Alicia Giménez Bartlett: «El freno de mano procuro usarlo poco. Si hay que soltar una barbaridad, se suelta»
La autora albaceteña retoma la serie de Petra Delicado con 'La mujer fugitiva', un thriller sobre ruedas con lugar del crimen ambulante y cadáver no a los postres, sino en el plato principal
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![Alicia Giménez Bartlett, junto al lugar del crimen de 'La mujer fugitiva'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/25/ali1-RpLdFmuKKE3P5riu94KVK8H-1200x840@abc.jpg)
'La mujer fugitiva' (Destino), la nueva novela de Alicia Giménez Bartlett (Almansa, 1951), arranca con un cadáver cosido a puñaladas dentro de un 'food truck', así que qué mejor lugar para convocar a los periodistas que la terraza de uno de esos flamantes ... ingenios de gastronomía ambulante. Humor negro cortesía de la reina de la novela ídem para enmarcar el retorno de la inspectora Petra Delicado, en barbecho desde que se publicó 'Sin muertos' en 2020.
— ¿Por qué un 'food truck'?
— Es original, tienes que reconocerlo. Los marcos donde se encuentran cadáveres en la novela negra siempre son oscuros, apartados: carreteras secundarias, bosques umbríos… Pues no. Vamos a ponerlo en un sitio al aire libre, frecuentado y que cada vez tiene más espacio y más aceptación. También me permitía tener un escenario móvil para mover la investigación por todos los lugares de Cataluña.
—¿Cada vez es más complicado sorprender a los lectores?
— Sin duda. Cada vez es más difícil. Por la cantidad, ya no solo de novelas, sino de películas y series que tratan el tema policial. Y como yo no soy partidaria de sorprender con asesinatos terribles, con descuartizamientos, con cada vez más 'sang i fetge', pues he optado por buscar lugares que sean un poco novedosos y también por complicar la trama. Yo concibo la novela negra como un juego, y hay que sorprender al lector integrándolo en ese juego.
— Entre 'Sin muertos' y 'La mujer fugitiva' publicó 'La presidenta', una novela independiente sobre la corrupción en Valencia protagonizada por las inspectoras Berta y Marta Miralles. ¿Le ha sentado bien el descanso a Petra?
— Por supuesto. Y a mí también. Porque las hermanas Miralles tienen 30 años y son otro tipo de policías. Más actuales y más como son en realidad ahora las mujeres en la policía. Piensan de diferente manera, pero la trama y el juego continúa igual.
— ¿Le preocupa que Petra se pueda acabar quedando desfasada?
— ¡Si se queda desfasada la jubilaré inmediatamente! Aunque sea jubilación anticipada. Y yo creo que me daré cuenta. Voy mirando lo que se hace, lo que hacen mis colegas más jóvenes. Y voy viendo que, bueno, no hay tanto desfase de momento.
— ¿Piensa en eso? ¿En la jubilación de Petra?
— ¿Por qué no? Más que jubilación habrá que darle un final más sonado. Cuando empecé la serie solté la típica 'boutade' cuando me preguntaron cómo acabaría y dije que metida a monja. Y mira, es una opción. Pensando un poco en los muchos pecados de Petra, sería una manera de redimirla y de que la cuidaran en la vejez.
— No sé yo si se dejará.
— Mientras se permita el whisky…
— A Petra, las alturas su carrera profesional empieza a darle vértigo. ¿Le ocurre lo mismo a su creadora?
— ¿Tú sabes lo que es la carrera de un escritor? Sentarse delante del escritorio cada mañana. Y ahí es donde se trabaja y donde ves si aún tienes fuerza para la siguiente. Eso es lo que da vértigo. ¿Cómo saldrá la próxima? ¿Cómo la acabaré? ¿Será una birria? ¿De repente me abandonarán los hados?
— Víctimas internacionales, la Policía Nacional, la Guardia Civil, los Mossos d'Esquadra… ¿Todo este lío competencial es de tragedia o de comedia?
— Es de realidad pura y dura. Lo que pasa es que ahora los archivos de todas las policías son comunes. Hace muy poco tiempo, no sé si fue hace cinco años atrás, cada policía tenía su archivo. Y se dieron cuenta de que había que compartir datos como fuera. Porque es absurdo. Cada uno puede tener sus competencias, pero tienes que estar informado siempre del grado de conocimiento del resto de policías.
— ¿Y cuál es el mejor Cuerpo para documentarse?
