William Boyd: «Soy el dios de mi pequeño mundo literario»
El escritor publica 'El romántico', una novela que sintetiza el siglo XIX a través de la vida de Cashel Greville Ross
Lea aquí la crítica del libro
William Boyd muestra con una sonrisa uno de los muchos cuadernos que componen el manuscrito de su libro 'El romántico' que vio la luz hace dos años en Reino Unido, y que este mes ha sido publicado en español por Alfaguara. Permite que esta ... periodista lo tome entre sus manos y lo ojee, consciente de su valor. Y es que el escritor británico tiene sus rituales: usa siempre un bolígrafo especial de dibujo técnico de punta muy fina, y escribe en un tipo específico de cuadernos. Toda la obra está ahí, de su puño y letra, en una caligrafía diminuta, directamente proporcional a la grandeza de la obra final. Después, él mismo lo transcribe en el ordenador. «Mi primera lectora es siempre mi esposa, Susan, que además de ser también escritora, es tremendamente sincera, y cualquier escritor necesita un primer lector así». Han estado casados durante casi medio siglo, en lo que describe como una «maravillosa historia de amor», y durante más de treinta años han vivido en la casa del barrio londinense de Chelsea donde recibe a ABC, en un salón con biblioteca, aunque los más de diez mil libros que posee no están sólo ahí, sino por todas partes.
Voraz lector e investigador, apunta, señalando uno en la mesa llamado 'Gabriel's Moon', que es su última novela y está ambientada «en la Andalucía de los años 60», aunque todavía no hay traducción al español. La suave luz del sol invernal entra por dos grandes ventanales y durante una hora, la cálida conversación versa sobre literatura, procesos creativos, obras, personajes y, por supuesto, sobre el siglo XIX, donde transcurre el libro protagonizado por Cashel Greville Ross. «Me tomo muy en serio la elección de nombres, incluso para personajes que aparecen en sólo un par de páginas. Quiero que el nombre sea distintivo y memorable. No quiero que suene demasiado genérico. Y siempre estoy anotando nombres, tengo una libreta donde apunto los que me llaman la atención».
Cashel es el protagonista de una novela que abarca casi un siglo de historia y que Boyd construyó con una minuciosidad tal que el lector llega a dudar si está ante una ficción o la biografía de un personaje real. «Intento que mi ficción parezca tan real que los lectores olviden que están leyendo una novela», confiesa el autor británico, cuya obra se caracteriza por el detallismo histórico y la inclusión de personajes reales que se cruzan con los que son producto de su imaginación.
Con Cashel, Boyd lleva al lector en un extenso recorrido global por eventos reseñables del siglo XIX, desde la Batalla de Waterloo hasta las guerras coloniales en África, pasando por la Italia de Byron y Shelley, la América de los pioneros y los salones diplomáticos de Europa. «La idea de contar una historia que cubra toda la vida de un personaje siempre me ha fascinado. Es una técnica que he utilizado antes y que exige una selección muy cuidadosa de los momentos clave, porque de lo contrario necesitarías 10.000 páginas para contarla», explica. Y es que el género de la «novela de toda una vida» es una de sus especialidades, una estructura que ha explorado en obras anteriores.
Boyd confiesa que 'El romántico' surgió, en parte, de su pasado académico. «Cuando estudiaba en Oxford hice un doctorado sobre Shelley y pasé ocho años sumergido en la poesía romántica», recuerda. Esa influencia se hace evidente en la novela, donde Percy Bysshe Shelley y Lord Byron, dos de las figuras más influyentes del movimiento romántico, aparecen en episodios cruciales de la vida de Cashel. «Byron, en particular, no es muy agradable en este libro», apunta Boyd, quien, basándose en testimonios históricos como el del escritor francés Stendhal, lo retrata como un snob.
Los encuentros con grandes figuras se mueven alrededor del eje de la novela que es Cashel, un aventurero impulsivo que sigue los dictados de su corazón, para bien o para mal. «Su vida está marcada por decisiones precipitadas. Se une al ejército tras un enojo con su madre, se lanza a negocios improbables, persigue amores imposibles. Es el clásico romántico que se deja llevar por sus emociones», describe Boyd. Esta tendencia lo lleva desde una granja utópica en los Estados Unidos, hasta un fallido matrimonio en Irlanda, pasando por una carrera en la diplomacia y un inesperado éxito como cervecero. «No sé por qué, pero me pareció interesante hacer que Cashel fundara una cervecería en la América del siglo XIX. Eso me obligó a investigar sobre la fabricación de la cerveza en esa época», comenta entre risas.
Si algo define la obra de Boyd es su capacidad para integrar investigación y ficción sin que se noten las costuras. «La textura del mundo tiene que sentirse real. Los eventos deben ser plausibles. El objetivo es que el lector aparte su incredulidad y crea en la historia», afirma. Para lograrlo, el escritor se documenta meticulosamente sobre cada etapa de la vida de sus personajes, en este caso, desde las técnicas de exploración africanas hasta los detalles de la diplomacia en Trieste, un lugar que le resulta especialmente atractivo. «James Joyce vivió allí, y en cierto modo era tan importante para él como Dublín».
Como en otras de sus obras, Boyd no sólo presenta una historia envolvente, sino que también juega con la ilusión de la realidad. «En 'Sweet Caress' incluí 77 fotografías anónimas y las hice pasar por fotos tomadas por la protagonista. En 'Any Human Heart', el personaje principal se cruza con Hemingway y Virginia Woolf», menciona. Y en 'El romántico', el truco narrativo consiste en hacer creer que la historia de Cashel proviene de un manuscrito encontrado. «Esa ilusión es algo que disfruto mucho al escribir», admite.
Y es que Boyd no sólo es un maestro en contar historias, sino también en jugar con las expectativas del lector. Cita a Vladimir Nabokov cuando le preguntaron si sus personajes alguna vez tomaban el control de la historia: «No, todos mis personajes son galeotes, y yo soy el hombre en la cubierta con el látigo», respondió el ruso. Boyd se hace eco de esas palabras, aunque sin aspavientos: «Mis personajes son mis criaturas. Estoy al mando, soy Dios en mi pequeño mundo literario».
A pesar del tono lúdico que impregna la conversación, «soy un comediante, de comedia negra», reconoce, 'El romántico' es también una reflexión sobre la condición humana. «Lo que intento hacer en cada libro es comprender y expresar qué significa esta extraña aventura en la que todos estamos inmersos, la experiencia humana en este pequeño planeta», dice Boyd. «Quizás, al contar la historia de estos personajes, de alguna manera puedo arrojar luz sobre la vida de los lectores, hacer que vean algo con mayor claridad o que comprendan su propia vida de una forma diferente», admite.
Y es que 'El romántico' es una novela que explora, en el fondo, la fragilidad de la existencia. «En cierta forma, es un libro melancólico. Cashel vive muchas vidas, pero nunca encuentra una estabilidad real. Al final, lo que lo ha definido es su amor por Raffaella, un amor imposible que le ha dado sentido a todo», reflexiona Boyd. «Pero no creo que sea una novela triste. Hay serenidad en su final. Ha comprendido algo sobre sí mismo y su vida, y eso le da paz».
Mientras la luz invernal sigue iluminando el salón repleto de libros, Boyd mira con afecto su manuscrito escrito a mano. A pesar de su impresionante carrera, que abarca diecisiete novelas, dice que cada una es un desafío nuevo, y asevera que 'El romántico' es «quizá mi última novela de toda una vida», aunque después reconoce que tiene otra idea en mente.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete