25 años sin frank sinatra

Por qué aún importa Frank Sinatra, 'La Voz' de la soledad

Libros del Kultrum edita por primera vez en España la semblanza que le hizo Pete Hamill en este 2023 en el que se cumple un cuarto de siglo sin el cantante

Frank Sinatra, la mayor operación retorno de la Historia

Frank Sinatra en su época de Hombre del Sombrero ABC

'Por qué importa Sinatra', sostiene Pete Hamill desde el título de su perfil de 179 páginas sobre 'La Voz'. El afamado escritor de 'A Drinking Life', miembro de la generación áurea del Nuevo Periodismo de Tom Wolfe o Gay ... Talese, coprotagonista junto a Jimmy Breslin de un documental en HBO y colaborador de 'The New Yorker' sintetiza en el párrafo final de su obra por qué importa el cantante de 'My Way'. Y por qué le importa tanto a él, sobre todo. Este domingo se cumplen 25 años sin el mítico 'crooner'.

Recién editado por Libros del Kultrum en España, se publicó en 1998 en Estados Unidos y se trata de una historia de amor que, como dijo D. T. Max, siempre es una historia de fantasmas. Dos hombres y dos destinos, observador y observado, la cuántica y la muerte, con ambos ya en el más allá, y el humo del tabaco con su nebulosa espectral. Sinatra y Hamill fueron amiguetes, una relación bonita en la que hay hondura y errancia, alcohol y comprensión.

El artista tuvo debacles. Tras la Segunda Guerra Mundial perdió público y los soldados le despreciaban por eludir el servicio militar. Aparte, su matrimonio con Nancy se desintegró mientras se enamoraba apasionadamente de Ava Gardner, con la que se casó tras su divorcio, bebiéndose el mundo 'all around the world' con intentos de suicidios «para impresionarla». Apalizó a periodistas, que nunca suma. Y le asociaron con la Mafia (aunque es absurdo pensar que ellos le hicieran estrella: «Habrían fabricado doscientas más»). También ganó un Oscar y fue canallita del 'Rat Pack'. Pero esto no es lo que importa.

Su muerte este 14 de mayo pero de 1998 fue noticia mundial. Sinatra era uno de aquellos en los que su arte era eclipsado por su vida (ojo cuidado, Julio Iglesias). Barítono de tabaco y whisky, el perfil de Hamill comienza con ambos en un bar neoyorquino a media noche en 1970 discutiendo si fue más grande Hemingway o Scott Fitzgerald. En la rocola sonaba 'Don't Worry About Me', y el camarero trajo otra ronda y ceniceros limpios. Les surge, entonces, otra duda para debatir beodos: ¿quién es el peor estadounidense vivo?

Sinatra quería que Hamill le escribiera su biografía, y este solo lo hizo cuando el divo murió. El periodista se enteró en un aeropuerto de algún lugar de tránsito, de casualidad un shock. Su amigo, turbulencias en el alma. El cantante es en este lienzo «un hombre densamente conformado por contradicciones». Bogart, su héroe, 16 años mayor, dijo que «la idea que Sinatra tiene del paraíso es un lugar donde hay muchísimas mujeres y ni un solo periodista». Hamill apunta: «Él no lo sabe, pero le iría mejor si fuera al revés».

El arte de Sinatra, aparte de sus películas, son 1.307 grabaciones que realizó de 1939 a 1995. ¡Qué perdurar! Émulo inconsciente de Jay Gatsby, elusivo incluso para sí mismo, Ojos Azules importa más por su música, no tanto por sus interpretaciones, cree Hamill. Y también por su vida personal. El de Hoboken es el héroe de un tridente, junto a Joe Di Maggio y el alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia, del cambio de visión de los italoamericanos en Estados Unidos.

También importa porque supo filtrar la ternura sin dejar de ser masculino, «perfeccionó el papel de Tipo Tierno Rudo legándolo a varias generaciones de estadounidenses. Ese arquetipo no existía antes de él en la cultura pop americana». Y casi no ocurre, porque le creyeron muerto al nacer. Utilizaron un fórceps para extraer torpemente su cabeza de bebé, dejándole cicatrices permanentes en la cara, el cuello y las orejas. Su madre, Dolly, se negó a engendrar más. Como hijo único, el tema básico de su discografía es la soledad. «Lo mejor de su obra ocurre a medianoche, cuando le dice al camarero que son las tres menos cuarto y ya no hay nadie más en el lugar salvo tú y yo».

«Me casé todas las veces con la misma mujer», confiesa el mito. Esas cuatro mujeres, una mezcla de madre y padre. El cantante más duradero de la era de las grandes bandas se hizo famoso cuando las mujeres, con los hombres en guerra, llegaron a sus brazos. Era el Amante. Luego cayó y se levantó, tras el 'Ava Gardner Gate', como el Hombre del Sombrero. Acabó gustando más a los hombres, asociado con el ligero y genial arreglista Nelson Riddle, y una voz más honda y rica cantando baladas sobre despecho en donde «a pesar del abandono y la derrota, él era capaz de sobrevivir la noche».

En este singular texto, Hamill, que recuerda una noche en 1974 recorriendo Nueva York en limusina junto a Sinatra («Cómo ha cambiado esta ciudad. Antes era una inmensa y hermosa mujer. Ahora es como una puta lastimada», dice 'La Voz'), concluye por qué importa su amigo: «Se enfrentó al fanatismo y cambió la manera de pensar de mucha gente sobre la inmigración. Y nos hizo a muchos sabios del amor y la soledad. Y todavía seguía intentando comprender de qué se trataba todo esto. Sus imperfecciones eran desconcertantes. Sus crueldades, imperdonables. Pero era un artista genuino. Y su obra perdurará mientras los hombres y las mujeres sean capaces de escuchar, ponderar y sentir».

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