«Hilo Musical»
Miqui Otero. Alpha Decay (Colección Héroes Modernos). Septiembre 2010. 312 páginas. 19 euros

La música se ha convertido en un elemento fundamental en toda vida que se precie de ser mortal. En cambio, el componente sinfónico que acompaña las peripecias de los superhéroes es aburrido y casi predecible por lo fácil que resulta describir su próxima proeza, dibujar su musculosa silueta en una viñeta o elucubrar las pegajosas palabras que saldrán del bocadillo de la dama rescatada.
Pero el protagonista de «Hilo musical» es todo menos típico y la banda sonora que acompaña su pasos, que guía sus pasos, parece sacada del supermercado de la esquina, justo de la sección de congelados en la que nuestro héroe, el que nos regala Miqui Otero en éste su esperanzador debut literario, compró la última pizza Buitoni… sin darse cuenta de que estaba caducada.
Pero es esa fecha de caducidad, la de su vida, la de nuestros estándares de jóvenes y nunca jamás lo suficientemente preparados para las hostias en la cara que el sistema que hemos ayudado a crear con nuestro esfuerzo de niños de papá nos tiene reservadas como regalo de Navidad, a la que Otero pasa acertada revista en esta novela. En ese repaso pasan por delante de los sorprendidos ojos del lector todos aquellos componentes que se supone imprescindibles en todo sujeto que se precie de ser moderno, ya sea gafapasta, indie o cualesquiera que sean los vacíos adjetivos que nos empeñamos en emplear para definir lo que de por sí pretende ser indefinible.
Morir en el intento
Y es que, en «Hilo Musical» Miqui Otero enseña cómo ser moderno y morir en el intento… o devorado por las fauces de un destino para el que se supone debíamos estar preparados. Ilusos «viejóvenes», instalados en la parca mediocridad de una gran ciudad española (Barcelona, para ser más exactos) que terminan refugiados en Villa Verano, un anacrónico parque de atracciones en el que el «Hilo Musical» resuena en los oídos de visitantes y trabajadores con la contundente habilidad de paralizar cualquier intento de avanzar hacia la esperanza y la ilusión.
Es en Villa Verano donde nuestro protagonista (Otero nos permitirá que a estas alturas del disco podamos apropiárnoslo hasta cierto punto, pues son nuestras vidas de lectores las que están en juego) termina después de una serie de desgraciadas coincidencias regadas con resacas emocionales para las que ni el Ibuprofeno es buen remedio. Pese al hastío que desprende su trabajo, anodino y con cierto pestillo rancio (deben enfundarse trajes de animales, como si la «Rebelión en la Granja» fuera una broma pesada urdida hace cientos de miles de millones de años) nuestro protagonista encuentra el amor (se enamora locamente de una chica con coleta alta, típico espécimen de los verano de niñez que Otero describe con tino y precisión) y hasta la amistad (Nemo, el personaje del líder de los famosos Famosos es sin duda el más acertado del relato, al regalar al incrédulo lector una aguda descripción de España en el tardofranquismo, con pseudomovida incluida).
Lejos de quedarse en un intento fallido de aproximarse a la modernidad narrativa (o lo que se empeñan en describir como tal), Miqui Otero demuestra con «Hilo Musical» que otro mundo literario es posible para nuestro jóvenes escritores, por mucho que les pese a los «nocilleros» y sus semejantes.
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