Leonard Cohen inédito: la forja de un novelista que ardía de pasión
Se publica en España la inédita 'Un ballet de leprosos', la primera novela que escribió el canadiense en 1957
'Hallelujah' de Leonard Cohen y todas las encarnaciones de una canción mas grande que la vida
![Leonard Cohen, el narrador con alma de poeta y oficio de cantautor](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/03/10/cohen1970-RvYR937J0HTF0mWdY98d3sI-1200x840@abc.jpg)
Estamos en 1957 y no hay rastro de Suzanne, menos aún de Marianne. El pájaro aún no se ha posado en el alambre, el chubasquero azul sigue en el armario y ni siquiera Leonard Cohen es Leonard Cohen. No hay canciones de amor ... y odio; tampoco reyes desconcertados componiendo aleluyas. No todavía. Porque Leonard Norman Cohen, bardo selecto y cantor de pasiones y abismos, no es más que un veinteañero embrujado por Lorca que ambiciona ser un hombre de letras. Un narrador con alma de poeta que aún no sabe que en realidad se ganará la vida escribiendo canciones. Un lío, sí. Pero allá vamos.
Estamos en 1957 y Leonard Cohen acaba de regresar a Montreal tras pasar un año en Nueva York. Sí, su célebre año de «pasión sin carne, de amor sin clímax». Estudios Generales en la Universidad de Columbia y 'Comparemos mitologías' recién salido de imprenta. Sus primeros poemas, escritos poco después de graduarse en la universidad McGill, por fin publicados. Ahora sólo falta atreverse con la narrativa. Descorchar la primera novela. «Vamos señor poeta, el niño remilgado de Montreal, seguro que tienes estómago para soportarlo», que escribe el propio Cohen en su relato 'Muy bien Herb, muy bien Flo'. Y, con veintipocos años, si de algo anda sobrado el joven Leonard es de apetito. «Ardíamos de pasión y escribíamos los unos para los otros o para cualquier chica dispuesta a escuchar», diría sobre sus primeros arrebatos literarios.
Es así como llega, llegamos, a 'Un ballet de leprosos', su primera novela y la última en ver la luz. El rastro de carmín de un novelista inédito que acabaría encerrado en la torre de la canción. Poco más de un centenar de páginas que Lumen publicará en España a finales de mes junto a otros quince relatos inéditos del canadiense. En la literatura promocional, frases altisonantes refieren «una intensidad 'kerouaciana' y un ambiente oscuro». Y entre líneas, las semillas de todo lo que vendría a continuación.
El Cohen narrador, señalizando el camino y guiando los pasos de sus sucesivas reencarnaciones. «Me resulta curioso contrastar al Cohen novelista con el Cohen poeta, cantado o no. Tengo la impresión de que uno decía lo mismo que el otro, pero temió ser aburrido. O poco melódico», que escribe Ray Loriga en el prólogo de 'Hermosos perdedores', la última novela de Cohen, publicada en 1966. «Si queremos expresar la derrota común, procuremos hacerlo dentro de los límites estrictos de la dignidad y la belleza», que defendería el propio Cohen.
Relaciones tóxicas
'Un ballet de leprosos', escrita entre 1956 y 1957 y rechazada por todas las editoriales a las que Cohen envió el manuscrito, narra la historia de un vendedor de 35 años que acoge a su abuelo, un anciano propenso a aparatosos ataques de ira, en la diminuta pensión en la que vive. «Mi abuelo se vino a vivir conmigo. No tenía a dónde ir. ¿Qué habría sido de todos sus hijos? Muerte, decadencia, exilio… Vete tú a saber. Mis propios padres murieron de pena. Pero no debo ponerme demasiado triste al principio, o dejarán ustedes de leer y eso, supongo, es lo que más temo», escribe Cohen en las primeras líneas de la novela.
Por encima, una cita de Walt Whitman («¿Acaso me contradigo?»») como declaración de principios. Por debajo, un completo surtido de violencias, abismos emocionales, relaciones tóxicas e ironías relucientes y recién estrenadas. Cohen en estado puro antes incluso de que existiese tal cosa. «De principio a fin, el lector halla exploraciones tempranas sobre temas que interesarán al autor durante toda su vida artística: las dimensiones sagradas y profanas del deseo sexual; el anhelo de la mujer ideal, capaz de un amor liberador; la búsqueda de la libertad en un mundo lleno de limitaciones y cortapisas; la dificultad de comprometerse; los sentimientos de alienación; el temor que surge de una sensación de falta de valía unida a la aspiración a lo trascendente y lo bello», resume en el epílogo Alexandra Pleshoyano, directora de los archivos de Leonard Cohen.
Pleshoyano desvela también que existen hasta cuatro borradores de 'Un ballet de leprosos', textos que Cohen habría escrito en la casa familiar de Montreal. Así evoca el momento la periodista Sylvie Simmons en su biografía 'Soy tu hombre'. «Después de pasar un año en Nueva York, Leonard regresó a Montreal y se instaló en el número 599 de la avenue Belmont. Lo mismo hizo su abuelo, el rabino Klonitzni-Kline. El anciano padecía la enfermedad de Alzheimer y Masha [madre de Leonard] se convirtió una vez más en su cuidadora. Si alguien los hubiera observado por un agujero le habría parecido que volvían los viejos tiempos: Masha en la cocina, preparando la comida; Leoanard tecleando en una máquina de escribir;el anciano examinando el diccionario que trataba de escribir de memoria mientras esta se desintegraba».
Cuánto había de autobiográfico en 'Un ballet de leprosos' es algo que Cohen se llevó a la tumba, pero lo que sí es seguro es que los sucesivos rechazos editoriales no lo desanimaron y siguió escribiendo. Sin parar. Muchas veces a mano, casi siempre en la mesa del rincón de un 'drugstore'. De esa misma época son, de hecho, los quince relatos que completan el volumen; historias de amor y anhelo escritas entre 1956 y 1961 y con las que Cohen empieza a enladrillar las paredes maestras su obra. Ahí están, por ejemplo, la vergüenza, la indignidad, el deseo sexual, la familia, y las tormentas interiores. Y ahí está también Hydra, paraíso griego en el que escribió '¿Qué David?' y 'Relato de una isla griega' antes de empezar a moldear su leyenda y abrir la puerta, ahora sí, a sus canciones de amor y perdición.
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«En ellas vemos surgir a Leonard Cohen como narrador, con protagonistas que casi parecen un álter ego del autor», subraya Pleshoyano sobre unas obras tempranas que incluyen también un guion, 'Comercio', que despertó cierto interés en un productor canadiense. El destino, sin embargo, tenía otros planes, y en cuanto llegó 'Songs Of Leonard Cohen' en 1967, el Cohen cantautor reemplazó hábilmente al novelista. Mal tampoco le fue.
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