LIBROS
Cela y los tres madroños
Un volumen reúne los 391 artículos que el Nobel escribió en ABC desde 1979 a 1982, un delicioso fresco de la Transición
Don Guillermo Luca de Tena, Marqués del Valle de Tena, y Don Camilo José Cela, Márqués de Iria-Flavia , fueron designados Senadores por el Rey en junio de 1977. Desde entonces, compartieron desvelos en los debates constitucionales. Aquel año, la amistad ya forjada entre Cela y Luca de Tena se fue estrechando de tal fortuna que don Guillermo, como director de ABC, logró que el titán gallego volviese a escribir en las páginas de ABC de forma asidua, para regalo y gozo de todos los lectores. Y así lo hizo hasta el mismo día de su muerte, hace diez años, con un bellísimo poema inédito cincelado por Cela al borde del abismo de la muerte.
Desde 1979 hasta 1982, Camilo José Cela fue escribiendo en ABC una serie de deliciosos artículos ilustrados magistralmente por Lorenzo Goñi, que han vuelto a ver la luz en el volumen «El juego de los tres madroños» (Austral). En su primer recuadro, publicado el 14 de marzo de 1979, el Nobel confesaba: «Acabo de inventarme El juego de los tres madroños, entretenimiento bienintencionado y ejercitador de las paciencias; por ahora no tengo más que el nombre, que me parece bonito e, incluso, teñido de cierto arcaico aire de menestralía, pero pienso que lo más probable es que el reglamento me vaya saliendo poco a poco y a su ser». Y pasaba a explicar su ingenio: en el primer madroño se esconde la verdad, que es como un racimo; en el segundo, el azar, que es como un melón, y en el tercero, el viento, que pudiera representarse en forma de mariposa de cien colores.
«España, contra lo que suele decirse, es país de mucho equilibrio y mesura», decía Cela
«España, contra lo que suele decirse en las tertulias y en los periódicos, profetizaba don Camilo, es país de mucho equilibrio y mesura, de mucho aplomo y fundamento, que son los cuatro puntos cardinales -parecidos, que no idénticos-, que delimitan la palestra del juego a tres, que hoy propongo para leve solaz, propio y ajeno».
Cada quince o veinte días solía acudir don Camilo al despacho del patrón Don Guillermo Luca de Tena en ABC . Se saludaban, se sentaban y Cela le entregaba a su director un rimero de cuartillas con los artículos escritos, que solía leerle en voz alta. «Fue una etapa inolvidable y magnífica -evocaba Don Guillermo Luca de Tena-. Prácticamente, todos esos madroños se los oí de viva voz antes de enviárselos a Goñi y que el lector los viera primorosamente editados. Nunca le agradeceré bastante esas tardes inolvidables».
Canelo y Pancho
De entre tantos prodigios, Guillermo Luca de Tena mencionaba «Canelo» por la emoción con la que Cela se lo leyó y el humedecimiento de los ojos del escritor gallego. Cela escribía: « El día de Nochebuena se me murió un perro; era de raza boxer, se llamaba Canelo y estaba delgadito, pero alegre . El animal se arrimó al muro del horno, en una esquina del jardín para morir. No tuve que rematarlo, por fortuna, porque a las caricias respondía mirando con dulzura con sus hondos ojos castaños y moviendo el rabito con alegría. Mi familia estaba alrededor del Nacimiento (en mi casa no se pone árbol de Navidad) y preferí no decir nada a nadie. ¿Para qué? Tapé a Canelo con un saco y lo dejé morir tranquilo, puesto que no sufría. El día de Navidad por la mañana me lo encontré muerto. Lo había estado velando toda la noche su amigo y compañero Pancho, también boxer, aunque más viejo que él, un animal recio y tirando a loco, tuerto y sentimental. A Canelo lo enterré en el jardín, y a hondura bastante, como a todos los perros que se me han ido muriendo». Aquel día, la voz fuerte y rotunda de Cela se quebró en más de una ocasión mientras le leía el artículo al director de ABC.
«Mozas en pelota»
El segundo recuadro de Camilo José Cela se titulaba precisamente «Escribir en ABC», y en él ya avisaba a navegantes: « Aquí no vale meterse con los curas, ese juego de solitarios que apasiona a los españoles aun antes de que san Elipando y el beato de Liébana se pusieran como chupa de dómine en el Concilio de Toledo. Aquí no se permite entonar la loa del comunismo libertario ni aun en el día de los Santos Inocentes, que fueron tantos y tan variados que no llegaron a ser contados jamás por nadie, y aquí, por último, tampoco hay licencia para deleitarse enumerando demasiado a lo vivo y por lo menudo las excelencias, recónditas o turgentes, de las mozas en pelota. (Segundo aviso para mareantes caprichosos: en pelota, en singular, según el licenciado Covarrubias en su «Tesoro de la lengua castellana o española», viene de en pelo, a pelo, y vale tanto como corito o en los vivos cueros)».
«Uno, en su humildad, declara que los escritores de ABC somos independientes», subraya el Nobel
Cela se sentía parafraste de ABC: «Uno, en su humildad y en esta ocasión solemne, declara con su mejor énfasis que los escritores de ABC -yo al menos, y que cada uno hable por sí- somos independientes en nuestra línea de pensamiento y no aceptamos necesariamente como nuestras las ideas vertidas en los artículos editoriales. ¿Está claro?». Como el agua.
Y así, relata Don Guillermo Luca de Tena, «nuestro Premio Nobel, hombre inteligente y agudo, vino a verme un buen día de marzo de 1982 para decirme que El juego de los tres madroños ya se había agotado. Si el primero lo tituló La buena intención, en el último nos dejó un Queden ustedes con Dios y esta justificación: "Hace ya mucho tiempo que caminamos juntos y la prudencia enseña que, para que los cueros del cuerpo y las badanas del alma no pierdan flexibilidad, debe mudarse la compañía de vez en cuando..."» Y terminaba don Camilo: «Me voy contento, agradecido y en paz. A lo mejor vuelvo; depende de las circunstancias y de que la musa que sopla las novelas me ayude con mayor o menor cariño y eficacia».
Regresó Cela algunos años después con más colaboración , fue puntual a la cita anual como Presidente del Jurado de los Premios Cavia, Luca de Tena y Mingote, y hasta el mismo día de su muerte honró con su amistad a don Guillermo Luca de Tena: « Fue un extraordinario escritor y un amigo impagable ».
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