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María José Navia, una cuentista en el maravilloso mundo de Oz

La escritora chilena publica 'Todo lo que aprendimos de las películas', colección de cuentos conectadas a través del cine, las casas y las 'casi' relaciones

La biblia breve de Stefan Zweig, el escritor impaciente

María José Navia, en una imagen promocional ISABEL WAGEMANN
David Morán

David Morán

Barcelona

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Llegó la pandemia, cerraron los cines y a María José Navia (Santiago de Chile, 1982) se le cayó el alma a los pies. «Pensé que el cine, el ir a un lugar y compartir la oscuridad, se iba a acabar», asegura. Así que, por si las moscas y ante el temor de que salas y pantallas fundiense definitivamente a negro, la escritora chilena se llevó el cine a casa. O algo parecido. «Este es el libro de una autora que se pasó el confinamiento viendo muchas películas, como conjurando, como intentando mantener el cine siempre presente«, reconoce a propósito de 'Todo lo que aprendimos de las películas' (Páginas de Espuma), su quinto libro de cuentos.

«Diez tramas que acaban conformando un mismo largometraje mental», en palabras de Rodrigo Fresán, y en las que resuenan el amor a las casas, embrujadas o no, ahora que por fin tiene una. «Siempre he vivido en apartamentos pequeños y solía escribir en la cocina o el salón, pero tras la pandemia he conseguido una casa donde por primera vez tengo un cuarto propio y allí escribo más que nunca. Virginia Woolf tenía toda la razón», asegura.

Las relaciones -o, mejor dicho, las casi relaciones: las casi madres, los casi padres, las casi parejas… Todos aquellos que no encajan en las categorías de siempre»- son la otra gran pata de un catálogo de historias con el que Navia, profesora de Literatura en Santiago de Chile y autora de la novela 'Kintsugi', explora extrañezas y cartografía un mapa de afinidades en el que Joy Williams, Lucia Berlin, Edith Perlman y Amy Hempel comparten protagonismo con Tarantino, Tim Burton y 'Lost In Translation'. «El cine es tan importante como la literatura. Y las películas son tan importantes como las canciones porque son cosas que nos pasan. Hay películas que son fundamentales para mí y que creo me explican mejor que cualquier recuerdo o experiencia propia«, explica.

Un buen ejemplo de esto último es 'El mago de Oz', cinta que venera hasta niveles rayanos con la obsesión (ahí está ella con un broche de la Ciudad Esmeralda y ahí estaba también en Land of Oz, parque temático de Carolina del Norte que sólo abre al público tres fines de semana al año) y que irradia de principio a fin el relato 'Escenas robadas'. El vínculo, en este caso, va más allá de la simple fascinación cinematográfica, ya que, desvela, Herman J. Mankiewicz, coguionista del filme, era el primo de su bisabuelo.

Todos los caminos, parece, conducen al camino de baldosas amarillas, pero, por si fuera poco, Navia aprovechó la pandemia para leerse los 14 tomos que Lyman Frank Baum escribió sobre el maravilloso mundo de Oz. «Parte de mi está en Oz, la otra está aquí, con ustedes», bromea al tiempo que desvela que justo ahora está escribiendo una novela en la que convergen la saga literaria de Baum, el rodaje de la película y todas sus derivadas.

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