la biblioteca viajera
El Londres 'españolado' de Chaves Nogales
La capital británica guarda una inesperada memoria ibérica por haber sido el refugio del periodista republicano y de la colonia del exilio histórico español
![Londres / Chaves Nogales](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/08/25/londres-chaves-nogales-k3iH-Rc0GJ92UFp0Pby7yLReYujJ-1200x840@diario_abc.jpg)
Un hombre camina por Londres recordando una España luminosa, una España que ya no existe. No está muy lejos del Museo Británico y en ese momento, al pensar en las salas de antigüedades, medita sobre cuántas civilizaciones se perdieron a lo largo ... de los siglos. ¿En qué momento se perdió España devorada por los vientos sucios de la Historia? Allí la guerra ha terminado, pero sabe que un manto de silencio, hambre y muerte se tiende sobre todas las cosas.
Hay un Londres de Manuel Chaves Nogales, el periodista republicano que tuvo que abandonar España tras la Guerra Civil. París fue la primera ciudad de su destierro y Londres la capital que lo acogió en su segundo exilio, cuanto tuvo que abandonar Francia huyendo de los nazis. Londres guarda secretos recuerdos de España porque también fue el refugio de muchos heterodoxos en otros momentos históricos: herejes erasmistas en el siglo XVI, liberales del XIX y republicanos en el siglo XX. Por eso podríamos encontrar un Londres 'españolado', una capital británica llena de inesperadas memorias ibéricas.
Bloomsbury
Chaves Nogales vivió en el barrio de Bloomsbury, en el número 181 de Russell Court, un edificio de pequeños apartamentos (flatlets) que aún resiste. Como contó su biógrafa Maribel Cintas, el periodista español vivió en el piso bajo y en la planta superior residió otro exiliado que colaboró con él, Luis Gabriel Portillo, padre de Michael Portillo, líder del Partido Conservador inglés que llegaría a ser ministro en el gobierno de Margaret Thatcher. En aquellos minúsculos apartamentos se alojaron también otros exiliados españoles formando parte de una red de amistad y colaboración en el destierro.
Hoy todo permanece más o menos intacto. Allí está el mismo edificio, aunque adaptado a la devoradora realidad actual de los alquileres de vivienda y los pisos turísticos. Los apartamentos del exilio español daban a Woburn Place y al hermoso parque de Russell Square, que diseñó en 1800 el arquitecto paisajista Humphry Repton. Paseamos por este jardín imaginando cómo debió de ser aquella estancia inglesa de Chaves Nogales.
Los españoles refugiados vivieron allí la Segunda Guerra Mundial y el terror de los bombardeos nazis, el Blitz, aunque ellos ya tenían la amarga experiencia de la guerra civil. Parece que Chaves Nogales estaba incluso habituado a esa amenaza y en múltiples ocasiones ni siquiera bajaba al refugio. Prefería quedarse trabajando con su máquina de escribir inglesa que le desesperaba –como a otros exiliados– por no tener tildes. Quizás el sonido le servía para evadirse del ruido de la guerra.
En el Londres de Chaves Nogales hay otro lugar lleno de connotaciones especiales: Fleet Street, la mítica calle de la prensa. El periodista y escritor dirigía allí la agencia Atlantic Pacific Press que suministraba noticias del curso de la Segunda Guerra Mundial a las cabeceras de prensa de los países latinoamericanos.
Habría que recordar que en Inglaterra las clases altas recelaron de los exiliados por pertenecer al bando republicano, asociado muchas veces erróneamente al comunismo. Por eso se decantaron del lado del régimen de Franco. El Ministerio de Información británico era consciente de eso, por lo que intentó controlar la información sobre el conflicto que salía de Inglaterra hacia América Latina.
El Ministerio aprovechó a exiliados españoles de prestigio para que realizaran ese trabajo informativo. Ésta es la razón por la que el propietario de la Atlantic Pacific Press puso a Chaves Nogales al frente de su agencia en Fleet Street. El periodista sevillano fue parte de ese mecanismo de la información aliada como cuenta Yolanda Morató en su reciente libro 'Manuel Chaves Nogales. Los años perdidos'.
La calle de la prensa
Fleet Street ya no es la calle de la prensa. Hace mucho que las redacciones de los periódicos abandonaron este animado mapa del callejero de Londres con sus cafés y tabernas. Pero algo queda de esta arteria vital de la ciudad que surgió sobre el antiguo río Fleet donde en el siglo XVI comenzaron a instalarse las primeras imprentas y, más tarde, por lógica herencia, los periódicos.
Chaves Nogales empleó a refugiados españoles que escribían o hacían traducciones. También colaboraban en programas radiofónicos a través de la BBC defendiendo los ideales democráticos. Eran personajes como Salvador de Madariaga, Arturo Barea, Luis Cernuda, José Castillejo, Rafael Martínez Nadal, Luis Araquistain, Esteban Salazar Chapela y un staff de traductores formado por Luis Portillo, Teresa Magalo y Frances Kaye.