— Hombre, yo he tenido siempre, porque cuando empecé era así y no estaban los Mossos, a la Policía Nacional, que empezó ayudándome. Y una inspectora, que ahora ya es comisaria, era quien me echaba una mano. También es cierto que se han pedido datos a los Mossos, que siempre los han dado de buen grado...
![La creadora de Petra Delicado, fotografiada en Barcelona](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/25/ali2-U18252164268nJP-760x475@abc.jpg)
— Ahí sigue, junto a Petra, un Garzón, peleado con los tiempos que corren. ¿Qué tal se lleva usted con el presente?
— Razonablemente bien. Cada vez me resulta más difícil de entender. Cada vez soy más crítica. Y espero no convertirme en una vieja gruñona. Porque realmente también el presente te da un montón de oportunidades que ni soñabas. Y ahora puedo permitirme vivir en el campo, en una montaña, sin nadie alrededor y mandar correos y recibir noticias. Todo eso te facilita la vida. No verlo sería estúpido. Luego, hay cosas que me chocan, como que los jóvenes estén condenados de entrada al fracaso. También me choca, como dice Garzón en la novela, el trato tan poco respetuoso a la gente mayor.
— «Nunca había visto menos respuesto por una identificación policial», dice Petra.
— Ese es un síntoma español de toda la vida. La autoridad, quizá a causa del franquismo, nunca ha sido moralmente respetada en España. No la hemos interiorizado. Tú ves a un guardia que te llama la atención porque estás haciendo algo realmente mal y estás pensando: 'joder, ¿qué se ha creído este tío? ¿Con qué derecho? Pues tampoco es para tanto'. No aceptas la autoridad. Y eso es así. Y ha sido siempre así. ¿Se acepta? No. ¿Se tolera? Bueno, no hay más narices.
— ¿Qué hay de parodia en todo ese afán de Marcos, el marido de Petra, en querer mudarse al campo para dejar de sentirse oprimido por la ciudad?
— Hay mucha gente más urbana de lo que se cree. Y la vida campestre, sobre todo en soledad, pues es dura a veces. Yo porque conservo mi casa en Barcelona y vengo una vez al mes o una vez cada dos meses, y veo cine en versión original, y me voy a un restaurante marroquí... Y la gente tiene que ser muy consciente de que no todo es oír los pajaritos por la mañana. El romper con nuestro lado urbano, para muchas personas, es traumático.
— En una charla con uno de sus hijastros, Petra advierte del peligro de que la ironía se convierta en sarcasmo. ¿Ocurre lo mismo con la escritura? ¿Hay que ir con el freno de mano puesto?
— Yo el freno de mano procuro usarlo poco. Si hay que soltar una barbaridad, se suelta. Si hay que tocar un terreno peligroso, se toca. Porque ahora lo peligroso es que entremos en la autocensura de lo políticamente correcto. ¿Por qué? ¿Porque te van a censurar en la editorial, o los lectores? Pues oye, hay que arriesgarse. Y si dices una burrada o algo que parece chocante, pues lo dices. Tampoco eres tú, son tus personajes.
— ¿Le falta humor a la novela negra española?
— Sí. Le falta humor a la novela negra española y a la novela no negra. Parece que el humor, de repente, se ha convertido en algo que desvirtúa la importancia y la gravedad del texto. Y yo no comulgo con eso. El humor me gusta. Encontrármelo, practicarlo, utilizarlo en las novelas. Creo que es básico. Y que forma parte del país. Yo creo que la gente tiene un sentido del humor notable.
— En 'Sin muertos', Petra hacía un poco de memoria para explicar su presente. ¿Qué cree que nos dice la inspectora de la España contemporánea?
— Que todo el mundo está cabreado. Y que todo el mundo en el fondo está autocabreado. Porque no es tanto el ambiente como la sensación de que has dejado de dominar tu entorno. De que hay cosas que no entiendes y que te agreden. La gente mayor, pues lo de la inteligencia artificial. Ni olemos lo que es. Al os jóvenes les pasa al revés. Les dicen, hombre, hay que tener unos valores, la dictadura, tal y cual. «Yo eso no lo he vivido. A mí que me cuentas de eso. Me estás poniendo un ejemplo que no entiendo». Esa incomprensión de los medios que nos rodean genera un autocabreado.
—¿Y la novela negra se está adaptando bien a esto?
— Le está cogiendo el ritmo, sí, Los autores jóvenes datan muy bien los hechos, los localizan muy bien y saben qué piensa cada cual. Tienen los grupos sociales más bien definidos que un autor más tradicional.
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