Como Truman Capote en Palamós: escribir a pie de playa y con el fantasma de 'A sangre fría' en la hamaca
La casa de la Costa Brava en la que el escritor estadounidense redactó parte de su obra maestra se convierte en la residencia de escritores Finestres
'Un día más en el paraíso', el relato perdido que Truman Capote escribió en la idílica Taormina
![Panorámica de la cala Sanià, con la casa de 'veraneo' de Truman Capote en lo alto](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/09/30/truman1-Rl6gF2yg2lZNtgLIL4fykHP-1200x840@abc.jpg)
Palamós, territorio Capote. Sopla el viento, se estremecen pinos y oliveras, y en la casa Sanià, justo tras esa ventana en la que el escritor estadounidense se vació y desangró y exprimió en las páginas de 'A sangre fría', hay quien jura ... haber visto un fantasma. Pichorrica, lo llaman. Un hombre con sombrero blanco. ¿El espectro maldito de Perry Smith? ¿El espíritu atormentado de ese tortuoso manuscrito que a punto estuvo de ser pasto de las llamas en agosto de 1962? ¿Truuumaaan? A saber.
«Desde la primavera y hasta después del verano europeo de 1962, el escritor norteamericano Truman Capote permaneció en esta casa escribiendo el último tercio de 'A sangre fría', el libro que definió como una 'novela de no ficción', un género del que se adjudicó el invento. Su estadía en la Costa Brava excedió con mucho su paso por Sanià», resume ahora Leila Guerrero en 'La dificultad del fantasma', primer intento más o menos serio por desbrozar de mitología una leyenda, la del paso del autor de 'Desayuno en Tiffany's' por la zona, salpicada de «recuerdos inventados, pistas falsas y memorias borradas».
La historia es más o menos conocida: en verano de 1960, cuando ya había acumulado más de 4.000 páginas con anotaciones de los crímenes de Holcomb, Capote llegó a Palamós huyendo del bullicio neoyorquino y buscando un sitio tranquilo en el que escribir la que sería su obra maestra. «Esto es verdad: Capote, Jack Dunphy, los dos perros y la gata llegaron el 26 de abril de 1960 al Hotel Trias después de atravesar Francia en auto», leemos. El escritor, que pasó aquel primer verano en el hotel de Palamós, repetiría en 1961 en un chalet en Es Monestrí, en Sant Antoni de Calonge, y de nuevo en 1962 en la imponente casa que se alza sobre la cala Sanià, una obra diseñada por Nicolai Woevodsky y Dorothy Webster en los años treinta. «Aquí tenemos una casa sensacional, muy aislada y justo frente al mar. Jack empezó a bañarse a principios de mayo, pero para mí el agua aún está demasiado helada», relató Capote a Donald Windham en una de las cartas que Guerrero ha rastreado en su escrito.
Un ensayo ideado bajo el mismo techo en el que Capote urdió los capítulos de la captura y confesión de Perry Smith y Dick Hickock y que es también el primer artefacto literario nacido al calor de una casa que fue laboratorio accidental de Nuevo Periodismo y que renace ahora como residencia de escritores a pie de cala privada. «Un sitio al que muchos vienen a hacer lo que hizo aquí un escritor norteamericano a lo largo de varios meses del año 1962: encerrarse y escribir», añade Guerreiro. Así de simple.
![La casa Sanià renace como residencia de escritores](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/09/30/resi2-U71814156724SVR-624x350@abc.jpg)
«El entorno paradisíaco y el vínculo tan íntimo que tiene con Truman Capote y la creación de su obra maestra lo convierten en una oportunidad única para fortalecer nuestra apuesta de mecenazgo cultural», defiende Sergi Ferrer-Salat, presidente de la farmacéutica Ferrer y mecenas cultural. Su familia compró la finca en 1973 y ahora, medio siglo después, él ha decidido convertirla en tercera pata de un proyecto que completan la librería Finestres de Barcelona (en breve, con nueva sede en Palamós) y los premios Finestres de ensayo y narrativa. «Es un homenaje al infinito poder transformador de la literatura», defiende Ferrer-Salat. «Un libro es una ventana para evadirse, pero también para el conocimiento y para tomar conciencia de este mundo tan convulso, tan raquítico y huérfano de justicia social», añade.