La BBC está en Broadcasting House en Portland Place, otro escenario importante de los escritores del exilio. Este edificio estilo art decó acogió a partir de septiembre de 1939 'La Voz de Londres', programa radiofónico en español con noticias que interesaban a la propaganda británica. El relato de la Segunda Guerra Mundial en Hispanoamérica se fraguó desde el corazón de Londres a través de la labor de los exiliados. Era parte importante de la batalla de propaganda que barajaba Inglaterra para conseguir la complicidad de los países latinoamericanos como posibles aliados.
Es todo ese mundo que noveló el escritor Esteban Salazar Chapela en 'Perico en Londres', donde aparece la colonia española del exilio. El escritor malagueño se emocionaba en la sala de pintura española de la National Gallery, otro lugar de memoria nacional. Allí llevaba Salazar Chapela a los amigos españoles que pasaban por Londres. Por la National Gallery deambulaban los exiliados republicanos buscando los bodegones barrocos con flores y frutas sobre jarras de loza vidriada que les recordaban el hogar perdido.
Pero el mapa de Londres tiene más lugares 'españolados'. Son todos esos espacios en los que exiliados de otras épocas se reunían para recordar el país perdido y construir cierta idea de España matizada por la melancolía.
El primero sería la zona del Temple, donde se encuentran las Inns of Court, un lugar en el que dio clases Antonio del Corro, un humanista que huyó de la Inquisición y que inaugura el éxodo español en Inglaterra. Antonio del Corro era monje jerónimo en San Isidoro del Campo en Sevilla y logró escapar del Santo Oficio cuando se descubrió un foco de herejía protestante al que también pertenecieron los primeros traductores al castellano de los Libros Sagrados. De esa traducción salió la famosa Biblia del Oso.
Antonio del Corro recaló en Inglaterra y se puede considerar uno de los primeros 'britanistas' españoles. Además de sus obras teológicas escribió el que podría ser el primer diccionario anglo-español, 'The Spanish Grammer'. Murió en Londres en 1591 y fue enterrado en la iglesia de Saint Andrew by Wardrobe, cerca de la estación de Blackfriars.
Pero el gran siglo español de Londres fue el XIX. Inglaterra se convirtió en la patria de salvación para liberales que huían de la represora España absolutista de Fernando VII como José María Torrijos, Bartolomé José Gallardo, Agustín de Argüelles, José María Calatrava o Antonio Alcalá Galiano.
Leones enjaulados
El historiador Thomas Carlyle en su 'Vida de John Sterling' ya nos habló de un lugar español de Londres: la zona de la iglesia de San Pancras. Carlyle aseguraba que solía ver la trágica figura de los refugiados españoles paseando juntos los días de primavera. Buscaban limosnas de sol en Euston Square y por las cercanías de la iglesia de San Pancras «con altiva dignidad en sus capas raídas». A Carlyle le producían la impresión de «leones enjaulados».
Somers Town es otro espacio español. En su libro 'Liberales y románticos. Una emigración española en Inglaterra (1823-1834)', el historiador Vicente Llorens, también exiliado tras la Guerra Civil, escribió que los refugiados liberales 'españolizaron' el barrio haciendo que hasta los guardias nocturnos pregonaran la hora en español. Y el político Antonio Alcalá Galiano –que vivió el destierro inglés en 1823- decía en su libro de memorias que en el camino de Somers Town había un árbol solitario que bautizaron con el nombre de árbol de Guernica. Así distraían los tormentos de la melancolía…
Holland Park en el barrio de Kensington también es territorio para pasear pensando en nostalgias españolas. Allí se encuentra Holland House, la residencia del prócer inglés Lord Holland, que fue amigo de liberales españoles como José María Blanco White, que se convirtió en su secretario.
El sevillano Blanco White llegó en 1810 a Inglaterra, una tierra que siempre consideró el país que le permitió desarrollar su libertad de pensamiento. Creó el periódico 'El Español de Londres' y el 'Variedades o Mensajero de Londres', dirigido al público hispanoamericano con una trayectoria en cierto modo similar a la de su paisano Chaves Nogales pero un siglo antes. Aquí escribió su célebre 'Letters from Spain' (Cartas de España) y también otra obra menos conocida, 'Cartas de Inglaterra', donde se convierte en observador de la tierra de acogida. Siguiendo su mirada con este libro a modo de guía de viaje podemos recorrer lugares actuales como la Bolsa de Londres o el puente de Waterloo.
Londres fue el refugio de la memoria para muchos españoles. En estas calles caminaron aquellos liberales que parecían «leones enjaulados» y que se reunían a la sombra del árbol de Guernica reinventado tan lejos de España. En este Londres los republicanos sufrieron los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, pero también contemplaron la serenidad de los jardines, sintieron la nostalgia en los bodegones barrocos de la National Gallery y escribieron su historia con máquinas de escribir que no llevaban tilde.
No muy lejos del centro histórico Londres, se encuentra la última etapa de este Londres en el que seguimos las huellas de Chaves Nogales. Estamos en el cementerio de Fulham en North Shee y Mortlake en Richmond, Kew. Allí se encuentra la tumba del periodista, sin lápida, sin nombre y al lado de un árbol cortado, como estremecedor símbolo de su biografía. Murió el 8 de mayo de 1944 tras una operación truncada, mientras en Londres caían las bombas.
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