Las cartas «eróticas» de Galdós a Emilia Pardo Bazán no fueron destruidas
Un librero de la Cuesta de Moyano afirma haber visto, hace años, varias de estas misivas, que estarían en poder de un coleccionista

Hace unas semanas, Lara Sánchez , presidenta de la Asociación Soy de la Cuesta , que representa a los libreros de la calle más literaria de Madrid, estaba preparando, como cierre del Año Galdós , un programa de lecturas dramatizadas de las cartas de ... amor que intercambiaron el escritor y Emilia Pardo Bazán . Pero, claro, tuvo que tirar de imaginación, porque si bien conocemos la pasión desenfrenada que la autora gallega desplegó en cuantas misivas envió a su «miquiño», nada sabemos de lo que el escritor transmitió a la que, durante casi tres años, fue su amante.
El destino de aquellas cartas es una de las leyendas urbanas más mentadas en el mundillo literario español: hay quien sostiene que Carmen Polo las quemó en un arrebato pirómano en el Pazo de Meirás; hay quien defiende que desaparecieron cuando los milicianos saquearon el último domicilio de doña Emilia , sito en la calle Princesa, en Madrid, y hay quien argumenta que haberlas haylas, aunque su paradero sea cosa de meigas. El caso es que nadie las ha visto. Nunca. Y por eso Sánchez recurrió a la inventiva y decidió hacer un guión para el acto en cuestión –que, por cierto, se celebra hoy– con extractos de otras cartas de amor de don Emilio.
Para elegirlos, recurrió al librero de la Cuesta de Moyano que más sabe de Galdós, Guillermo Blázquez . Con lo que no contaba ella, ni nadie, era con su reacción: «¡Pero qué dices, si yo he visto esas cartas, que llevo treinta años intentando comprarlas y no hay manera!». Un giro inesperado de la trama que da un nuevo brío a tan cacareada historia de amor.
«Yo me dedico al libro antiguo y en una biblioteca, ya hace treinta o veinticinco años, me estuvieron enseñando unas cartas de Galdós a Pardo Bazán, pero tenían bastantes más», confirma el librero a ABC. El coleccionista en cuestión, ya fallecido, pertenecería a «una familia prominente del ámbito cultural español que se niega a hacer públicas las misivas por temor a enturbiar la imagen de Galdós con su contenido comprometedor», según la presidenta de la Asociación Soy de la Cuesta.
De hecho, en su momento, al librero le hicieron «prácticamente jurar» que nunca revelaría la identidad del propietario de tan buscado tesoro literario. «El motivo lo ignoro, pero no voy a andar dando nombres», cuenta Blázquez, sobrepasado ante la envergadura informativa de lo que, hasta ayer mismo, no era más que un recuerdo de sus muchos años de oficio.
«No voy a ser más preciso. Te diría que no fue en Madrid, pero no quiero precisar dónde o cómo... No fue en Madrid», desvela, finalmente, a este diario Blázquez, quien rememora, además, que en el lote que tuvo ocasión de ver había «cartas de Galdós, de Baroja , de Azorín , de bastantes escritores de la Generación del 98». También aclara el librero que de las escritas por don Benito «habría un conjunto de setenta, ochenta o cien cartas, pero no todas eran para Pardo Bazán, también había otras cartas privadas y otros documentos».
Con respecto al contenido de las misivas dirigidas a doña Emilia, el librero asegura, sin entrar en detalles ni frases precisas, que «en la época que yo lo vi, era bastante elevado de tono, bastante erótico . Hoy día, no tanto, pero sí era un tono un poquito elevado. Yo esas cartas las tuve en mi mano cuatro o cinco minutos, y con el paso del tiempo no puedo ni recordar el contenido exacto; eso sí, era un tono bastante subido».
Ante la inexistencia de registro de su existencia, y mucho menos catalogación en alguna de las muchas obras que en todos estos años se han escrito sobre Galdós, cabe preguntarse por la originalidad de las cartas. «Yo pienso que eran originales. En esos años, Galdós no tenía interés, así que no tenían por qué no ser originales», aduce el librero. «Aparte de esta correspondencia –continúa–, cartas de Galdós con un interés mayor desde el punto de vista literario se siguen viendo, suelen salir en subastas y circulan en el comercio del libro antiguo». ¿Y a qué precio? «Depende del contenido. Si es interesante, una carta puede valer 500 o 600 euros, si no 150 o 200».
Originales
La siguiente cuestión, dado que Blázquez es el único que las ha visto, según asevera, es plantearse si la misteriosa familia las conserva. «Supongo que sí. Era un coleccionista que tenía bastante libro antiguo y documentación, pero que no quería hacerlo público . Él falleció, me lo enseñó su viuda, y no sé qué habrá sido de los descendientes. Él era académico. Yo puse interés en comprar esas cartas, pero no querían, no me lo vendieron, lo intenté en tres o cuatro ocasiones y nada». Aun así, el librero ha seguido teniendo relación profesional con ellos. «Hoy –por ayer– nos hemos ganado el cabreo de la familia», remata la presidenta de la Asociación Soy de la Cuesta.
La noticia de la supuesta existencia de estas cartas ha pillado por sorpresa a todo el que algo tiene que decir sobre el tema. Juan Manuel Hernández , editor, junto con Isabel Parreño , de «Miquiño mío. Cartas a Galdós» (Turner), compilación de las misivas de doña Emilia, tiene claro que intentarán encontrarlas. «No nos extrañaría nada que estuvieran allí, es posible, porque con esas cartas ha habido mucho trapicheo», reflexiona. Y termina con una petición que es casi una súplica: «Habrá que ver después si al menos estos coleccionistas permiten que se les eche un vistazo y podemos recuperar el contenido, leerlas, aunque no quieran enseñarlas. Las que tenemos de Emilia, contando con algunas notas, son 96. Estaríamos completando la historia, y sería muy interesante».
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