Primera muerte (y resurrección) de Paul Auster

En 2012, el autor de 'La música del azar' ya hablaba de su retirada y aseguraba que lo que escribía entonces le resultaba «cada vez más desalentador», pero poco después renació a lo grande con su penúltima gran novela, '4 3 2 1'

Muere Paul Auster, gigante de las letras de EE.UU.

Paul Auster, en 2012, en un banco del paseo de Gracia de Barcelona INÉS BAUCELLs

David Morán

Barcelona

En 2012, justo cuando su carrera empezaba a hacer cuña y no se sabía que esa bajada tendría pronta respuesta en forma de monumental subida, con '4321' compensando años de novelitas de método escritas con los ojos cerrados, Paul Auster apareció por Barcelona ... cansado y achacoso y soltó algo así como que no sabía si volvería a escribir más novelas.

Andaba el de Nueva Jersey en modo contemplativo, pasando revista a su carrera y haciendo inventario de achaques físicos en 'Diario de invierno', y sus palabras acabaron ilustrando la portada del ABC Cultural del 25 de febrero de 2012. «Paul Auster habla de su retirada», podía leerse en primera plana. «Lo que escribo ahora es cada vez más desalentador», añadía en páginas interiores.

La versión elaborada de la respuesta era que, después de tres décadas de malabarismo en la cima de la narrativa, de años y años dejándose mecer por el azar y jugando a encerrar novelas dentro de otras novelas, Auster había llegado a un 'cul de sac'. «Ha llegado un punto de mi vida en que soy capaz de imaginarme dejando de escribir. No quiero que pase y le ruego a Dios para que no pase, quiero seguir trabajando hasta que me muera, pero puedo ver el momento en que no sea capaz de hacerlo. Lo peor que le puede pasar a un escritor es perder fuerza», dijo.

Y, en cierto modo, razón no le faltaba, ya que tras el glorioso despuntar de los ochenta y los noventa, tras el arrebato de novelas maravillosas como 'La trilogía de Nueva York', 'El palacio de la luna', 'Leviatán' o 'El país de las últimas cosas', Auster había entrado en una suerte de periodo de hibernación productiva y de libros-fórmula como 'La noche del oráculo', 'Brooklyn Follies' y 'Sunset Park'. Novelas menores que, en efecto, venían a confirmar que la llama de Auster empezaba a apagarse. Sólo que, ahora lo sabemos, fue un espejismo.

Porque poco después resucitó Auster a lo grande, se sacó de la chistera las casi mil páginas de '4 3 2 1' y se reencontró con la versión más inspirada de sí mismo. El Paul Auster fabuloso y fabulador. El hombre capaz de pasar revista al siglo XX y condensarlo en ese gigantesco canto al azar que entona un Archie Ferguson multiplicado por cuatro.

Corría en año 2017, Auster había superado ampliamente la barrera de los setenta y aquello olía a testamento literario, pero el autor de 'La música del azar' guardaba aún un par de balas en la recámara: un monumental (y algo espeso) ensayo dedicado a Stephen Crane, otro dedicado a la problemática relación de Estados Unidos con las armas y, ahora sí, la electrizante 'Baumgartner', canto de cisne y remate a la segunda juventud de un autor que si en algo creía era en el poder balsámico de la escritura y la lectura. «Los libros hacen la vida un poco más soportable», decía. Y los suyos, sin duda, lo consiguieron sobradamente.

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