España Cañí
Ligones, machos y casanovas
«El español que triunfa entre extranjeras es un oficio, y va desde Luis Miguel Dominguín, que embelesó a Ava Gardner, hasta Gerard Piqué, que logró que Shakira le bailara en casa»
La vocación de folclórica: de Lola a Rosalía
![Shakira junto al exfutbolista Gerard Piqué](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/08/24/herrera-pique-kWtE-RnTMHASbFvXTF5IoQh37N5N-1200x840@diario_abc.jpg)
El empleo de la palabra macho vive un declive, o un desprecio, quizá, pero no debiera, porque en España el macho se hizo un prestigio, desde el casanovismo de soneto a la torería de póster. Pasa también con la palabra ligón, aunque ... no tanto. Y con el ligón propiamente dicho. El macho es condición muy española, y aún conserva tirón y aventura y vitola, aunque esto se dice poco o nada. Pero hay que decirlo. El ligón es incurable, y tiene su época mejor ahora, en verano, y el macho ya no farda, aunque está ahí, como una capitular insomne del folclore, entre la chulería y el Rodríguez. No hace tanto, hubo un auge del macho, que sostuvieron entre Mario Casas y Ruben Cortada. Entre Hugo Silva y Miguel Ángel Silvestre, o Rodolfo Sancho y Maxi Iglesias, incluso. Luego vino Maluma, y Tangana. Y otros que animan el vicio del reguetón. Ahí andamos.
El macho va y viene, pero estos nombres nos interesan mucho, porque asientan y prorrogan el horizonte del macho, que parecía especie en extinción, desde que Beckham decretó la mecha Marilyn y se nos puso todo perdido de metrosexuales, no sólo en el fútbol. Yo sé que Miguel Ángel, Hugo o Maxi están ya como un poco o un mucho dimitidos de su papel de guapos de moda, y se afeitaron, en su momento, para despistar, o cambiar de vida, o las dos cosas, aunque la barba de cuidado descuido va y viene en ellos, como la novia de cartelera. Quiero decir que esquivan la pose de apolos de «fotocol», pero es lo que hay. El español que triunfa entre extranjeras es un oficio, y va desde Luis Miguel Dominguín, que embelesó a Ava Gardner, hasta Gerard Piqué, que logró que Shakira le bailara en casa. El gran Antonio Banderas se llevó, hace ya muchos años, a la rubia de la película, Melanie Griffith, y ahí estuvieron durante varias temporadas, queriéndose 'una jartá'. Julio Iglesias ha hecho carrera de Julio Iglesias.
El macho incluye, en una punta, al galán, que es un macho de batín o sombrero, y en la otra punta al playboy, que es un golfo de cuando las grutas sexuales de la noche se llamaban 'boite'. El ligón se abre paso entre todos, con una mitad de simpatía, con una mitad de gimnasio. El ligón reúne las versiones incalculables de Paco Rabal, por ejemplo, que hizo de la mujer un sacerdocio, como Quevedo. Hay ligones que llegan al virtuosismo de vivir solteros con dos novias. O más. No le daremos, aún, a Mario Casas el título de Marlon Brando de La Coruña, pero tiene el almíbar de los barriales, la ternura de los salvajes. Rubén Cortada es otro modo de Miguel Ángel Silvestre, cuando era El Duque, sólo que Rubén con ojos de verde brujería y el swing del caribe, que es un don que desordena. Hugo Silva es un valor de consenso, directamente.
No es que Mario Casas, y el resto, estuvieran de moda, sino que no hay quien los pare. A Mario le distingues, ya de lejos, porque le precede una parroquia de sucesivas chavalas rendidas, que salen de aquí y de allá, por comprobar que, en efecto, existe. Y de vez en cuanto, entre esas chavalas, va y le sale una novia radiante, imbatible, y famosa, o en vísperas de serlo. Estos actores han reavivado el fenómeno fan, que era chollo de los cantantes melódicos, empezando o acabando por Bisbal, aunque ahora mola más Pablo Alborán. Mario, como Hugo, o Tangana, van aguantado todo el desmadre de éxito con media sonrisa de pícaros de gimnasio y simpatías de ir a los estrenos propios como a una boda. Una boda sin boda donde son el novio de selfie de todas. Yo lo he visto.
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