James Ellroy: «Marilyn Monroe era una mujer estúpida, superficial y sin talento»
El escritor norteamericano, autor de 'La Dalia Negra' o 'L. A. Confidential', publica 'Los seductores', un thriller que orbita en torno a la muerte de la actriz
Lea aquí la crítica de la novela
![James Ellroy, retratado en Madrid](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2025/02/10/james-ellroy-kmHE-U7024007197663E-1200x840@diario_abc.jpg)
James Ellroy (Los Ángeles, 1948) se deja caer en un sofá Chester y desde ahí mira con desidia el mundo, hace muecas, suelta monosílabos, quema preguntas y encadena insultos. Lo dice con el cuerpo y con el verbo: nada de lo que ocurre hoy me ... importa, tampoco esta entrevista. Es una pose estudiada, repetida, su ritual de perro ladrador y a veces mordedor. Él sabe que un escritor también es un personaje de sí mismo, una exageración de filias y fobias, un ego divertido. Todo es igual que siempre –sus gafas, su boina, sus manos desmesuradas, su rara educación–, salvo que hoy ha sustituido la camisa hawaiana por una de franela. «Bruno es nombre de perro en Estados Unidos… ¿Aquí no?», saluda.
El hombre está en Madrid para presentar 'Los seductores' (Random House), una novela donde reinventa o revienta la figura de Marilyn Monroe, siempre de la mano de Freddy Otash, su canalla de confianza.
—Para alguien que lleva una vida entera escribiendo sobre Hollywood y Los Ángeles, narrar la muerte de Marilyn Monroe era casi una obligación, ¿no?
—No.
—…
—Marilyn Monroe era una mujer estúpida, superficial, sin talento. Utilizaba a la gente, era muy interesada. Era pretenciosa. Siempre la he detestado. Pero una vez tuve una idea: pensé que al final de mi carrera podría escribir una novela que contrarrestara todas las biografías que se han escrito de Marilyn Monroe. Que las quemara.
—¿Quería desmontar el mito?
—Sí, entre otras cosas. También quería escribir un libro sobre Los Ángeles en 1962. Hay una frase de los Rolling Stones que dice: «It's just a shot away» [algo así como: está a un tiro de piedra]. Esto es lo que a mí me parecía Los Ángeles en los sesenta. Toda esa mierda enloquecida que iba a ocurrir ocurrió en esa década.
—¿Le gustaría volver a los sesenta?
—No.
—¿Fueron duros?
—No quiero volver porque no puedo. Va en contra de mi propia naturaleza querer cosas que no puedo tener o hacer.
—Su Marilyn Monroe se parece poco a la casi mártir de Joyce Carol Oates o a la de Truman Capote. ¿Ha escrito contra libros como esos?
—No, yo lo que quería era escribir este libro: ya está. No está pensado contra nadie.
—Aquí también versiona la figura de JFK, otro mito americano.
—[Asiente] Mi objetivo es recrear la vida de alguien con el deseo de impresionar a la gente, de ofenderla. Y en ese sentido, en el libro utilizo a JFK de forma muy oscura. Igual que en 'Pánico' [deja un silencio]. También odio a James Dean. Creo que es un personaje lleno de mierda, y lo destrocé. Y he hecho lo mismo con otros personajes del cine.
—¿No es mitómano?
—Bueno, hay mitos en los que creo y mitos en los que no.
—¿En cuáles cree?
—Creo en Ronald Reagan, por ejemplo.
—¿En qué sentido?
—Creo en su bondad, en la alianza occidental que formó con Margaret Tatcher y el Papa Juan Pablo II. Juntos derrotaron al comunismo, hundieron a los soviéticos.
—En su siguiente novela escribirá sobre Nixon, ¿verdad?
—Así es.
—Ya van unos cuantos presidentes. ¿Le gustaría escribir sobre Trump, también?
—No hablo de actualidad, no me interesa. Ni la política ni los asuntos sociales de hoy me interesan.
—¿Y la literatura actual? ¿Le interesa?
—Tampoco. No leo a autores actuales.
—¿Y qué lee?
—Novelas policíacas de finales de los cincuenta y principios de los sesenta. Sobre todo eso.
—El otro día, Jordan Harper, otro escritor de Los Ángeles, decía que el 'noir' era el género que mejor contaba la historia de Estados Unidos.
—[Pone cara de asco] Harper es un crío de mierda que escribió un episodio piloto pésimo de 'L. A. Confidential' [una de sus novelas más célebres y celebradas]. Todo lo que dice es mentira. Además, el 'noir' está muerto en el cine. El cine negro está acabado. No existe ya. Lo que queda es el 'hardboiled', la novela policiaca buena que empezó con Hammett en 1929 [hace una pausa casi dramática]. Hammett y yo somos el alfa y el omega de la novela policiaca norteamericana.
—¿Después no hay nada?
—No, nada.
—¿Y qué le da ese género?
—Es mi mundo. Es cierto que la mayor parte de los norteamericanos, como la mayor parte de los españoles, son gente buena, normal. Pero yo escribo sobre policías corruptos, políticos corruptos, actores corruptos…
—¿Queda algo de la ciudad de su novela en Los Ángeles de hoy?
—No lo sé. Hace muchísimo tiempo que no estoy en Los Ángeles. Ya no vivo ahí. Ahora vivo en Denver, Colorado.
—¿Se pone límites a la hora de reinventar la vida de personajes reales como los de esta novela?
—No, ninguno.
—¿Nunca ha tenido problemas? Muchos no salen muy bien parados…
—No, pero es que no tienen ningún derecho legal sobre esto. Si no les gusta el libro, lo que tienen que hacer es no leerlo.
—¿Qué opina del 'true crime' como género?
—Hace años que no leo 'true crime', así que no tengo opinión.
—Lo preguntaba porque es lo opuesto a lo que hace usted.
—La ficción, la novela, es una mentira. Yo me invento todo. No quiero ser preso de la realidad. Yo no robo los hechos: los invento.
—¿Sigue escribiendo a mano?
—Es que no sé escribir a máquina. No tengo ordenador. No tengo teléfono. No sé lo que es una app. Ni siquiera sé apagar la televisión de mi mujer [él no tiene]. El mundo digital es satánico. Hemos creado un monstruo que está destruyendo el civismo, los buenos modales… Ya nadie habla por teléfono.
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