De Cervantes a Pedro Sánchez: La España de los 'retablitos', al desnudo
Francisco Sosa Wagner y Mercedes Fuertes, en 'Planfleto contra la trapecería política', descoser las costuras de un país abrumado por la cantinela política

No parece que la España de nuestros días sea muy diferente a la que Cervantes representó en 'El retablo de las maravillas', ese entremés en el que desnuda ese vicio patrio por las apariencias. Lo saben Francisco Sosa Wagner , que fue ... eurodiputado por UPyD, y la catedrática de Derecho administrativo Mercedes Fuertes , autores de 'Panfleto contra la trapacería política' (Deliberar, 2021), una suerte de 'Nuevo Retablo de las Maravillas' (así es el subtítulo del libro) con el que pretenden descoser las costuras de un país abrumado por la cantinela política.
Lo dice Albert Boadella en el prólogo del volumen: a él, que como «constructor de ficciones dentro de un escenario» está obligado a saber «las razones por las que el respetable se deja encandilar», no deja de sorprenderle «cómo millones de españoles pasan de ser individuos a campante rebaño de embaucados». El dramaturgo reflexiona que «el hombre civilizado necesita cierta capacidad de ficción para vivir apaciblemente», pues «hurgar en la realidad es duro, laborioso y de alto riesgo».
Pues a esos «impostores que obtienen oro y fama» vendiendo «sedantes anestésicos» hay que desmontarlos. Ese retablo de las maravillas del sabio Tontonelo, esa caja de madera vacía que deja en evidencia a un público más preocupado por el parecer que por el ser, es lo que significa a la sociedad española contemporánea, escriben Sosa Wagner y Fuertes, «donde la obsesión por la 'corrección política' y el empeño de ser de 'derechas' o de 'izquierdas' de toda la vida conducen a ver una realidad que no es sino pintura, a repetir tópicos y aceptar consignas de quienes son en puridad 'autores de humos y embelecos'».
El 'Planfleto contra la trapacería política' pretende descorrer las cortinas del gran teatro político, «una crítica burlesca, a veces bien humorada», de todos los elementos que conforman la vida pública, desde el funcionamiento de los partidos políticos, con sus servidumbres a los jefes y los repartos de cuotas de partidas presupuestarias, al sistema judicial: «La historia de la independencia judicial es la historia es la historia de su tergiversación descarada, de manera que por más cautelas que se hayan instaurado en las leyes nunca han faltado esos espabilados que dominan el arte de inventar trucos ingeniosos por los que se desplazan con tranquilidad las prebendas y el favor político».
No se les escapa un asunto a los autores del libro. El de las elecciones no es más que «un día de ilusión» después de toda una legislatura que para el votante apenas ha sido «un garabato de humo»; la democracia, dicen, «tiene también mucho de gran trampantojo, de papel pintado de la voluntad popular». Nada que no ocurra en otros países. Lo triste es que en España «haya perdido con tantas prisas la lozanía». La democracia de partidos es más bien una «oligarquía de secretarios generales y secretarios de organización», dicen.
Si al Tontonelo de Cervantes las barbas le llegaban a la cintura, del mismo modo que a la administración pública el número de asesores nombrados a dedo «van engrosando su volumen con nuevas unidades dedicadas a pintorescos análisis políticos o cuyos titulares reciben el nombre de 'comisionados', tales los que ahora existen para la Agenda 2030 o la lucha contra la pobreza infantil». Tampoco ven adecuado los autores de este 'Nuevo Retablo de las Maravillas' los terremotos que se producen en los organigramas en cada remodelación ministerial.
Cada 'retablito' de la administración se ha llenado de «'personitas' públicas» y los entes locales, como decía Quevedo de los escribanos, son «aves de rapiña que pervierten el derecho y la justicia». En resumen, «desconcierto y despropósito son los ingredientes de nuestro sistema político en la actualidad», concluyen Sosa Wagner y Fuertes, que antes de bajar el telón enumeran esa neolengua propia de los «espectros equívocos de las apariencias»: proyectos activos, reactivos, transversales y sostenibles, consensos, empoderamientos... Definitivamente, no parece que la España de hoy haya cambiado demasiado.
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