Carrère y el final del camino de la literatura ombliguista

La paradoja es que el galardón llega cuando desde la crítica literaria se viene dando por muerto un género demasiado manoseado. Y no solo eso: 'Yoga' , el último libro de Carrère, puede leerse como un certificado de defunción de la autoficción. Escrito tras sufrir una profunda depresión y ser internado en un centro psiquiátrico donde fue sometido a una terapia de electroshock, el propio autor reconoce su incapacidad de plasmar su libro en un relato coherente. De hecho, en 'Yoga' hay varios libros en uno: quiere ser un relato sobre el yoga, luego se hunde en los abismos de la depresión y se redime con un relato sobre inmigrantes en una isla griega en el que cuela algún personaje de ficción.

Carrère escribe, y lo comparte, consciente de que su narración es imperfecta y de que ya no es capaz de sacar brillo a su experiencia vital como había venido haciendo en sus últimos títulos. «... algo tan improbable como un libro sobre el yoga; bueno, en algo que se suponía que era un libro sobre el yoga y que después de muchos avatares quizá lo sea, en definitiva», escribe, y añade: «Los escritores que escriben lo que se les pasa por la cabeza son mis preferidos, Montaigne es nuestro santo patrón porque hace exactamente eso, escribir lo que se le ocurre, con la más absoluta indiferencia por la opinión de la gente que dice que se la suda lo que se le pasa a él por la cabeza, y que hay que ser muy pretencioso, muy egocéntrico, para llevar un registro de los escritos».

Sí, 'Yoga' es un libro que no luce como sus mejores títulos, pero aun así sigue manteniendo un nivel muy alto. Y con él cierra un ciclo de un tipo de escritura narcisista, obsesionado con ser un gran escritor. « Escribo para ser célebre y admirado, lo que sin duda no es el mejor medio de llegar a ser mejor persona. Mi trabajo es el bastión de mi ego », apunta. Con esa mentalidad, en 'Una novela rusa', la primera entrega de esta suerte de trilogía ombliguista que completa 'De vidas ajenas', el segundo de la serie, Carrère no dudó en revelar secretos de su madre y poner al descubierto intimidades afectivas y sexuales de su pareja de entonces. «Traspasé una línea que no debería haber traspasado», admite en 'Yoga'.

Aquí está la raíz de la polémica que rodeó la publicación de este libro, que tuvo más que ver con las páginas de la farándula que las culturales: Carrère se vio obligado a suprimir del manuscrito original detalles de su relación con su exmujer por una cláusula del acuerdo de divorcio que le obligaba a ello. Si el libro es imperfecto, en buena medida lo es por estas omisiones. Esta polémica llevó a muchos 'carrerólogos', que en España son legión, a revisar si su fascinación por el francés estaba justificada. ¿No era Carrère un cipotudo más? ¿Y si esa crudeza que tanta fama le había dado no era algo que debía repudiarse?

Por eso este Princesa de Asturias de las Letras tiene también algo de contracultural: reunirá en el mismo escenario a Gloria Steinem, tótem del feminismo, con un escritor narcisista, ególatra y con demasiada testosterona, tres características repudiadas por el movimiento. Pero el género de la literatura que él practica «es el lugar donde no se miente». Este es un premio a la incorrección, el descaro y el atrevimiento. Es, sin más, un premio a la literatura.