Inspiración
En Sanià, lo que se ve a través de las ventanas es el mediterráneo en su versión más salvaje, una hamaca colgando entre dos pinos y una piscina francamente apetecible. Más que escribir, dan ganas de echarse a leer 'Mi año de descanso y relajación' de Ottessa Moshfegh o cualquiera de los volúmenes (todo Capote, mucho Pla, Cervantes y Juan Rulfo, por citar unos pocos) que reposan en la biblioteca de la casa. Ojalá una residencia de lectores. Mientras tanto, de lo que se trata es de hacer como Capote: teclear, pasear por el camino de Ronda y buscar inspiración en el murmullo de las olas.
A eso han venido en los últimos meses Gabriela Wiener, Ángela Segovia, Sabina Urraca, Leila Guerrero y Henry Krempels, entre otros, y a eso vendrán a partir de esta misma semana Mariana Enríquez, Kate Tempest, Robin Robertson e Irene Pujadas, primeros residentes oficiales tras un año de pruebas. ¿Ejemplos prácticos? Marcos Giralt terminó un manuscrito que arrastraba hace más de siete años; Irene Solà estuvo a punto de dar por acabada 'Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres'; Nicole Flattery leyó por primera ve 'A sangre fría' mientras trabajaba en su segunda novela; y Elif Batuman miró las estrellas a las tres de la madrugada desde la hamaca. «Por fin tuve mi habitación impropia frente al mar», dejó dicho Gabriela Wiener.
![Al cuarto residente le toca la casita de la playa, en la vecina cala dels Canyers](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/09/30/casa2-U44235702514Uff-624x350@abc.jpg)
En la casa, la mecánica es fácil: tres o cuatro escritores comparten techo durante un mes (al cuarto, de haberlo, le toca la 'casita' de la playa; sin wifi pero con cala propia), y llenan de palabras esa casa blanca, «blanca como una página sin tinta». La chef Ariadna Julián se encarga de las comidas, de horarios fijos pero presencia opcional, y un equipo de siete u ocho personas vela por los residentes. Según explica Nicolás G.Botero, director de la residencia, la idea es que en cada grupo convivan escritores emergentes y autores de carrera consolidada y que siempre haya como mínimo una figura internacional. «Una residencia no es solo un lugar al que vas a encerrarte para escribir», relativiza Botero.
A cambio, a los escritores, seleccionados tanto por invitación directa como a través de un comité que evalúa las candidaturas, deben comprometerse a dejar unas cuantas entradas de un diario personal que, con el tiempo, dará forma a una caudalosa memoria coral de Sanià.
MÁS INFORMACIÓN
Un dietario que, de haber empezado años antes, podría haber incluido entradas como esta. «Ayer pasó una gran aventura: un incendio forestal quemó la finca de al lado de la nuestra y casi nos engulló. Cuando los bomberos (eran casi 400) nos dijeron que teníamos que abandonar la casa, lo único que cogí fue El Libro y todo el material relativo a él. Pero la casa se libró del fuego, gracias a Dios. Me siento muy desdichado por lo de Marilyn Monroe: era una chica tiernísima y una buena amiga. La quería». Firmado: Truman Capote. 8 de agosto de 1962.
Un día antes, la terrible noticia, el 'shock' monumental. «Oh, pero si se ha muerto mi amiga. Se ha muerto Marilyn Monroe», le oyeron decir en la librería Cervantes mientras desplegaba un diario.
Sólo que, según parece, la librería Cervantes no vendía periódicos. O eso le han contado a Guerrero.
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