Llega el verano y su vocación expedicionaria
Más de 50 lecturas sobre el viaje
El anzuelo del ocio y las vacaciones abre la puerta para asomarse al espíritu que alimenta la literatura.
![Una imagen de Camilo José Cela, quien en 1948 publicó 'Viaje a la Alcarria'](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2021/07/05/ALCARRIA-kqvG-U65641035568dmw-1248x698@abc.jpg)
El verano es el desgarro hacia el invierno. Es el tiempo dedicado a la expedición, la evasión y la búsqueda. El relato de ese trasiego forma parte de lo literario. Es su esencia. Desde el viaje clásico que realizan los argonautas en busca del vellocino ... de oro hasta el regreso encarnado en Ulises. En ellos predomina la noción de gran odisea y epopeya.
El ser humano no ha dejado de moverse desde entonces ni dejará de hacerlo. Si el viaje romántico del siglo XIX, cuando la aventura estaba reservada a muy pocos, marcó una sensibilidad, también lo ha hecho el movimiento masivo de mercancías y personas, así como la noción de 'viaje low cost' cuya foto cultural ha pasado de la multitud al encierro propiciado por la pandemia.
Julio Verne, Herman Melville, Stevenson, Jack London o Joseph Conrad estrujaron la potencia creativa asociada al cambio de lugar. Si quienes se movían en los siglos XVIII y XIX lo hacían empujados por la aventura, el nacimiento de otras ciencias o el nuevo mapa del comercio, en el XX lo harían, acaso, movidos por el paso urgente de la guerra y el exilio, pero también calzando las botas del reportero, las gruesas gafas del aviador o la presuntuosa indumentaria del vividor.
Cada siglo ha impreso una sensibilidad distinta al viaje. Pero aún siendo muy distintos el Congo de ‘El Corazón de las tinieblas’ , de Conrad, de los trenes de Bruce Chatwin, maestro del género, se impone la búsqueda. Es el viaje del hombre al centro de sí mismo. El anzuelo del ocio y las vacaciones abre la puerta para asomarse al espíritu que alimenta la literatura: la necesidad dejar cosas atrás y conquistar otras.
![Más de 50 lecturas sobre el viaje](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2021/07/05/Odisea_3D_web-U12504747472zNC-510x349@abc.png)
Un verano (o dos) con Homero
El viaje clásico sostiene buena parte de la reflexión. Así ocurre con 'Un verano con Homero' (Taurus), una mezcla de ensayo/novela/reportaje en el que escritor y aventurero Sylvain Tesson revisita la Guerra de Troya y sigue los pasos a Ulises en su interminable viaje de regreso a Ítaca. Blackie Books ha dado inicio a su colección «Clásicos Liberados» con la que ellos definen como la historia de todas las historias. Así, dedican a la 'Odisea' páginas en las que encuentran espacio voces tan distintas como las Nick Cave y Mary Beard hasta Ovidio. Incluyen en un cuidado volumen la adaptación favorita de Borges y la versión de la historia de Margaret Atwood.
Explorar como quehacer literario
Stefan Zweig escribió una biografía de Magallanes que el sello Capitán Swing recuperó en ocasión del quinto centenario de la vuelta al mundo. En esas páginas, Zweig narra la experiencia de Magallanes como si de una novela de aventuras se tratara: comandar cinco barcos, con una tripulación de 265 hombres, además de los motines, el frío, el hambre, la rivalidad y los errores cartográficos. En la clave expedicionaria está también ‘Naufragios’, el libro que Álvar Núñez Cabeza de Vaca dedica a la expedición en 1527 con Pánfilo Narváez. Partieron cinco naves con 600 hombres, de los cuales sólo regresaron cuatro.
Tierra de hombres, de Saint-Exupéry
Año 1935. Tras un accidente a bordo de un Caudron C-630 Simoun 7041, durante un vuelo París-Saigón, Antoine Saint-Exupéry tuvo un aterrizaje forzoso en el desierto. Estuvo cuatro días sin alimento ni agua hasta que un beduino lo rescató a él y su ayudante André Prevot. Esa historia, que narra en ‘Tierra de hombres’, ha sido, para muchos el detonante vital de ‘El pequeño príncipe’.
!['Los perros ladran', de Truman Capote, publicado por Anagrama.](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2021/07/06/capote-U81444183631iHB-510x349@abc.jpeg)
Capote viajero y Faulkner como territorio
Para viajes, los que emprendió Faulkner por el Mississippi, trasiego del que Edouard Glissant da cuenta en un libro publicado por el sello Turner , y en el que da cuenta de lo territorial y lo humano en la obra del autor de ‘Luz de agosto’. También Truman Capote va servido de aventuras. El autor de ‘A sangre fría’ viajó con frecuencia durante su primera juventud. Siendo apenas un jovencillo, cumplió una etapa errante por Italia, España, Tánger y Haití de la que dan fe los escritos recogidos en ‘Los perros ladran’, un libro editado en España por Anagrama, y en el que incluye también un documento excepcional sobre la Rusia soviética que conoció en 1956.
