Keum Suk Gendry-Kim: «En Corea del Sur nada es posible si no eres el primero; los segundos no importan»
La autora de 'Hierba' aborda en 'Mañana será otro día' el drama de la infertilidad en una sociedad conservadora
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Escribir y dibujar, asegura Keum Suk Gendry-Kim (Goheung-gun, 1971), sana heridas, aligera el peso de las circunstancias más adversas. «Para mí, escribir es una forma de terapia, de curación», explica la historietista junto a un ejemplar de 'Mañana será otro día' ... (Reservoir Books) novela gráfica en la que la autora de las aclamadas 'Hierba' y 'La espera' documenta el drama íntimo de un pareja que no puede concebir un hijo. Una tragedia cotidiana agravada por la presión de una sociedad que, apunta Gendry-Kim, sigue culpabilizando a la mujer de los problemas de infertilidad.
«La sociedad coreana ha sido un completo sistema patriarcal durante cientos de años. Ha habido mucha opresión social hacia las mujeres y, aún hoy, persiste en ciertas zonas rurales del país la idea de que si una pareja no puede tener hijos la culpa es de la mujer», relata. O, como sentencia en un de las viñetas la protagonista, una mujer de 34 años llamada Bada, «hace un tiempo, las mujeres eran culpables sólo por el hecho de nacer como tales, y si no tenían un hijo varón, se las expulsaba del casa».
La también autora de 'Perros' sabe bien de lo que habla, ya que 'Mañana será otro día' es un cómic abierta y descarnadamente autobiográfico. «Cuando tenía 30 años intentamos tener un hijo, pero no pudimos», explica. Se quedó embarazada, sufrió varios abortos y recurrió a la fecundación in vitro peor, igual que Bada en el libro, no logró tener hijos. «Creo que sufrí durante unos 10 años. En ese momento, escribí muchos diarios e intenté hacer cómics cortos, pero era demasiado difícil», reconoce.

Han tenido que pasar casi veinte años para que se haya decidido a relatar una historia que, pese a su aparente dimensión íntima, sintoniza con los traumas históricos de 'Hierba' y 'La espera', donde Gendry-Kim abordaba el drama de las «mujeres de consuelo» convertidas en esclavas sexuales del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial y las fracturas familiares durante la Guerra de Corea.

«Son temas que no me quedan lejos. La guerra, las víctimas...Es algo que tengo en casa. Porque aunque trate un elemento histórico, los protagonistas son mis familiares. Mi madre, por ejemplo, vivió la separación de Corea del Sur. Antes de escribir un libro busco el tema en mi vida personal, así que por más que 'Hierba' y 'La espera' se hayan generalizado a un hecho histórico, el inicio siempre ha sido mi entorno», relata. Habrá que ver cómo se articula todo esto en 'Mi amigo Kim Jong-un', novela gráfica que se publicará en España el año que viene y en la que la autora convierte la biografía del dictador norcoreano en este «un mensaje de urgencia por la paz».
Competitividad extrema
Gendry-Kim, que publicó sus primeros cómics mientras vivía en Francia, donde residió durante más de quince años, también explora en 'Mañana será otro día' las profundas heridas emocionales y familiares con las que cargan sus protagonistas, una manera de subrayar las deficiencias de sociedad sobrepasada por el peso de las expectativas. «Por supuesto, existe una perspectiva crítica sobre la filosofía y los valores del presente y de la sociedad, pero nunca critico algo directamente. Creo que los lectores han de encontrar esa perspectiva leyendo y pensando», explica.
Ahí está, por ejemplo, San, un protagonista masculino aplastado por la figura paterna. «No sobrevivirás en esta sociedad si no logras el primer puesto», leemos en una página emborronada con tinta. «Ser el segundo es haber fracasado en el intento de ser el primero», añade un padre siempre dispuesto a dejarse defraudar. «En la sociedad coreana nada es posible a no ser que seas el primero. No hay lugar para los segundos. Hay mucha competencia entre los padres para alardear ante los profesores, mucha tensión. Con las redes sociales, además, la intensidad de la violencia se ha disparado. Es por eso que se invierte tanto tiempo y dinero en la educación: todos los estudiantes van a academias para hacer horas extras y los padres buscan las mejores academias, las más caras, para diferenciarse», explica.
El dinero, también aquí (y allí), como elemento segregador y fijador de unas diferencias de clase cada vez más agudizadas. «En Corea, quienes no tienen dinero no pueden competir. De ninguna manera. A un lado están las familias llamadas de 'cuchara de oro' y al otro las de 'cuchara de tierra'. Las primeras tienen dinero y las segundas no tienen nada. Así que si sales de una familia de cuchara de tierra, no puedes ir a buenas escuelas ni hacer horas extras. Es por eso que muchos hijos de estas familias pobres aspiran a ser estrellas, ídolos», reflexiona. De ahí, se supone, esa cantera sin fin, mitad pasarela mitad picadora de carne, en que se ha convertido el k-pop.
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