Carlos Boyero: «La policía de la moral te dice lo que tienes que pensar y, si te sales de ahí, te llaman señoro»
El crítico de cine publica sus memorias, 'No sé si me explico', donde mantiene su espíritu desbocado contra todo y contra todos (salvo sus íntimos amigos) y donde destapa la parte más oscura de haber llevado una vida más cercana a la estrella del rock que a la de un periodista
Oti Marchante y Boyero, las vidas cruzadas de dos hermanos de trinchera
![Carlos Boyero, este martes en la Gran vía de Madrid](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/02/1479477534-k7NB-U601817312952ztC-1200x840@diario_abc.jpg)
Si usted es lector de ABC, lo que dirá a continuación Carlos Boyero no le sorprenderá: «Oti Marchante es el mejor crítico de cine». Boyero ha sido, es y será el crítico más popular de la prensa, un apellido que es una marca y que ... durante cinco décadas ha puesto a bailar a todos los cineastas de este país. Ahora publica un libro de memorias, 'No sé si me explico' (Espasa), donde tira de anecdotario personal para retratar la figura de Carlos, el hombre que acompaña a Boyero. Y también al revés, «ese tal Boyero» que no deja estar solo a Carlos.
-¿Qué tal se lleva Carlos con Boyero y Boyero con Carlos?
-Si te digo que son dos personas que no tienen nada que ver sería mentira... hay cosas que me gustan de mí y cosas con las que me encabrono, pero que tengo que aceptarlas. Soy un señor mayor, me ha ocurrido de todo, y si sigues peleado contigo mismo pues malo, solo quedaría una salida... Entonces hay veces que me llevo bien conmigo y otras en las que la relación es más conflictiva.
-¿Quién manda más entonces, Carlos o Boyero?
-Carlos... Pero es que se parecen mogollón. Me hablan continuamente del personaje, pero yo no he hecho ningún esfuerzo para crear un personaje; el personaje es real y te puede gustar o lo puedes detestar, pero ahí está.
-Escribe al final del libro: «Es un tío solitario, ese tal Boyero»...
-Eso de la soledad sé que queda muy de lírico, pero es una sensación real. He dejado de sentirme solo cuando estaba enamorado. La soledad es más llevadera si estás bien y si te acompañan. Pero la comunicación total, la plenitud, el esplendor en la hierba existe y ocurre en compañía de la persona que te quería y a la que querías. Y luego en lo que me ha apoyado siempre y que es mi sustento, y más en épocas en las que ya eso de querer y ser querido se ha acabado, porque vivo en plan ermitaño, es la amistad. La amistad que no tiene finitud con muchas personas, gente con la que no tienes que explicarte porque te conoce perfectamente. Ese es el título del libro, 'No sé si me explico', pero yo creo que se me ha entendido siempre.
-Muchos lo empezaron a entender en aquellos chats digitales... Es curioso que alguien que no sabe usar Whatsapp y que la tecnología le es ajena fuera casi un pionero de internet...
-Me tiré 18 años haciendo esos chats y con mucho éxito al parecer, los seguía mogollón de gente a la que le iba la marcha. A mí también. Yo les decía «pregunten de todo que yo voy a contestar lo que me dé la gana». Todo aquello me lo quitó, junto a casi todas las cosas que tenía, un director del periódico, un tal Antonio Caño que ya andaba conmigo muy rebotado a raíz de una columna que escribí sobre Pedro J. y que se les coló y la publicaron. Yo le dije: «Coño, por lo menos controlad lo que escribo...».
![Carlos Boyero, durante la entrevista con ABC](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/02/1479477525-k7NB--760x427@diario_abc.jpg)
-Siempre le ha gustado forzar los límites en lo que ha escrito.
-No lo hago a propósito... Es que veo tanta gente que no toca nada o toca exclusivamente lo que les conviene y lo que les procura el favor de sus medios... Son gente que solo quiere caerle bien a los jefes. Y yo si les caigo bien, de puta madre, pero si no, pues lo que sea. Problemas he tenido siempre, y los sigo teniendo, porque son cincuenta años trabajando... pero bueno ahora estoy viejecito y acabado... (Risas).