La Habana de Greene, el Tánger de Bowles
Otro viajero canónico es Graham Greene. Desde la Cuba reflejada ‘Nuestro hombre en la habana’ hasta los escenarios de Sudáfrica que aborda en ‘El factor humano’ o las postales de 'Caminos sin ley' (1938), una crónica periodística donde retrata un México afectado por la explotación petrolera. Siendo apenas un jovencillo, el neoyorquino Paul Bowles, autor de 'El Cielo Protector', compró un billete de ida a París. A partir de ahí no se detuvo, ni siquiera cuando se estableció, en Tánger, con su esposa, la magnífica novelista Jane Bowles, autora 'Dos damas muy serias' (Anagrama), en la que hecha mano de su personaje Frieda Copperfield como un elogio de la libertad y la independencia. También Malcolm Lowry fue marinero y viajó a Extremo Oriente, no paró de moverse entre Nueva York, México, Hollywood y la Columbia Británica.
La Indochina de Duràs, los trenes de Theroux
Margueritte Duràs nació en la Indochina Francesa, un lugar del que brotarían los conflictos y elementos esenciales de su obra. Una de las más autobiográficas de sus novelas ‘Un dique contra el pacífico’ (Tusquets), permite al lector asomarse a ese territorio . Paul Theroux viaja en tren por China y escribe ‘En el gallo de hierro’, ‘El gran bazar del ferrocarril’, y ‘Retorno a la Patagonia’, que hizo a medias con Bruce Chatwin, maestro en el género. Así como unos viajan para explicarse o buscar lo remoto, hay quienes, como el reportero Kapuscinski, buscan forjar su propia epopeya. ‘Ébano’ (Anagrama) es, a la vez, un libro de viajes y un ejemplo canónico de crónica en la que el reportero polaco narra los acontecimientos más importantes que marcaron la vida en el continente negro, que recorre a través de su mirada y su propio recorrido. En su caso, desde la selva congoleña a la amplitud del desierto del Sahara.
![Un detalle de la cubierta de 'El sueño de Alejandría' (Planeta)](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2021/07/06/terencia_Moix-U78105085880NBS-510x349@abc.jpg)
De Azorín a Terenci Moix
Además de ‘Viaje a la Alcarria’ (1948) de Camilo José Cela (que el periodista Javiers Ors revisita en un magnífico volumen publicado por Calambur como ‘Nuevo paso por la Alcarria de Cela’) o la Costa Brava de Pla en ‘Viaje en autobús’, Azorín fue uno de los escritores que recorrió España de manera más intensa. Uno de sus primeros viajes y el más importante, fue el que realizó junto con Baroja a Toledo, en el que en el que descubrió al Greco y que recogió algunos apuntes en ‘La Voluntad y Castilla’ (1912). Sus descripciones de paisajes están presentes en todas sus obras, pero especialmente en: ‘La ruta de Don Quijote’ (1905), ‘El paisaje de España visto por los españoles’ (1917), ‘El libro de Levante’ (1929), ‘Valencia’ (1941) y ‘Madrid’ (1941). Jorge Bustos en el ‘Asombro y desencanto’, recién publicado por Libros del Asteroide, se inserta en esa lógica viajera de Azorín y Pla. Otras voces cultivaron también la literatura de viajes: Manuel Leguineche, Luis Carandell, Javier Reverte, Pérez de Albéniz o Rosa Regàs, esta última con Viaje a la luz del Cham (1995). Egipto inspiró además a Terenci Moix para ‘El sueño de Alejandría’ y Enrique Vila-Matas ha coqueteado –muy a su manera- con el género en ‘Doctor Pasavento’ o ‘El viaje vertical’.
Del Leningrado de Chaves Nogales al Gabo
En agosto de 1928, Manuel Chaves se embarcó en un viaje en avión por Europa con la finalidad de escribir una serie de reportajes para el periódico del que es redactor jefe, ‘Heraldo de Madrid’. De Madrid a Bakú, pasando por Berlín y Leningrado: del Mediterráneo al Caspio y que adquirieron forma de libro junto a otras expediciones de 1929. Al Nogales viajero e inquieto de la primera mitad del siglo XX se puede añadir, cambiando por completo el registro, ‘Viaje por los países socialistas’, de Gabriel García Márquez; 'El arpa y la sombra', de Carpentier así como los viajes de Neruda reflejados en su ‘Estravagario’. Una bitácora desigual y arbitraria. Un ir y venir que, como el viajero, podría haber ido más lejos o regresar antes.
