Entrevista
Luis Herrero: «No tenía ninguna intención de pervertir el guión de Garci»
El presentador radiofónico publica 'Donde la tierra se acaba', una novela de amor basada en una película que el cineasta madrileño nunca rodó
Todo empezó con el dry martini que José Luis Garci sirve como bienvenida a los amigos que van a verlo en su casa de Marbella. Luis Herrero (Castellón, 1955), presentador de radio, columnista y escritor, miembro de la tribu del cineasta, ... andaba atascado en una novela histórica que no le salía «ni a tiros» cuando acudió a pasar con unos días con él. Y allí, entre trago y trago, encontró la salida: Garci tenía guardado un guión de una película que nunca llegó a rodar porque Paul Newman , quien debía encabezar el reparto junto a Tom Cruise , no estaba disponible. «Me cedió la idea», dice Herrero. Así nació 'Donde la tierra se acaba' (La Esfera de los Libros, 2021), que cuenta la historia de David McFarlan , un escritor de éxito que llega a Finisterre desde Nueva York, tras romper con todo, y que en las primeras páginas de la novela se suicida con un rifle.
¿Qué tipo de cambios ha tenido que hacer para adaptar el texto?
Garci no tenía un guión cerrado, sino una idea desarrollada en cuarenta o cincuenta folios. Lo más complicado era trasladar eso a las cuatrocientas páginas de la novela. Me exigía perfilar mucho más a los personajes y crear tramas que no existían, llevarla por algunos lugares que no estaban en la idea original... Pero procuré ser lo más fiel posible.
¿Le preocupaba modificar la idea germinal del director?
Me preocupaba extraordinariamente, y hasta que no me dio su visto bueno no me quedé tranquilo. Yo sabía que lo único que podía hacer era pervertir el guión, y no tenía ninguna intención de hacerlo. Para mí era un desafío acercarme, aunque fuera aproximadamente, a lo que hubiera rodado en su película. Para que Garci estuviera más presente en el libro también utilizo algunos de los monólogos que él introduce en sus películas.
¿Por qué nos seducen tanto los escritores alcohólicos y suicidas?
No es tanto el escritor el que huye, sino el ser humano, que se siente apesadumbrado por sus sentimientos y su vida, por cosas de las que está profundamente arrepentido y busca un lugar donde nadie lo pueda encontrar y desaparecer del mapa. Se va al fin de la tierra, a Finisterre. Es una trama hitchconiana y hay que averiguar por qué huye de todo.
El protagonista repite todo el rato que él no cree en el amor, que «el amor es el sexo del impotente». Pero el libro es una historia de amor.
Yo pretendía que fuera eso, ahí estaba el riesgo. Me he metido en aguas profundas: investigar en las emociones del amor para mí es una novedad. Soy muy consciente de que a lo mejor me he metido en camisas de once varas, de que he hecho cosas para las que no estoy capacitado. Si he salido airoso o no es algo que tienen que juzgar los lectores.
¿Cómo ha sido ese proceso de meterte en la psicología femenina?
Ha sido una tortura para mí porque era la primera vez que veía el amor desde los ojos de una mujer. Nunca se me había ocurrido algo así y ha sido muy complicado. He tenido multitud de conversaciones con amigas y he corregido mucho. Yo soy un hombre: pienso, razono y me emociono como un hombre. Creo que emocionalmente los hombres y las mujeres somos distintos. Contar la historia desde ese punto de vista era terriblemente complicado.
En la novela cita a Graham Greene: «Solía decir que cuando das con la primera frase ya no necesitas preocuparte del resto». ¿Le ocurre a usted lo mismo?
Había muchas citas literarias en el texto de Garci. He respetado todas las que había, pero yo no habría puesto esta. No coincido para nada. Mi talento literario está a años luz del de Graham Greene y en cuanto a la primera línea… y la segunda... no me desatasca en absoluto.
¿Esa pelea que hay entre el novelista y su editora es también la que ha tenido usted con su editorial?
Mis editores fueron muy comprensivos. Tenía muy mala conciencia porque empecé a escribir esta novela sin decírselo. Se pensaban que yo estaba escribiendo la novela original y me sentía como un traidor. Cuando se lo dije fueron comprensivos y me ayudaron y no hubo una pelea tan frontal como en la novela. La relación de McFarlan con su editora es muy compleja porque es la única mujer que sabe dónde está él. Ella todavía tiene la esperanza de recuperarlo como escritor y sacarlo de una sequía creativa terrible.
En el libro se mencionan muchas películas: 'Casablanca', 'Historias de Filadelfia'…
Las referencias de 'Casablanca' son de Garci. 'Historias de Filadelfia', una de mis películas favoritas, es mía. Cuando uno escribe una novela tiene que volcar en ella todo lo que hay en la esponja: cada persona absorbe todo lo que puede y, cuando escribe, exprime la esponja. Y cuando la exprimes sale lo que llevas dentro: tus pasiones, tus aficiones, tus querencias…
Si hasta Shakespeare plagiaba, ¿qué escritor no plagia?
Esto es un plagio, la idea es de Garci. La diferencia es que lo reconozco abiertamente, aunque la idea está desarrollada y estructurada de otra manera. Me llamó mucho la atención saber que Romeo y Julieta no era una idea original de Shakespeare, y que el que la escribió primero ya la había copiado de un anterior.
¿Cuál es el secreto del dry martini de Garci?
La receta en realidad es de Alfredo Landa. Pero más que la receta lo que importa es la ceremonia al hacerlo: el coger un martini en concreto, humedecer los hielos, meterlos en una copa que lleva un tiempo en el congelador, y cuando ya los has mezclado muy bien tirar el martini para que solo quede ese regusto casi indetectable en el hielo. Y luego la ginebra con la corteza de limón… Con la ceremonia y la temperatura adecuadas te sale un dry martini que te tumba. Lo puedo decir por propia experiencia.
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