-¡Pero lo dice riendo!
-Sí... Porque resulta más complicado sobrevivir incluso profesionalmente. Hubo una época que escribía un montón y ahora no sé por qué (vuelve a reír) pero escribo muy poquito.
-En el libro lo pone igual, y me imagino que lo dijo riendo también: «Antes escribía mucho, ahora muy poquito. Será que los tiempos están cambiando...»
-Antes me necesitarían mucho más o... Ya sé que el mundo ha cambiado, pero me ocurre a diario: salgo a la calle y unas cuantas personas se me acercan para decirme cosas bonitas, aunque estoy preparado también por si me dicen 'mira, ahí va el hijo de puta de Boyero'. Yo no he buscado la fama, la fama ha estado ahí siempre. De gente muy encantada a gente que me detesta, pero que deben de seguir leyéndome aunque sólo sea para decir a ver este imbécil que cuenta hoy.
-Hoy todo es más previsible, con Boyero a veces no se sabe qué va a contar...
-He utilizado siempre el 'yo', y no por exceso de egolatría sino porque es una forma de decir «esto es lo que yo pienso, esta es mi opinión». Puedes estar de acuerdo con esa opinión o parecerte una majadería, o simplemente ignorarla... lo que pasa es que nunca me han ignorado, no ha ocurrido. Si ya con 20 años escribía lo que quería, no voy a cambiar ahora... Porque tampoco sé cómo coño iba a cambiar ahora y aprender prudencia, pragmatismo... no sé, igual me venía bien para pasar los últimos años más tranquilo. Lo que yo piense puede no estar de acuerdo con la línea que invade los medios en los que estoy, pero es que no me contrataron para eso. Siempre he dicho, cuando me contratan, que voy a escribir y a pensar lo que yo quiera, pero siempre ha habido movidas.
-¿Sigue pasando...?
-Mira lo de Savater. Ya sé que ahora es la imagen del maligno en determinados sitios, pero joder, es que yo tengo memoria y ese tío me ha regalado tantos placeres con su lectura, tantos descubrimientos con esa escritura tan poderosa y tan libre y tan tan ácida y tan entrañable. Yo nunca he buscado estar de acuerdo con la gente que idolatro, no pienso compartir lo que dicen, es cómo lo expresan. El ejemplo de Savater, con esa cultura, con esa forma de escribir apasionante... Y pido que no le pongan cuernos y rabo ahora. En cualquier caso, yo le voy a estar agradecido toda la puta vida por todo lo que me ha descubierto.
-Ahora las películas y los libros tienen reseñas positivas si el crítico está de acuerdo con el tema y nunca hablan de la forma...
-Por lo que me cuentan, yo acabo de tener un follón en las redes esas que yo no tengo con una cosa que dije de una serie, 'True Detective'. Yo conté lo que pensaba de ella, y dije que estaba todo organizado para contentar a los del Me Too, a los de la inclusión. El reparto de los personajes era... pues eso. Una policía mayor que tiene una hija lesbiana e india, la compañera negra... Cada cosa está para que sea políticamente correcto y contente a las mayorías que ahora tienen el poder. Yo creo que ahí se cometen excesos. Soy un ácrata, el poder nunca me ha gustado. Lo ejerza quien lo ejerza. Y es que además el poder siempre te acaba jodiendo. Me da pavor.
-¿Se ha sentido alguna vez con la soga al cuello?
-Sí, claro. De saberte incómodo y de saber que se te puede acorralar de muchas formas. Y, bueno, no sé lo que me depara el futuro, soy un señor muy viejecito, así que tengan piedad del loco de Boyero y tal.
-¿Piensa en retirarse?