'Plataforma' y la Tailandia de Houellebecq
Publicada en 2001, ‘Plataforma’ (Anagrama) fue la tercera novela del francés Michel Houellebecq. En ella, el Goncourt narra la historia de Michel, un funcionario parisino, apocado y apático que parte de vacaciones a Tailandia para olvidarse de todo y sumergirse de lleno en el oasis del turismo sexual. Allí conoce a Valérie, directiva de Nouvelles Frontières, y con ella decide crear una red mundial de colonias turísticas en las que el sexo se practique libremente. Un atentado integrista cambiará los planes de ambos. Al momento de su publicación, Houellebecq dio más cuerda a su polémica cosecha literaria, en la que ya figuraba el éxito de ‘Las partículas elementales’.
Viajar a Egipto con Agatha Christie
Es un clásico del suspense. ‘Muerte en el Nilo’ es una de las mejores novelas de Agatha Christie. La historia arranca con una estampa aparentemente inofensiva: el viaje de novios por Egipto de una joven pareja. Sin embargo, tan sólo unos días después de partir, la esposa muere asesinada en el barco que les conduce por el país. Desde este momento todos los pasajeros serán sospechosos y la trama irá complicándose a medida que el viaje continúa entre los restos monumentales de la milenaria civilización. El río más largo del mundo sirvió de hilo conductor a Christie para narrar una de las novelas más populares del género negro. Edificada sobre lo exótico y lo desconocido, Lawrence Durrell sitúa en Alejandría su clásico 'Cuarteto', y deja libros como 'Visión de Provenza' o 'Reflexiones sobre una Venus marina'. También en Grecia, y justamente en un viaje para visitar a Durrell, Henry Miller encontró el material necesario para su magnífico 'Coloso de Marusi'.
!['El interior', de Martín Caparrós, publicado por el sello Malpaso.](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2021/07/06/elinterior-U70662311868yHJ-510x349@abc.jpg)
Los 30.0000 kilómetros de Caparrós
La idea de entender un país está destinada al fracaso. Al menos eso pensaba Martín Caparrós cuando decidió dejarse de grandes palabras, subirse a un coche y recorrer 14 provincias de Argentina en un viaje de 30.000 kilómetros. Lo hizo a bordo de un Renault 21 blanco que se compró sin saber que había pertenecido a Osvaldo Soriano(autor con el que estuvo enemistado durante bastante tiempo). Manos en el volante, fue a buscar, dice Caparrós, lo que no se le había perdido. Lo hizo en 2005. Hace ya casi diez años. Después, sólo después, le dio forma en las páginas de un libro. Se trata de 'El interior', un volumen –a mitad de camino entre la crónica y el diario de viaje- editado en España por Malpaso- y publicado en 2006 en Argentina por la editorial Planeta
'On the road' o cómo cruzar los EEUU
En estas páginas Jack Kerouac narra el viaje de dos chicos, Dean Moriarty y Sal Paradise, que recorren Nueva York, Nueva Orleans, Ciudad de México, San Francisco, Chicago. Se trata de una ruta exagerada y desaforada: drogas, sexo, jazz, desencanto, periferia, cadillacs y literatura. Una crónica cuyos protagonistas, en la vida real y en el libro, fueron Jack Kerouac, Neal Cassady, Allen Ginsberg y William Burroughs. Con ella, Kerouac no retrató un país; retrató a una generación. Es, sin duda, la biblia de los beatniks. Cuando se publicó, la crítica la calificó como la prueba de que Kerouac era el más aventajado "heredero de Charlie Parker".
La medición del mundo
La diferencia entre conseguir un pozo de agua puede marcar la diferencia entre vivir o morir, así fue en la antigüedad y continúa siéndolo. De ahí la vigencia de 'El porqué de los mapas' (Debate), un ensayo cartográfico escrito por Eduard Dalmau y centrado en la figura de los primeros pensadores que dieron forma a nuestro mundo. 'El porqué de los mapas documenta' el origen de los mapas siguiendo el recorrido de los pioneros de la cartografía. En la clave ficción, y volcada en el hecho de la exploración, destaca 'La medición del mundo', una novela de Daniel Kehlmann traducida a 46 idiomas y en la que ofrece una irónica visión sobre el encuentro de Alexander von Humboldt, naturalista, viajero y aventurero empedernido de inagotable curiosidad, y Carl Friedrich Gauss, matemático y astrónomo. Juntos, rememoran sus aventuras, también muestran sus manías, dobleces y compulsiones.
De Crucero por el Caribe con Foster Wallace
Él era el hombre perfecto para este viaje. Cuando la revista Harper's Bazaar le pidió a David Foster Wallaceque se montara en un crucero de lujo por el Caribe y escribiese al respecto, el escritor aceptó. El resultado no pudo ser mejor. Se trata del libro 'Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer' (Penguin Random House ). A medio camino entre la crónica periodística y el esperpento, el padre de la literatura moderna norteamericana descuartiza el mito del glamouroso transatlántico. Las cenas de socialité, las horas muertas en cubierta y la oxigenada animación que distrae al pasajero de su condición de preso del mar. Escrito con amargura, humor y una concentradísima dosis de inteligencia, es una lectura que se impone sobre las demás.
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