Ingmar Bergman, un escritor eclipsado por su cine
Jan Holmberg, director de la Fundación del cineasta, señala las claves de su poco conocida obra literaria, novelas y ensayos, ahora recuperada en España por la editorial Fulgencio Pimentel
![Ingmar Bergman](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2021/04/25/ingmar-bergman-k42E--1248x698@abc.jpg)
El cineasta sueco Ingmar Bergman fue un maestro de la angustia y el rifirrafe sentimental , y un creyente del poder de la mentira para contar la verdad. Así lo explica en el prefacio de ‘ La buena voluntad ’, su considerada mejor novela, ... recién reeditada en español por la editorial Fulgencio Pimentel, sobre los primeros años de relación de sus padres. «No pretendo afirmar que haya sido siempre respetuoso con la verdad en mi narración. He exagerado, añadido, quitado y cambiado de orden. Pero, como suele ocurrir en este tipo de juegos, el juego ha resultado más claro que la realidad».
Ya desde su autobiografía, ‘ Linterna mágica ’, a Bergman le tentaba la idea de escribir sobre los años juveniles de sus progenitores, el inicio de su matrimonio y «sus esperanzas, fracasos y buena voluntad». La herencia de unas fotos familiares «de enorme magia» le permitió adentrarse en las imágenes y tocar «con cuidado aquellos rostros y sus destinos». Al mirar las fotografías, no puede contener la atracción «hacia esas dos personas que en casi todos los aspectos son tan diferentes de los seres medio esquivos y de míticas dimensiones que dominaron mi niñez y juventud». Fue en el verano del 89 en Farö, la isla sobre el Báltico en donde encontró su elemento, cuando trazó esta historia en la que aprendió mucho de sí mismo. «Mucho que ha estado escondido bajo capas de represiones polvorientas y formulaciones conciliadoras carentes de sentido».
Bergman estudió Literatura e Historia del Arte , pero su obra literaria (con más de cien libros y artículos publicados ) ha quedado eclipsada por su imponente filmografía. Aparte de este primer título de su ‘trilogía familiar’, la editorial española también recuperará sus ensayos inéditos de una carrera libresca que tendría que esperar a finales de los 80, a partir de la publicación de sus memorias, para ser reconocida.
¿Sintió frustración por no haber tenido mayor éxito con sus novelas? « Él decía a menudo que empezó como escritor fracasado , que intentó triunfar en los 40 pero fue rechazado por los editores o, si publicaba, despreciado por los críticos. Yo sospechaba que esto era un mito, pero, cuando escribí un ensayo sobre la faceta de Bergman como escritor, descubrí, de hecho, que era un mito: al principio de su carrera fue elogiado como prosista, fue su propia elección centrarse en las películas y guiones», cuenta Jan Holmberg , director de la Fundación Bergman, que añade que «al mismo tiempo pareció haberse creído su fracaso como escritor. Lo cual es un misterio porque era talentoso. Y sus guiones son gran literatura por derecho propio, a veces incluso mejores que las películas, en mi opinión». En ‘La buena voluntad’, un híbrido entre autoficción, guión y biografía, el director de ‘Gritos y susurros’ se sitúa como narrador desde la primera línea: «Elijo un día de invierno primaveral a principios de abril de 1909. Henrik Bergman acaba de cumplir 23 años y estudia Teología en la Universidad de Upsala...». Sin embargo, no se entromete demasiado en una narración coral protagonizada por sus padres, este futuro sacerdote enviado a una humilde parroquia en el norte junto a su esposa Anna, emocional e inteligente, de familia rica, coronando un matrimonio casi imposible gracias a la diferencia de clases, las carencias comunicativas, una novia oculta a la que el atormentado Henrik no se atreve a defraudar o la abuela materna, una Maquiavela de sala de estar que se entromete con el fin de reventar el enlace. Superados todos estos escollos, vendrán más: ellos.
Porque e sto es la turbulenta relación de papá y mamá Bergman , un testimonio exagerado con incluso los roles familiares intercambiados (ella muy estricta, en realidad, y él páter más blando), pero en donde vuelve a brillar el mago del drama y los problemas de pareja. Recordemos que Bergman se casó 7 veces . Esta predilección por las dificultades en una relación, tal cual desarrollara en ‘Secretos de un matrimonio’, ¿nace de lo que vio en el hogar familiar o fue fruto de sus propias experiencias? «Un poco de las dos. Pero, ¿no es esto cierto también para todos nosotros? ¿No reflejan todas nuestras relaciones las de nuestros padres o, más bien, la idea que tenemos de la relación de nuestros padres? Bergman fue de mujer en mujer, mientras que sus padres permanecieron juntos. Él pensó que deberían haberse divorciado, y, de hecho, ‘La buena voluntad’ es un claro ejemplo de lo malos que fueron el uno para el otro. Así que tal vez ‘compensó’ su idea del fracaso del matrimonio de sus padres abandonando a sus propias esposas. O al revés: justificó sus propios defectos como esposo y padre señalando a sus propios padres como diciendo: al menos yo no hice lo que ellos hicieron. Solo podemos especular».
Publicitada en su día como «una de las grandes novelas de amor suecas», esta obra marcó a escritores como Karl Ove Knausgård y también tuvo su versión audiovisual bajo la delicada batuta de Billie August en ‘Las mejores intenciones’, película que ganó la Palma de Oro en Cannes en 1992. El guion, claro, del mito sueco, que ya no rodaba porque consideraba el cine «un juego para jóvenes». Y se trató siempre como un epílogo de ‘Fanny y Alexander’. «En cierto modo sí. O un correctivo. En esa película muchos entendieron que el obispo Vergérus era un retrato del propio padre de Bergman. Y aunque Erik Bergman debió ser una persona con mal humor y problemas, no era tan terrible como el obispo así que creo que intentó aquí matizar su imagen». Igualmente, en ‘La buena voluntad’ la vida religiosa está ligada a una existencia gris y de renuncia total, ¿cuál era la relación de Bergman con un estilo de vida alegre? «Él no era una persona fiestera. Casi nunca bebía alcohol y no se sentía cómodo con mucha gente a su alrededor. Aunque no creo que se sintiera solo. Tenía amigos cercanos y su última esposa fue una compañera cercana. Y algo no menos importante: tenía a sus colegas en el teatro. Trabajar con actores fue probablemente su mayor alegría».
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