LIBROS DE VINO Y ROSAS
«Libro de maravillas. Para niñas y niños»
Nathaniel Hawthorne. Traducción de Marcelo Cohen. Ilustraciones: Arthur Rackham. Acantilado. 192 pág. 15 €
Nacido en Massachussets, concretamente en Salem, donde las brujas , Nathaniel Hawthorne es otro de los padres fundadores de la literatura norteamericana contemporánea. Un escritor del calibre de Herman Melville (que le dedicó su «Moby Dick» ), de Mark Twain , de Poe , de Walt Whitman .
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Su «especialidad» era el cuento, lo que no impidió que escribiera novelas cuya popularidad ha llegado hasta nuestros días, como «La letra escarlata» y «La casa de los siete tejados» . Su formación estrictamente puritana siempre influyó en su obra, pero hoy por hoy, desprovistos de inútiles prejuicios, discurrir por su narrativa es un delicado placer.
«Fan» de sus hijos
Además, el escritor norteamericano siempre sintió una predilección muy especial hacia el mundo infantil y nunca le abandonaron los deseos de escribir para niños , sentimientos que se acrecentaron cuando tuvo los suyos propios, cuyas evoluciones, caprichos, juegos e ideas apuntaba febril y sistemáticamente hora a hora.

Poco después de escribir «La casa de los siete tejados», en la primavera de 1851, cuando contaba 47 años y llevaba nueve de casado ideó un plan que en apenas unas semanas debía concluir con un libro dedicado a la infancia pero basado en varios mitos de la Antigüedad clásica .
Seis serían los escogidos: «La Gorgona» (la historia de Perseo y La Medusa ); «El toque de oro» (sobre el codicioso Rey Midas , aquel que todo lo convertía en oro); «El paraíso de los niños» (sobre la caja de Pandora ); «Las tres manzanas de oro» (las periopecias de Hércules en el Jardín de las Hespérides ); «La jarra milagrosa» (los amores de Filemón y Baucis ); y «La quimera» (acerca del encuentro entre el alado Pegaso y su único jinete, Belerofonte).

El empeño no era fácil. Nathaniel Hawthorne contaba con la ventaja de la universalidad de estas míiticas historias en las que se resumen las pasiones, bajas y altas, de los seres humanos, sus sueños, sus esfuerzos, sus idas y venidas por este valle de lágrimas. Pero transportar esas leyendas al mundo infantil no es tarea fácil.
Historias inmortales
Sin embargo Hawthorne salió airoso. Incluso el «Libro de maravillas. Para niñas y niños» (feliz y acertadamente traducido aquí por Marcelo Cohen y con bellísimas ilustraciones de Arthur Rackham) fue un best-seller de la época.
Además de su importancia literaria, el libro fue un éxito de ventas
El escritor consiguió con creces llegar venturoso a puerto y, lo que es más importante, estas historias inmortales siguen siéndolo hoy en las palabras y las páginas de Nathaniel Hawthorne . Hay ternura, hay misterio, todo está lleno de claridad, de sencillez, de belleza.
Dicen que los niños de hoy viven sumidos en un mundo de imágenes y de ordenadores, que ya nadie les cuenta cuentos. Si alguien quiere recuperar esa hermosa tradición de la narración oral (arrebujado el infante bajo el edredón) tiene en esta páginas un delicioso breviario para hacerlo. El mundo es una fábula y una metáfora , bueno es que libros como éste nos los sigan recordando para siempre.
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