermo Garabito, todavía me sobró tiempo para darme un paseo en un atardecer soleado, casi primaveral, por la orilla de la Barceloneta, donde pude observar, no sin cierta admiración sorprendida, el colorido cosmopolitismo de una playa en la que convivían alegremente alemanas en toples, inglesas con litronas, señoras haciendo 'footing' con sus mallas fosforito, un grupo de mujeres con 'burkini' y un poco más cerca, sentadas en círculo sobre la arena, unas adolescentes escuchando a toda pastilla a Nebulossa y su 'Zorra'. Y recordé la lucha de las feministas por empeñar campañas, recursos y publicidad en que las mujeres del siglo XXI entendamos que «solas y borrachas queremos llegar todas a casa».
Y entonces, como los caminos de la mente son inescrutables, recordé también a una de las mujeres más famosas de aquí, Eulalia de Barcelona, la niña de doce años a la que por decir «no es no» le cayeron las doce plagas en forma de castigos legendarios: desgarraron su carne con garfios, le quemaron los pechos, le fregaron las heridas con piedras, le echaron aceite hirviendo y plomo fundido, la lanzaron a una fosa de cal viva, la introdujeron en un tonel lleno de cristales, la encerraron en un corral con pulgas, la pasearon desnuda por la calle y finalmente, la crucificaron en una cruz de aspas.
Como toda leyenda tiene siempre un poso de verdad, esta muchacha pasó a la posteridad engrosando la literatura martirial. Y si hacemos memoria, la lista de hembras valientes como Eulalia ha sido muy larga y, aunque la sociedad las ignora, las catedrales y lo museos todavía las contienen. Dignas 'Zorras' del pasado, vivieron enfrentadas a la autoridad de su momento dando la cara y la vida por su propia causa, y nunca necesitaron de la polisemia facilona para defender el orgullo y la dignidad de ser mujer.
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