-No. Es que no sabría qué hacer. O sea, no es que haga mucho, porque cada vez hago menos, pero de cualquier forma tengo ciertas obligaciones. Y eso en un estado como el mío, que no tengo... No tengo nadie, no... ni pareja, ni... Escribir me viene bien, el tener algo que hacer. Si ya no salgo de mi casa, porque estoy ahí metido todo el día viendo películas. La mayoría antiguas. Sin trabajar todo sería todavía mucho más sombrío de lo que es.
-En el libro habla de que le han censurado varias veces...
-La censura me repugna desde que era pequeñito. Pero hay una cosa a la que le tengo auténtico temor, que es a la autocensura. Estamos viviendo el esplendor de la autocensura porque hay nuevas «verdades», «órdenes», y lo digo entre comillas. Y tenemos a la policía de la moral contándote lo que tienes que decir, lo que tienes que pensar, lo que tienes que ser, lo que... Y lo otro es blasfemia. Ahora si te sales de ahí te encuadran en el mundo de los reaccionarios, de los señoros como me han llamado alguna vez. Y les digo, «pues vale, pues sí, soy un señor, ¿qué le voy a hacer? Y llevo siéndolo toda la vida». Pero eso no implica la incomprensión hacia las demandas del mundo actual y las causas justas... pero es que estoy de causas justas... ¡es que todo son causas justas!
-Se le echaron encima cuando dijo lo de «mujeres añosas».
-Sí, fue tremendo. Pero me pregunto la cantidad de películas, de novelas, que hoy día no se podrían hacer. Esa cultura machista que se impuso durante tantos años... pues me da el mismo miedo un orden regido por hombres que por mujeres, o sea suponer que hay un poder bueno y otro nefasto, yo creo que se presta a muchas barbaridades, a muchos dogmas, a muchas imposiciones. Es que no me lo creo. O sea, yo puedo pensar de una cosa algo y de otra lo contrario, y al revés...
-Dice que no va a dejar de leer 'Viaje al fin de la noche' por mucho que Céline apoyara a los nazis...
-Y a mí qué cojones me importa. Claro que era nazi. Yo odio a los nazis, mucho, los detesto, pero quiero poder leer la literatura de Céline, esa forma de escribir que es pura dinamita en la utilización del lenguaje. Y no solo Céline, hay muchos «reaccionarios», que dirían ahora... Mira a Woody Allen, que en Estados Unidos ya no puede hacer nada. Y es terrible. Un tío al que han declarado inocente los jueces. Dos veces. Eso al parecer les importa un carajo. Si te han echado la soga al cuello te van a ahorcar.
-En el caso de Carlos Vermut, tres mujeres primero y otras tres después contaron en 'El país' episodios de violencia sexual. ¿Se puede separar la obra del autor?
-Vamos a ver. Es que yo creo que de algo deben de servir las leyes y los juzgados, ¿no? Si a mí me hicieran daño, como soy tan peliculero, me gustaría la venganza y coger una pistola. Pero bueno, eso no se puede, pero sí creo que si te sientes agredido, vilipendiado, humillado, ofendido... lo primero es ir a un juzgado y poner una denuncia. Y ya veremos luego qué es lo que decide la ley. Pero que el juicio sea mediático... pues yo no sé si el tal Vermut en sus relaciones con las mujeres... Si las dos partes están de acuerdo, ahí puede ocurrir de todo. No lo sé. Imagino que la cosa va a seguir.
-En el caso de estas mujeres se supone que no fue consentido.
-No, pero ahí había personas que hablaban de relaciones de años, estables. Repito, que los jueces investiguen y decidan. Pero vamos, sospecho que este tío no volverá a hacer ninguna película. Como espectador lo lamento, porque a mí me provocaba... Hay alguna peli suya que no me gusta nada, pero otras que me creaban inquietud. Incluida la última, de un tío que es un pederasta a través del mundo virtual. Me turbaron muchas cosas de esa película, una película muy enfermiza y con cosas terribles.
-Hablaba antes de que es un ácrata, pero ser ácrata y trabajar en un periódico, un sitio tan jerarquizado, es difícil.
