Dum Dum Pacheco de puño y letra: colonia con Coca-Cola
La editorial Autsaider recupera las memorias que el púgil publicó en 1976,, tituladas 'Mear sangre'

Rocío Jurado recibió en el aeropuerto de Madrid a Frank Sinatra . Pero la primera canción en el desangelado Bernabéu se la dedicó el de Nueva Jersey a Dum Dum Pacheco (Madrid, 1949). Un amiguete. Hitler escribió 'Mein Kampf' en ... la cárcel. También Oscar Wilde su 'De profundis'. Y Dum Dum Pacheco ' Mear sangre '. El libro del boxeador, más unas memorias penitenciarias que deportivas, lo publicó en 1976 la editorial Sedmay, cuando él no había cumplido los 30. Se convirtió en una rareza y en algo difícil de encontrar. Ahora lo rescata Autsaider. «Lo escribí yo de puño y letra. Empecé a hacerlo en la cárcel, cuando entramos los Ojos negros, que era la banda que yo tenía. Me ayudaban mis amigos y también algún funcionario». El prólogo de Jimina Sabadu advierte: «Al lector le supongo mayor de seis años. Si tiene usted seis años o menos, por favor deje este libro donde lo encontró…». A ver, si tienes seis años o eres algo parecido a Irene Montero . Estas memorias están escritas como se supone que escribe Dum Dum Pacheco, apodo que le puso Julio Cesar Iglesias . Escritas como escribió Pepe Isbert 'Mi vida artística'. Con mucha sencillez, no esperen alta literatura, algo como las 'Cartas de la cárcel' de Céline . Ni siquiera las memorias carcelarias de la duquesa de Medina Sidonia . Ya digo, más cercano a Pepe Isbert, sólo que este no habla de sexo, palizas, cárceles y violaciones sino de la Virgen del Pilar. Aunque es verdad que no es un relato lineal y hace 'flashbacks'.
En la primera página, con ocho años, ya ha roto cuatro dientes a un gitano. De adolescente daba tirones en moto . «Una vez vimos a una muchacha que tenía un culo muy bueno, le dije a Manolo que se acercara bien, y al ver lo hermosa que estaba no me pude contener, le di un guantazo en el culo. Cuando gritaba quedándose muy sorprendida le quité el bolso de un tirón y salimos disparados». Entró a la cárcel de Carabanchel , cerca de casa, salió, volvió a entrar («se nos notaba querer hacer otra fechoría»). La segunda vez ya empieza lo duro. «Se iban cuatro o cinco a una celda y, asustando a un muchacho ya escogido entre ellos por ser la víctima joven, le ponían un cuchillo en el cuello para que no dijera nada. Así abusaban de él». Al día siguiente pudo ver cómo el chico «no podía ni siquiera andar». «Yo comprendía que hicieran esto, pero no con un pobre muchacho sino con uno de los muchos afeminados que había allí».

Luego conoció bien las celdas de castigo . Contaba las baldosas y jugaba con las migas de pan. «Lo único que yo quería era tener algo para leer». Tuvo un catecismo que se leía tres o cuatro veces diarias. Pero no practicaba. «Nunca pongo la otra mejilla. Eso es de poetas y yo de poesías sé menos que un ruso de catecismo». En las celdas de castigo aparece uno de los malos, Carrión , una especie de kapo , un preso que hacía, deshacía y maltrataba (fue asesinado al salir de la cárcel). Por otro lado, un tal Campos era un interno que «tenía un defecto y es que, a pesar de estar loco, tenía aires de grandeza». Un día en misa saltó sobre el cura con un hierro y un cuchillo y a otro preso «le dio un bocado que se quedó, de la rabia, con un trozo de carne entre los dientes. A este chico por el mérito le dieron más tarde la libertad». Trabajó en la peluquería y robaron un litro de colonia. «La robamos para bebérnosla sola o con Coca Cola». Pero el que la robó se la bebió entera. Al día siguiente lo encontraron muerto en su litera . «A nadie le dio por pensar si el hombre quería emborracharse o estaba harto de vivir».
Salió de la cárcel y fue al gimnasio. «Allí estaban los Folledo, Legrá, Carrasco …» Le preguntaron que dónde había estado y les dijo que veraneando en Acapulco. Pero volvió a la cárcel y pensó que para matar el tiempo se quitaría el tatuaje que se había hecho «con mucho sentimiento». Lo que ponía en su brazo: «Madre, sufriste para que yo naciera. Y nací para hacerte sufrir». Echó sal en un trapo y empezó a frotar. «Las pasé canutas, porque cuanto más frotaba, más me escocía». Pensó que tendría que quemarlo. Lo hizo con un cigarro. «Comencé a quemarme e ir cortando con el cigarro en forma de un cuadro». Se inflamó, estuvo varios días enfermo. Luego vio que era preciso quitárselo. «Estiré un poco y me quedé con el trozo en la mano ».
Seguía practicando dentro el boxeo. «Era un medio para expulsar el rencor que iba acumulando». Fuera mezcla sexo y boxeo. No sale bien. Era la primera vez que se iba a acostar con Geli y boxeaba el viernes en Barcelona. «Cuando acabé del primero, ni me moví de encima de ella. Sólo me bebí un poco de crema [un licor] y empecé otra vez. Era la primera vez y yo creo seguro que sin moverme la eché por lo menos cuatro polvetes, que serían más antes de levantarnos. Fue maravilloso». Pero al día siguiente no podía ni hablar. El combate lo perdió por abandono. Lo tuvieron que duchar . «Fuimos al hotel y yo no podía ni con la bolsa, me asustaba mucho cuando iba al servicio y meaba sangre». Y al volver a ver a la mujer: «No quiero verme más humillado por culpa de una mujer, es mejor que lo dejemos». De otra relación sexual escribe: «Siguió insistiendo en que no quería que me la ventilara. Tuvimos un rato de lucha, pero cuando me puse encima de ella y sintió el 'belén', suspiró y no dijo nada». De su viaje a Bangkok con Perico Fernández recuerda el despiporre sexual y lo bien armado que iba el zaragozano, cuyo aparato parecía «una manga riega».
Y está el capítulo de la Legión, donde hizo la mili. Hasta fue captador. Continuó con el boxeo durante el servicio militar. «Mi segunda pelea en la Legión la hice con un negro al que todavía se llama Kid Dongo … Cuando subimos los dos al cuadrilátero parecía que en lugar de un boxeador habían echado un gorila de lo feo que era, y con lo negro que estaba era lo más parecido a un tubo de escape». En su carrera vimos a Dum Dum salir a pelear con el chapiri de legionario. Siempre ha contado que se lo pidió Franco, que Vicente Gil , médico de Franco, presidente de la federación de boxeo (y marido de María Jesús Valdés) le trasladó el mensaje: «Dile al legionario que cuando boxee se ponga el gorrillo de legionario».
En cuanto a Sinatra , que no estaba resfriado, asegura que le salvó de unos que querían pegarle en Marbella. Le invitó al Bernabéu, le dedicó una canción y le iba a organizar un combate en el Ceasar's Palace con Mano de Piedra Durán . Pero tuvo el accidente de coche y el que fue varias veces campeón de España en la categoría welter acabó retirándose. También hizo cine. 'Juventud drogada', 'Yo hice a Roque III' o 'To er mundo e güeno'.
Como dice Mery Cuesta en el epílogo, este es un libro excepcional. «Por su brutalidad, por su honestidad radical…» El propio Dum Dum escribe: «El que lo lea que saque las consecuencias que le salgan de los cojones».
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