-Se supone que yo iba por libre. Aparte, nadie se puede equivocar conmigo cuando me contratan, porque aunque yo pudiera acarrear problemas, ya sabían a por quién iban. Porque yo afortunadamente no he tenido que ir a pedir trabajo nunca.
-En eso de acarrear problemas... En el libro llamas a Pedro Sánchez «trilero» y a los que hablan bien de él, «palmeros».
-Es que me lo parece. A mí el personaje no me gusta nada. Es imposible creértelo, ¿no? Es que miente. Miente continuamente. Es algo evidente. Transparente. Y luego, pues me puse particularmente enfermo cuando salió con aquello de la 'fachosfera'. Ahí ya dije, pero ¿cómo cojones te atreves a llamar facha a la gente que no está de acuerdo contigo ni con tu política ? Es que además el término facha. Yo sé lo que eran los fachas. Y lo he vivido desde niño. Y me dan mucha grima. Mucha. Igual más que a él. Pero que si no estás de acuerdo con él te encuadren en eso de o conmigo o contra mí, es reducir el universo a simplificaciones muy peligrosas. Voy a seguir contando, si me dejan, lo que pienso y lo que siento.
-En el libro empieza hablando de sus recuerdos, de los años 70, 80, 90, de sus amigos, de sus amores, de sus juergas, y hay un poso de euforia, de épica. Y luego en la parte final, la presente, todo lo que se respira es algo triste, melancólico, oscuro. ¿Es el retrato del Carlos de hoy?
-Sí. Antes tenía más vitalidad aunque anduviera en infiernos. No me preguntes de dónde la sacaba en medio de mis desastres. En el libro también cuento una frase de 'Carlito's Way' que dice: «La gente no cambia con el tiempo, solo pierde fuerzas». Pues a mí cada vez me quedan menos. Yo que siempre fui tan sociable era también solitario, pero era una especie de desesperación en marcha siempre. Y ahora es una desolación resignada. Me busco las castañas como puedo. Y duermo, duermo muchísimo ayudado de pastillas; es un síntoma alarmante que te guste tanto dormir.
-Hay una imagen que mucha gente tiene que es la de Carlos Boyero con la raya de cocaína al lado del folio... ¿Cuánto queda de eso?
-Pues... Parcialmente retirado. Ahora solo tomo drogas legales. Un mogollón de pastillas, inyectándome ahí todo el día la insulina y tal. Con las ilegales me lo pasaba mejor, aunque pagué una cuota tremenda en mi caso. Con el alcohol mantengo una relación de que una vez al mes bebo. Y cuando bebo, bebo.
-Hay una escena del libro, que es una cena de Carlos con amigos hasta que llegan a la mesa de al lado unas chicas guapas y aparece Boyero. Hasta el punto de que un amigo te pide que vuelva Carlos... ¿Ese Boyero seductor sigue estando ahí?
-Ya no. Las mujeres me han encantado toda la vida, desde que era un crío, pero ya no estoy ni física ni mentalmente para conocer nuevas mujeres. Soy un ancianito también. Vivo exclusivamente de recuerdos. Y recuerdos, como tengo mogollón, tantas personas que recordar y tantos momentos...
-Siempre ha sido un gran contador de anécdotas. La gente que siempre ha tenido una vida intensa, me pregunto... ¿cómo vive un presente en el que ya no genera tantas anécdotas?
-Pues... Como puedo. Resignado. Ahora no me pasan cosas muy fuertes: me pongo 'El apartamento' y me sigo echando a llorar. Y de vez en cuando, ver a amigos.
-Esta será la primera vez que Boyero sale en páginas de ABC, más allá del encuentro que tuvo con Oti en su último San Sebastián. Entonces solo queda una pregunta: ¿quién es mejor crítico, Oti o Carlos?
-Oti, por mogollón. Oti, entre otras cosas, ve todas las películas y las ve hasta el final: primer acto de responsabilidad. Es al único crítico que leo, que me interesa. Yo estoy muy de acuerdo con él muchas veces, otras poco y algunas, nada. Pero Oti sigue ahí. Oti es el último mohicano.
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